Convertirse en becario de universidades o de programas como los de Fulbright, Chevening o el Banco Mundial no es fácil. Alejandra Corredor, consultora de admisiones, especialista en ayudar a estudiantes a cumplir este objetivo en las 30 mejores instituciones del mundo, señala que los responsables de elegir a los cientos de aspirantes se fijan, principalmente, en historiales de logros y potenciales altos.
Para identificarlos, dice, se basan en varios recursos. Por ejemplo, la hoja de vida, en la que lo más importante es demostrar “la capacidad de relacionarse con otros y crear propuestas nuevas que impacten”. Para ello recomienda incluir experiencias de liderazgo como voluntariados, monitorías o participación en el consejo estudiantil, que demuestran que el aspirante tiene iniciativa.
Si además se agregan el tipo de relaciones y contactos que se establecieron para sacar estos proyectos adelante, e indicadores del impacto que generaron, como la población beneficiada, aumenta todavía mucho más la probabilidad de éxito.
Por otra parte, están los ensayos, que con preguntas como qué quiere lograr en el programa, por qué quiere estudiarlo en esa universidad, qué lo hace único y cómo espera contribuir con el conocimiento adquirido exploran si el futuro becario ha hecho un proceso de introspección y tiene claridad en las razones que lo motivaron a postularse.
Para superar esta prueba es importante ser concreto. “Vaya al grano, no comience a adornar el texto de tal forma que lo valioso en usted no se muestre”, recomienda Corredor. También advierte que se debe tener en cuenta que este tipo de ejercicios vienen con un límite de palabras. Cumplirlas, sin excederse, es más una obligación que una recomendación, ya que esto demuestra capacidad para seguir instrucciones.
El siguiente paso es la entrevista, que busca confirmar que el aspirante fue quien escribió los ensayos y la hoja de vida; evaluar cómo se relaciona con otros y verificar que tenga ideas claras sobre lo que quiere. Se aconseja prepararla con anticipación, repitiendo en voz alta y frente a un espejo lo que se va a decir para eliminar muletillas y corregir la pronunciación. Recuerde que en la mayoría de los casos es en inglés.
Además, dice la experta, es clave sentirse tranquilo con la historia de vida, llegar a tiempo y cuidar la presentación personal. “Lo que tiene que brillar son las ideas de la persona, no su ropa”, es decir, sin prendas muy elaboradas o muy coloridas, es mejor vestir con sobriedad. Finamente, es bueno enviar un correo electrónico de agradecimiento a los entrevistadores, pues generalmente son voluntarios que sacrifican tiempo para llevar a cabo el encuentro.
Todo este proceso viene acompañado de una ronda de exámenes de admisión, que incluyen pruebas como el TOEFL, IELT (inglés), GRE (inglés y matemáticas) y GMAT (solicitado por maestrías en negocios). Según varios estudios, el 30 % de los estudiantes los pierden a causa de la ansiedad. Corredor señala que es impotante diseñar una estrategia de estudios y conseguir evaluaciones de prueba, que no se deben realizar a última hora, sino a lo largo de varias semanas para practicar, monitorear y corregir posibles fallas. Cuando llega el día de la evaluación, no rompa su rutina e intente vivir esa fecha como cualquier otra. Esto le ayudará a mantener la calma.
Además de estas pautas, vale la pena recordar que si le piden cartas de recomendación, no debe acudir a amigos o familiares, pues, dependiendo del programa, se solicitan referencias laborales o académicas e incluso ambas. Por otra parte, más que buscar recomendaciones de nombres importantes con cargos altos hay que enviar cartas de no más de dos páginas de personas que conozcan muy bien al postulante y puedan transmitir una clara imagen de quién es.
Otras estrategias como contactarse con profesores del programa de interés a través de internet y hacerles preguntas lógicas e interesantes sobre sus materias y la universidad, para darse a conocer antes de aplicar a la beca, también han comprobado ser exitosas.