La propuesta de Arbey Romero, un reconocido líder cívico de la ciudad de Armenia, de habilitar una zona para que los mayores de 18 años consuman droga libremente, causó revuelo entre padres de familia, educadores y habitantes de la capital del Quindío. Este anuncio fue hecho tan sólo cuatro días después de que el rector de la Universidad de Caldas, Ricardo Gómez, reconociera públicamente que los estudiantes que consumen algún tipo de sustancia psicoactiva dentro del campus no son perseguidos ni sancionados.
Una medida que para muchos raya con la permisividad y la negligencia. “No es conveniente para la sociedad que en las instituciones de educación superior se habiliten centros para el consumo de sustancias psicoactivas. Recordemos que el presidente Uribe ha sido enfático en presentar un acto legislativo que sustituya el concepto de la Corte Constitucional en cuanto a autorizar las dosis mínimas”, advirtió Carlos Ignacio Cuervo, viceministro de Salud.
Aunque Gómez afirmó que lo que hace la universidad es acompañar a los estudiantes que consumen algún tipo de droga en el proceso de regeneración, alumnos de la institución le contaron a El Espectador que los profesores saben que en ‘El Garden’ (así le dicen a un pequeño bosque que hay cerca del Jardín Botánico) se “mete droga”, pero se hacen los de la vista gorda. “Todo el mundo sabe que allá se consume, pero nunca han sancionado a nadie. De hecho, es normal sentir dentro de la universidad el olor a marihuana”, cuenta Pablo, estudiante de Ingeniería de Alimentos, de esa universidad.
Se trata de una situación que se ha convertido en una constante en las diferentes instituciones de educación superior que hay en el país. En la Universidad Javeriana de Bogotá, por ejemplo, hay tres lugares que frecuentan los estudiantes para reunirse a consumir algún tipo de droga, generalmente a fumar un cacho de marihuana. “Están el ‘Aeropuerto’, que queda en las escaleras que hay entre la Facultad de Comunicación Social y la carrera quinta; el edificio de Psicología y ‘Cuatro parques’, que es el único que está fuera del campus, cerca del túnel”, dice Ángela, estudiante de la Facultad de Diseño Industrial.
Al respecto, el padre Joaquín Sánchez, rector de la Universidad Javeriana, explica que no se puede negar que haya consumo dentro de las universidades y que tratar de evitarlo acarrearía un esfuerzo enorme, pues son cerca de 20.000 estudiantes y los docentes no se pueden convertir en perseguidores. “Aunque el reglamento designe el consumo de droga como una falta grave que acarrearía sanciones para el estudiante, la política de los jesuitas es darles una oportunidad para que se reivindiquen. Lo que sí es intolerable es que se venda droga y el castigo es la expulsión”.
En la Universidad de Antioquia la situación no es muy diferente. Los estudiantes se encuentran en una de las canchas de fútbol para fumar marihuana y “meterse un pase de coca” a la hora del almuerzo o durante los huecos que tienen entre una clase y otra. Santiago, de la Facultad de Diseño, reconoce que los profesores caminan por esta zona de la institución y saben
lo que pasa, pero nunca les dicen nada. “Es como si ya fuera algo permitido. Mejor dicho, está prohibido pero uno lo hace, los profesores lo ven y actúan como si nada estuviera pasando”.
En cambio, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano el problema está en los bares que rodean el campus. Todos los días, grupos de jóvenes se van a estos lugares a consumir droga. “No es un secreto lo que se hace ahí adentro. Es como si existiera una tolerancia hacia estos bares. Los profesores saben, las autoridades también y no pasa nada, porque es algo que no es tan castigado socialmente”, asegura Nicolás, estudiante de octavo semestre de Publicidad.
¿Patrocinando la ilegalidad?
Para Carolina Piñeros, directora de RedPapaz, es muy grave que se esté tolerando que los adolescentes consuman sustancias psicoactivas en la universidad, en la calle, parques o establecimientos públicos. “Lo único que se debería promover es el buen uso del tiempo libre”. Por su parte, Luz Piedad Herrera, directora de Colombia Joven, sostiene que la responsabilidad recae sobre las autoridades, quienes deben combatir el narcotráfico para lograr una mitigación del consumo dentro de las universidades.
Algunos académicos creen que este es el primer paso del camino hacia la legalización de la droga, pues antes de que en Holanda se permitiera la dosis personal, se comenzó por autorizar el consumo de sustancias psicoactivas en determinados cafés. Sin embargo, Augusto Pérez, ex director del programa Rumbos de la Presidencia de la República y ex consultor de la OEA en temas de drogas, advierte que este escenario es más complejo de lo que imaginamos.
En primer lugar, porque existen unos tratados internacionales que sólo permitirían la legalización de la droga en el momento en que la ONU lo disponga y se tendrían que crear mecanismos de control estrictos para que la droga no llegara a las manos de los menores de edad. “Mientras dirigí Rumbos encontré que el 96% de los consumidores inicia antes de cumplir 18 años”.
Lo cierto es que el debate hasta ahora comienza. En el marco del Día Internacional de la Juventud, los estudiantes de las principales universidades del país reconocen que no es sancionado el consumo de drogas en el campus, los rectores intentan explicar su política de diálogo y no de represión, los padres de familia manifiestan su preocupación por esta situación que está incentivando el consumo de sustancias psicoactivas en sus hijos y el presidente Uribe ratifica su convicción de que el porte y consumo de la dosis personal de estupefacientes debe tener un castigo ejemplar.