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Con candidata propia

El triunfo de la exministra divide a su partido y pone en aprietos a los promotores de la reelección de Santos. Pero también crea una encrucijada en la derecha, que deberá escoger entre ella y Zuluaga.

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Redacción Política
27 de enero de 2014 - 02:09 a. m.
La ahora candidata presidencial Marta Lucía Ramírez, durante su intervención ayer en la convención nacional del Partido Conservador.  / Andrés Torres - El Espectador
La ahora candidata presidencial Marta Lucía Ramírez, durante su intervención ayer en la convención nacional del Partido Conservador. / Andrés Torres - El Espectador
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La exministra de Defensa y exsenadora uribista Marta Lucía Ramírez fue proclamada ayer como candidata presidencial del Partido Conservador, tras una accidentada convención nacional en la que los sectores afines a la posibilidad de acompañar al presidente Juan Manuel Santos en la búsqueda de su reelección alegaron falta de garantías y muchos abandonaron el centro de convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada en Bogotá, sede del evento, antes de la votación definitiva. “Sabemos qué le indigna al pueblo colombiano. Cumpliremos con lo que necesita la gente”, manifestó Ramírez en su discurso de victoria, en medio de los aplausos y los gritos de sus seguidores, que desde un comienzo se habían hecho sentir con frases como: “No a la reelección” o “Fuera Santos, Serpa y Samper”.

Inicialmente, la postura por tener candidato propio se impuso con 1.190 votos contra 199 de quienes se inclinaban por buscar una alianza. Luego, en una segunda votación para escoger candidato, Ramírez barrió con 1.047 votos contra 138 de Pablo Victoria y 87 de Álvaro Leyva, los otros precandidatos en contienda. Lo cierto es que dicha decisión implica un fuerte revés para el llamado santismo conservador y en el ambiente quedó la sensación de una división interna entre sus dirigentes, principalmente con quienes lideran la representación del partido en el Congreso. De hecho, la misma Marta Lucía Ramírez pidió que nunca más se callase a personas como el senador Roberto Gerlein, quien no pudo presentar su propuesta de alianza con Santos por los insultos y abucheos de los convencionistas.

Heridas que ahora toca tratar de cicatrizar lo antes posible, con miras a encaminar con éxito una candidatura que, como lo dijera la ahora candidata oficial el fin de semana en entrevista con El Espectador, pretende convertirse en la verdadera tercería de la que tanto se habla, en medio de la enconada polarización entre el santismo y el uribismo. Una muestra de esa fractura son las palabras de la representante a la Cámara antioqueña y hoy aspirante al Senado Marta Cecilia Ramírez, en el momento de abandonar la convención sin quedarse a votar: “Este es un partido que se olvidó del respeto por las opiniones y de la igualdad, y así no se puede llegar a conclusiones benéficas para el país (...) es triste y bochornoso el espectáculo de la convención. Un partido, partido, fracturado”.

Queda claro que el conservatismo debe enfrentar ahora el reto de mantenerse unido en torno a una candidatura que despierta suspicacias en muchos sectores. Para nadie es un secreto que Marta Lucía Ramírez es una persona cercana al expresidente Uribe y hay quienes la han llegado a calificar como el “caballo de Troya” del uribismo dentro de la colectividad y creen que su candidatura —que implica el no de los azules a la reelección de Santos— es la primera movida de la alianza Álvaro Uribe-Andrés Pastrana, que buscaría forzar una segunda vuelta presidencial y garantizar ahí la presencia de un candidato de los sectores de derecha.  

De hecho, el mismo presidente del Directorio Nacional Conservador, Ómar Yepes, previendo lo que se venía, habló en el discurso de instalación de la convención de la necesidad de definir “puntos decisivos para la supervivencia del partido” e hizo un “encarecido” llamado para que las decisiones finales no fueran a afectar “el orden y el respeto que han caracterizado a la familia conservadora”. Pero al mismo tiempo propuso algo que para algunos significó un guiño a favor del candidato propio: acabar con la reelección para ampliar el período presidencial a cinco años. “Si bien ésta asegura la continuación e implementación de las políticas, trae como efectos negativos la preocupación reeleccionista con pérdida de independencia gubernamental y el aprovechamiento del poder que pone en desventaja a los adversarios”, manifestó.

El clímax de la convención conservadora se vivió con la intervención de los tres precandidatos. Pablo Victoria habló de “reencauzar el país de la civilización contra la barbarie”, recordó las palabras de Álvaro Gómez Hurtado cuando decía que había que “tumbar al régimen” y advirtió que quienes se vayan a apoyar a Santos deben ser expulsados del partido. Álvaro Leyva, por su parte, aseguró que prefiere “tener de frente una persona que me diga ‘le doy en la jeta, marica’ (...)”, y concluyó su intervención con la frase: “Santos, devuélveme mis ejércitos”. Y Marta Lucía Ramírez se fue de frente contra el jefe de Estado, señalando que la Unidad Nacional “no representa los valores del conservatismo, sólo la prepotencia del poder”.

Desde el Centro Democrático, su candidato Óscar Iván Zuluaga calificó la proclamación de Ramírez como “una buena noticia para la democracia y una derrota a la estrategia de la mermelada del actual gobierno”. Por su parte, el senador Roy Barreras, del Partido de la U, escribió en su cuenta de Twitter que los conservadores “cometieron un suicidio político”, considerando la candidatura de la exministra como “inviable” y motivo de división en la derecha, que ahora deberá escoger entre ella y Zuluaga. El congresista propuso una cumbre entre la U, el liberalismo y Cambio Radical “para definir linderos ideológicos frente a la derecha conservadora militarista y la izquierda radical”.

Por Redacción Política

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