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A salvar el caimán llanero

A inicios del siglo XX había 3 millones de ejemplares de este animal. Hoy, apenas 2 mil sobreviven en libertad.

Sebastián Jiménez Herrera
28 de diciembre de 2011 - 09:32 p. m.

A pesar de ser un símbolo de los Llanos Orientales, son pocos los habitantes de esa región del país que conocen al caimán llanero. Así lo comprobó el conservacionista español Rafael Antelo Albertos cuando le presentó un ejemplar de esta especie a un joven del Meta. “Me confesó, con algo de susto, que nunca había visto un animal así. Cuando uno les dice caimán llanero, creen que uno se refiere a la babilla pero esta especie es de menor tamaño y diferente color”, recordó Albertos, investigador de la Fundación Palmarito y quien, junto a la Gobernación de Casanare, ideó un plan para salvar de la extinción al caimán llanero que, aunque se le dice caimán es, en realidad, un cocodrilo endémico de la cuenca del Orinoco y puede alcanzar los siete metros de longitud.

A inicios del siglo XX, alrededor de tres millones de caimanes llaneros poblaban la Orinoquia colombo-venezolana. Ahora, el número de ejemplares en libertad no supera los 2.000. Incluso, como lo aseguró Albertos, “hay más de ellos en cautiverio que en los ríos”. El conservacionista rememoró que a este animal lo cazaron casi hasta extinguirlo. La razón: su apreciada piel, que es usada para accesorios de altísimo valor comercial.

A mediados de los años 60, el Gobierno prohibió su caza, pero ya era tarde, la población se había reducido dramáticamente. En 1997 se declaró a la especie en peligro de extinción, lo que prendió las alarmas de las autoridades que, para salvar al caimán llanero, crearon un programa nacional para su conservación. No obstante, a pesar de lo realizado por esta entidad, el caimán llanero sigue en peligro.

Es por ello que la Gobernación de Casanare y la Fundación Palmarito decidieron poner su granito de arena a través de un programa con el que pretenden reintroducir alrededor de 2.500 caimanes llaneros siguiendo el ejemplo de Venezuela, país donde en los últimos 21 años se reintrodujeron alrededor de 10 mil ejemplares.

Albertos mencionó que la idea es impulsar la cría en cautiverio para posteriormente reintroducir estos animales en zonas protegidas como, por ejemplo, los humedales de Casanare, un parque de alrededor de 20 mil hectáreas en el municipio de Orocué y que según el conservacionista tiene muchas posibilidades de convertirse en parque nacional próximamente. El otro pilar del proyecto es la educación ambiental con la que la Gobernación y Palmarito pretenden enseñarle al llanero que no hay por qué matar al caimán y que, en cambio, hay muchos motivos para protegerlo.

“La gente cree que este es un animal muy agresivo, pero no es cierto. Si uno se lo encuentra hay muchas posibilidades de que salga corriendo, eso sí, exceptuando las hembras cuando están con sus crías, pero incluso ellas alertan antes de atacar, por lo cual el peligro es mínimo”, recordó Albertos, que con optimismo mencionó que “las poblaciones a las que hemos ido han visto con muy buenos ojos la conservación de este animal, que es un luchador”.

La conservación del caimán llanero no es algo accesorio. Gracias a él, la población de pirañas se mantiene estable, los ríos mantienen su caudal y los llaneros tienen un símbolo invaluable para su región.

Por Sebastián Jiménez Herrera

 

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