Para muchos el español no es incluyente en cuanto a género. De hecho, al leer la frase anterior se puede pensar que las mujeres han quedado excluidas, dado que el determinante indefinido "muchos", que actúa aquí como forma pronominal, da la apariencia de incluir solamente a los hombres. Por tanto, al mejor estilo de los nuevos defensores de la igualdad de género la frase debió ser "para muchos y muchas el español no es incluyente...", o en su más innovadora versión, "para much@s el español no es incluyente...".
Basta al lector tener un mínimo sentido estético para darse cuenta que ambas alternativas están en un completo fuera de lugar y si usted ha estudiado un poco el español se dará cuenta de lo endemoniadamente equivocadas que están estas expresiones.
Hace poco la congresista Ángela Robledo, queriendo apoyar la igualdad de género y oportunidades lanzó un trino en su cuenta de Twitter atiborrándolo de arrobas (@). Cuando le pregunté acerca de su exceso de @s me explicó que lo hacía porque el español no era incluyente y que el manejo del lenguaje creaba realidades. Había hecho lo mismo con Piedad Córdoba quien evita las @s pero comprime sus mensaje a través de esta red social para poder decir "ciudadanos y ciudadanas", "colombianos y colombianas", "vecinos y vecinas", etc. Bajo esta perspectiva me llama la atención que en este país se pida la libertad de los secuestrados, pero no de las secuestradas.
Recuerdo una discusión entre estudiantes de primer semestre de ingeniería de cierta universidad cuando uno de ellos, de género masculino (por favor, no me hagan decir estudianto), hizo referencia a un adelanto científico como un gran logro del "hombre". Inmediatamente las condiscípulas del estudiante (por favor, no me hagan decir estudiantas), saltaron sobre él alegando que esa denominación dejaba de lado al género femenino. Ahora, para evitar susceptibilidades usan el término "humanidad".
Bien queridos amigos, permítanme decirles que dependiendo de los contextos, que no pueden ser omitidos en español y hacen parte esencial de cualquier discurso, la palabra hombre puede referirse al género masculino o a toda la humanidad, sin que ello indique, bajo ninguna circunstancia, la existencia de la temida exclusión. Lo mismo sucede con las palabras ciudadanos, amigos, compañeros, vecinos, etc. Si usted lo piensa bien decir estudiantas y estudiantos sería tan catastrófico como decir periodistas y periodistos (la igualdad de género incluye a los hombres, criticados por ser amos de casa).
Ahora bien, ¿dónde está la inclusión de género en el idioma español? ¡Pues en los hablantes! Son ellos los llamados a proclamar una verdadera inclusión de género. No sacamos nada con atiborrar el idioma con sustantivos y sustantivas y con símbolos que están fuera del alfabeto, si nuestras mujeres están excluidas de las universidades y de las grandes posiciones sociales, políticas y económicas. Nada exitoso saldrá de nuestro maltrato del idioma sino trabajamos en pos de erradicar el maltrato hacia la mujer.
Nuestra percepción de la sociedad debe cambiar desde la escuela donde los niños deben ver a las niñas como sus pares y no como "el sexo débil", una terrible denominación para las mujeres que sí debe ser erradicada de nuestro lenguaje. No debe hacerse solamente con leyes que exijan que haya un determinado número de mujeres en cargos públicos. Por el contrario, hay que darle igualdad de oportunidades a todos a través del anonimato en los concursos públicos; nada mejor que una mujer que gana una convocatoria a puro pulso y cerebro.
Las mujeres han demostrado con su fuerza, inteligencia y estrategia ser tan capaces como los hombres. Defendamos su derecho a la igualdad donde corresponde, en la sociedad. Mientras dejemos al español en paz y usémoslo para proclamar y defender sus derechos.
¡A una mujer, ni con el pétalo de una rosa!
Por Darkjota, colaborador de Soyperiodista.com