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Cazadores envenenaron y tomaron colmillos del elefante Yongki

Hace más de dos meses, la muerte del león Cecil en Zimbabue a manos de un dentista norteamericano desató una ola de indignación mundial.

Redacción Actualidad
23 de septiembre de 2015 - 03:42 a. m.
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Walter Palmer pasó de ser un doctor promedio que atendía a sus pacientes en un consultorio en Minnesota (Estados Unidos), a ser el cazador más odiado por el mundo debido a la baja del rey de la selva del parque Hwange.

Esta vez, parece que la historia se repite en Indonesia, donde el conocido elefante Yongki, del parque nacional Bukit Barisan Selatan, fue hallado sin vida y sin sus colmillos de un metro de largo.

Como anunció el lunes un responsable del parque, el animal, que trabajaba con un equipo de cuidadores, pertenece a la especie Sumatra, que está en vía de extinción. Se calcula que sólo quedan unos 3.000 de estos elefantes en libertad, bajo la amenaza constante de los cazadores que los matan y venden sus colmillos a precio de oro para ser usados en la medicina tradicional china.

El marfil que contienen los colmillos de estos gigantes es una joya. Antes de la aparición del plástico era muy usado como material de las teclas de los pianos, bolas de billar, botones y artículos ornamentales de joyería. China es hoy el principal mercado del marfil, que activó la cacería sin piedad luego de una relativa calma en los años 90. También fuerzas insurgentes como el grupo somalí al-Shabaab se financian con este comercio.

Las alarmas por la muerte indiscriminada de los elefantes se prendieron y en febrero del año pasado líderes mundiales se reunieron para prohibir de manera tajante el tráfico de marfil mediante la Declaración de Londres.

Yongki, de 35 años de edad, era el elefante más querido entre los “mahouts” (cuidadores de elefantes). “Estamos en duelo por la muerte de un elefante que nos ayudaba a resolver conflictos y ayudaba a los guardabosques a proteger el bosque”, dijo Nazaruddin, uno de los cuidadores del animal, a la agencia de noticias AFP.

Este no era un ejemplar cualquiera. Estaba entrenado y participaba en patrullas que realizaban los guardias para evitar que otros elefantes salvajes destrozaran pueblos. Su labor iba más allá porque, incluso, se encargaba de luchar contra los cazadores que amenazaban a los animales que viven en las selvas tropicales de Indonesia. Además, contribuía a la lucha contra la tala ilegal de árboles.

Por lo general, estos animales viven entre 50 y 70 años, pero Yongki fue abatido muy temprano. El cuerpo del animal fue encontrado cerca del campamento donde vivía, en el oeste de la isla de Sumatra. Sus colmillos habían sido cortados en trozos y sus extremidades tenían marcas que sirvieron para asegurarse de que el animal no dejaba el campamento en el que estaba capturado. No existe ningún rastro de herida de bala, pero su lengua estaba azul, lo que según las autoridades del parque es signo de que Yongki fue envenenado.

Las fotos del elefante muerto evidenciaron la forma en la que fue asesinado, lo que provocó airadas reacciones en las redes sociales, donde se pide detener a los culpables y se despide al animal con un “RIP Yongki” (Descansa en Paz, Yongki).

 

Por Redacción Actualidad

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