Más de cien adolescentes fueron monitoreados por Zatzick y su equipo luego de sufrir una lesión de gravedad y permanecer hospitalizados. Se encontró que, en los días y las semanas posteriores a la lesión, el 42% de los jóvenes presentaba síntomas de estrés postraumático y el 19% sufría de depresión.
El estudio demostró que, un año después del accidente, estos adolescentes eran más propensos a desarrollar “alteraciones funcionales”, como dolor y otros síntomas físicos, además de evidenciar problemas de comportamiento en la escuela y la vida social en general.
Según los autores, la investigación se suma a una abundante evidencia que señala cómo la depresión y la ansiedad reducen el funcionamiento diario de los adultos y los adolescentes y por lo tanto debe monitorearse con más atención.