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Las estadísticas oficiales del sector educativo de hace un par de años mostraban que los doctorados abarcaban solo un 5 % de los casi 1.800 programas de formación activos en Colombia. ¿Esto es importante para un país? Lo es y mucho.
El Foro Económico Mundial destaca que la llamada “educación terciaria” está en el centro de las innovaciones de nuestros días, como la robótica, la inteligencia artificial, el internet de las cosas y el big data. “Nunca hubieran existido si no fuera por las investigaciones de los graduados con título de doctorado”, indica.
La pandemia evidenció cuán vital es que los países inviertan en ciencia, tecnología e innovación que les ayuden a encontrar soluciones integrales que no solo atiendan necesidades médicas, sino también educativas y culturales.
Hay ejemplos dicientes: en 2017 Colombia tenía quince millones de trabajadores y destinó a ese rubro el 0,67 % de su PIB. En cambio, con más de dos millones de empleados entre ambas, Amazon y Apple reinvirtieron 16 % y 13,9 % de sus respectivas ventas.
“Es evidente la necesidad de formación de un capital humano que impulse en Colombia actividades que incrementen los niveles de inversión; mientras no se logre, la brecha económica aumentará frente a los países desarrollados”, explica Luis Ortiz Ospino, director del nuevo doctorado en Gestión de la Tecnología y la Innovación de la Universidad Simón Bolívar.
El programa recibió el registro calificado del Ministerio de Educación y su primera cohorte, con cupo para ocho estudiantes, comenzará este año su formación doctoral en Barranquilla, con noventa créditos académicos y una duración de tres años.
Tecnología y soluciones
La tecnología ha sido útil en el diagnóstico de casos y la búsqueda de la vacuna contra el COVID-19, pero este es apenas uno de sus tantos alcances.
¿Qué pasará con tantos desarrollos creados durante esta coyuntura? ¿Cómo innovar en un mundo más interconectado y abierto a los servicios electrónicos? La apuesta de Unisimón es responder estos interrogantes con su nuevo doctorado.
“Todo el conocimiento y el know-how que tenemos en nuestro centro de crecimiento empresarial e innovación, MacondoLab, nos permite potenciar la formación de profesionales capaces de acoplarse a las nuevas dinámicas”, asegura Paola Amar Sepúlveda, vicerrectora de Investigación, Extensión e Innovación y CEO de MacondoLab.
Los retos no solo exigen a la academia, también implican por igual la competitividad de las empresas y la estructura social, que se beneficia si se disminuye la pobreza y otros factores de vulnerabilidad.
“Frente al avance acelerado de esta era digital, se requiere un mayor número de doctores que sostengan las agendas de investigación que impulsen el éxito empresarial y social”, recalca Ortiz, quien es además investigador del Grupo Estratégico para el Mejoramiento Aplicado (GEMAS), de Unisimón.
En su sede de la capital del Atlántico, Unisimón ya ofrecía cinco doctorados en Administración, Psicología, Ciencias de la Educación, Sociedad y Cultura Caribe, Genética y Biología Molecular.
Con el sexto, esta institución consolida su aporte a la meta que Minciencias anunció para el año 2025: que haya sesenta doctores por millón de habitantes. Y sin duda, el sector académico es fundamental para conseguirlo. Por eso el país está mejorando de manera progresiva en este indicador, pues de 8,2 doctores por millón de habitantes en 2014 pasó a 12,6 en 2016 y cerró con 16 en 2019.
Patente a mejora para drones submarinos
Los ingenieros Reynaldo Villarreal González, Juan Pestana Niebles y Carlos Ochoa Pertúz, investigadores de MacondoLab de Unisimón, y el empresario sanandresano Omar Abril-Howard, patentaron ante la SIC un modelo que mejora el rendimiento de drones tipo ROV para investigaciones marinas y fluviales.
La propuesta resolvió dos necesidades: que el ROV navegue en ríos, a pesar de sus corrientes, y que sortee corrientes marinas, causantes de la suspensión de muchas operaciones científicas. El dron Drag-ROV fue utilizado para el análisis del emisario submarino en San Andrés y Providencia, cuya estructura presentó fuga de aguas contaminadas al mar debido al paso de Iota.
“Es importante que en Colombia se dirijan esfuerzos y recursos a crear tecnología, que se propicie así un ambiente en el que cada vez haya menos desconfianza en la capacidad de los científicos e investigadores que estamos preparados para aportar soluciones a necesidades puntuales que tenemos o se nos presenten”, dijo Villarreal.