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“Casi nadie quiere venir aquí”

Trabajo en un lugar en el que casi ningún médico quiere residir, por la distancia y por las precarias condiciones en que estamos obligados a tratar a nuestros pacientes: el hospital público de Leticia. Si alguien en Bogotá viera las salas en donde están los enfermos y las que tenemos que usar porque no hay más, se asustaría por su estado físico y por la falta de los aparatos mínimos de apoyo. No creo que nadie sepa, con certeza, cuántos contagiados de coronavirus hay en Amazonas ni en Leticia, y temo que las cifras que se están reportando oficialmente estén muy por debajo de la realidad. Lo cierto es que aquí, los médicos somos pocos y prácticamente tenemos las manos atadas, porque no hay mucho que podamos hacer. La verdad, no he sentido agresiones contra mí ni en el hospital ni en la calle, pero la falta de ayuda institucional, el aislamiento en que nos encontramos y la indiferencia del Estado es más que una agresión: es el abandono a nuestra suerte y el abandono de los pacientes de esta región, que parece no importarle a nadie.

El Espectador
01 de mayo de 2020 - 10:08 p. m.
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Yo trabajo en una de las áreas más beneficiadas del hospital por la naturaleza del servicio. Y aunque los pacientes de coronavirus están en una sala especial, pese a que, en todo caso, no es de cuidados intensivos, la necesidad y la escasez han obligado a trasladar a algunos de ellos a otras salas, a pesar del peligro que esa decisión representa para todos.

Bueno, y si eso sucede con los enfermos, a nosotros, los médicos, no nos va mejor: se ha asegurado que nos están proporcionando elementos de bioseguridad, pero eso no es cierto. Algunas veces nos dan tapabocas con la advertencia de que debemos usarlos durante ocho días. Hasta hace poco había dos gafas de protección, pero ya no están: desaparecieron. Nunca hay polainas y hace mucho rato no tenemos batas de manga larga, como se requiere para un mínimo rango de seguridad. El grado de contagio en Leticia y Amazonas es muy alto entre la población, en general. Y también entre el personal médico. Repito; las cifras que se están dando sobre la evolución del coronavirus en este departamento deben estar muy por debajo de lo que es.

Los médicos y el personal de salud que han contraído el coronavirus no aparecen en las estadísticas, creo yo. Esta semana, no más, fueron diagnosticados tres de nuestros profesionales con COVID-19 y una de las enfermeras que más tiempo permanecía en el hospital, y que iba y venía todos los días hacia y desde su casa, dio positiva. Ojalá en sus recorridos no haya entrado en contacto con personas bajas de defensas. No tengo ninguna esperanza de que esta situación vaya a mejorar; por el contrario, temo mucho lo que pueda pasar en el futuro inmediato.

Por El Espectador

 

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