Tatiana Sanmiguel Cortés es la menor del grupo de 40 jóvenes y niños que este jueves recibió, de manos de la junta directiva de la Fundación Mario Santo Domingo, una beca que cubrirá el 90% de sus estudios desde primaria hasta completar una carrera universitaria.
Apenas tiene cuatro años. Todavía no sabe que su papá, el cabo primero Salin Antonio Sanmiguel, está en manos de las Farc. El pasado 23 de mayo de 2008, la guerrilla lo plagió tras una toma en la vereda de El Tambo (Tolima) para recordarle al país que no renuncia a la inhumana práctica del secuestro.
En el patio de una de las sedes de la Fundación Mario Santo Domingo, al norte de Bogotá, Tatiana se reunió con otros niños y niñas que, como ella, han crecido con la ausencia de sus padres. Todos recibieron una beca que garantiza su educación hasta terminar una carrera técnica, tecnológica o profesional en Colombia.
Germán Montoya, miembro de la junta directiva de la Fundación, quien hizo entrega de las becas, recordó que el secuestro es uno de los peores dramas que vive Colombia. Más de 23.000 colombianos han sido secuestrados en la última década y al menos 2.800 aún permanecen privados de la libertad.
“Es hora de que la sociedad le devuelva a estos policías y militares los esfuerzos que han hecho por todos nosotros”, dijo Montoya. El apoyo económico para estos jóvenes será manejado a través de la Fundación Mario Santo Domingo, y ha recibido el apoyo del Ministerio de Defensa Nacional, la Corporación Matamoros y la Asociación Tejido Humano.
“Lo mínimo que podemos hacer por estos compatriotas es apoyarlos en este momento en el que ellos no pueden velar por la educación de sus hijos. Nosotros queremos demostrarles nuestra gratitud y apoyo ayudándoles a sus hijos a obtener una buena educación”, comentó el empresario Julio Mario Santo Domingo.
Al evento asistieron, entre otros, el intendente Armando Castellanos, uno de los policías liberados durante la ‘Operación Jaque’. Castellanos permaneció secuestrado desde 1999, cuando la guerrilla atacó el municipio de Arada en el Tolima. Aunque aún se estremece recordando los primeros días de secuestro, ha recuperado el optimismo y las ganas de seguir trabajando por el país: “Con estas becas nuestros hijos podrán salir adelante. Fue una sorpresa y un alivio para nosotros”.