Cuando en el hemisferio norte se presencia el equinoccio de otoño, un fenómeno astrológico en el que el Sol sale exactamente por el este y se pone justo por oeste (físicamente el día y la noche tienen igual duración), la primavera inicia en el sur, liberando, según la astrología, una gran carga energética.
Esta creencia ha suscitado a lo largo de la historia la iniciación de ritos de culturas orientales e indígenas como los cogi o de seguidores particulares que buscan la luz del amanecer para estabilizar su energía interna.
“Al iniciarse la primavera, el Sol alumbra por igual al sur y al norte haciendo que el día y la noche duren lo mismo. Esto representa un balance energético, un momento propicio para equilibrar las cargas del cuerpo. Comienza el tiempo del signo de libra y por eso se representa con una balanza”, explica el astrólogo Ricardo Villalobos.
Esta etapa, que se extiende hasta el 20 de septiembre y que es considerada por muchos como la más vistosa del año, también ha sido centro de homenajes desde la música, el arte y la literatura. Poetas como Pablo Neruda y Gabriela Mistral le han dedicado versos a la estación; Sandro Botticelli tituló una de sus más célebres obras La alegoría de la primavera, y el pianista ruso Ígor Stravinski creó La consagración de la primavera, uno de sus ballets clásicos.