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Las empresas están en la constante búsqueda de personas que innoven, que se adapten al cambio, propositivas, asertivas, que den la milla extra, que siempre estén con la camiseta puesta para los retos que se presenten en la cotidianidad y que sean personas que se alineen con los propósitos que se establecen desde la misión y visión de cada organización.
Un objetivo ambicioso que, en la realidad, en muchas empresas no se vive y que, por el contrario, se enfrentan con personas que simplemente están ahí porque necesitan subsistir. Irónica realidad en tiempos en que se habla de felicidad en el trabajo, objetivos que trasciendan y un legado para las futuras generaciones.
Pero detrás de este panorama, ¿qué es lo que verdaderamente sucede dentro de las organizaciones? Este es uno de los interrogantes que expertos en temas de liderazgo, coaching, sociólogos, líderes empresariales e incluso académicos se han planteado para buscar una posible solución y así crear entornos que lleven a las personas a dar lo mejor de sí y que se puedan desarrollar.
Entre las estrategias planteadas le han apostado a teletrabajo, horarios flexibles, incentivos y capacitaciones, por mencionar algunas. Estrategias, que, hasta el momento no son efectivas.
“El tema va más allá de incentivos. Tenemos que regresar a lo básico, a lo humano y las empresas tienen en sus manos la responsabilidad de ser entornos que ayuden a sanar a las personas y acompañarlas a ser mejores”, señala Raj Sisodia, el creador del movimiento de capitalismo consciente, que se fundamenta en que las empresas pueden ser rentables y a la vez, conscientes de generar un menor impacto negativo en los entornos en los que operan, además de velar porque cada día se cuide más de las personas y del ambiente.
Una idea que se fundamente en que el negocio son las personas, las cuales, por el modelo económico tradicional, por muchos años, “se han visto como una herramienta para ser rentables y no como seres humanos con sueños y propósitos”.
El Capitalismo Consciente y el liderazgo consciente se basa en entender las motivaciones de las personas, sus sueños, lo que las mueve, y luego alinearlo con los de las organizaciones. Un modelo que empresas como Google, adoptaron desde sus inicios para hacer la diferencia y poder contar con personas más felices, empoderadas, que no trabajan por un salario sino por propósitos superiores.
Larry Page y Sergey Brin, los fundadores de Google, lo primero que plantearon al darle vida a la empresa fue no tener jefes. La razón: los jefes son los causantes de tener colaboradores felices o infelices. Pero al poco tiempo identificaron que los líderes son determinantes en el desarrollo del negocio; entonces como no querían jefes tradicionales, lo que hicieron fue preparar a las personas para influir en los colaboradores.
En palabras de Carolina Angarita, country manager y directora de la operación digital para Latinoamérica Discovery Inc, quien lideró Google en Colombia, “cuando se trabaja en Google, a uno le hacen un curso de coaching para los resultados del negocio. Ellos entendieron que ser líder es diferente de ser jefe y que no tiene nada que ver con el cargo. Un líder se reconoce porque tiene gente que lo siga de forma genuina y no porque lo maltraten; por eso el papel del líder es crítico”.
El líder consciente sabe que con sus palabras puede construir o destruir las vidas de las personas que tiene a su cargo.
Es frecuente oír que las personas renuncian no a sus trabajos sino a sus jefes. Está demostrado que el líder influye en las vidas de sus colaboradores y que, si no es de forma positiva, se destruye la vida de ellos y también se afectan las empresas.
Por eso, “la necesidad de regresar a lo humano. De entender que las personas tienen propósitos personales, sueños y quieren sentirse parte de algo. Las empresas que entiendan esto van a contar con personas que van a hacer trascender los negocios”, señala Eduardo Braun, creador de un nuevo enfoque de liderazgo centrado en las emociones para maximizar los resultados de los equipos de trabajo.
En sus planteamientos, Eduardo Braun habla de cinco roles clave para crear empresas más rentables y con propósito. En primer lugar, el reto de los líderes es conectar la visión de la empresa con la visión de las personas. Es transmitirles que juntos pueden lograr objetivos que mejoran las sociedades.
Conectar con las personas es preocuparse genuinamente por ellas. Entender sus miedos, sueños, preocupaciones y situaciones por las que están pasando y acompañarlos en el proceso. Además de empoderarlos, darles las herramientas para que tomen decisiones, puedan arriesgarse y proponer nuevas ideas y tal vez el más importante, es el sentido del trabajo y propósito.
Esto acerca a las personas con los líderes y los lleva a ser más empáticos. Si un líder logra descubrir qué mueve la vida de cada colaborador, es un tesoro que no se puede desperdiciar. Atrás quedaron los modelos en los que se lastiman a las personas o se les despreciaba. “Hay que entender que todos tienen su mérito, todos tienen su historia y trabajar desde ese escenario va a permitirnos regresar a lo humano”, dice Braun.
Además, “tenemos la oportunidad de no hacerle daño a las personas, más bien tratarlas con amor. Y si por algún motivo algunos jefes ya las hirieron, las empresas pueden sanar sus corazones y eso es con respeto, confianza y disposición. Eso por si solo va a traer buenos resultados a las empresas y las sociedades”, puntualiza Raj Sisodia.
mmorenot@elespectador.com
@mariaalemoreno