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Para muchos padres de familia y cuidadores, el tema de la deshidratación es una afección que han tenido que enfrentar y manejar con información recogida entre familiares, amigos, internet o su experiencia personal. Existe una serie de creencias como, por ejemplo, que la diarrea es el único factor para deshidratarse y que cuando esta se presenta se deben suspender alimentos como la leche o no dar nada de comer a los niños. Creencias falsas que no contribuyen al adecuado manejo de la deshidratación.
Por ello, conocer de qué se trata la deshidratación, por qué puede ser una afección mortal y cómo prevenirla es una tarea que “nosotros, como médicos, realizamos para informar y crear una cultura de prevención para mitigar riesgos en la salud”, dice Claudia Sánchez, gastroenteróloga pediatra de la Fundación Cardioinfantil. La deshidratación, en palabras sencillas, es cuando el cuerpo pierde más líquido del que se ingiere, lo que provoca que este no tenga la suficiente agua para realizar sus funciones.
Cualquier persona, en diferentes etapas de la vida, puede llegar a deshidratarse, pero en los niños existe una alta complejidad que los puede llevar a la muerte. El reto está en que los padres de familia o cuidadores identifiquen a tiempo la afección y le den un adecuado manejo. Es común que los niños, antes de llegar a ese punto de vómito o diarrea, presenten cambios de ánimo, que estén más irritables o pierdan el apetito. La deshidratación tiene varios grados y lo ideal es no dejarla llegar a episodios que requieran una visita por urgencias.
Labios secos, lengua de color blanco, ojos hundidos o llanto sin lágrimas son algunos signos que revelan que un niño está deshidratado y necesita atención. Ellos pueden vomitar sin tener gastroenteritis, presentar una diarrea, deshidratarse por una gripe, tener infecciones de vías urinarias o simplemente por las actividades cotidianas. “No podemos ignorar que los niños, sin ninguna enfermedad, se pueden deshidratar y que uno se debe anticipar a la situación”, dice Claudia Sánchez, quien, además, enfatiza en aspectos como, por ejemplo, cuando un niño va a realizar actividades deportivas estará expuesto a altas temperaturas o que un viaje en carro puede incidir en la deshidratación.
Adelantarse y prevenir implica que en el día a día, en su rutina de alimentación, ellos tengan una adecuada hidratación al poder consumir líquidos como el agua preferiblemente y se combine con la ingesta de frutas y verduras. Además “yo les recomiendo a mis pacientes que en casa tengan soluciones de hidratación oral, las cuales cuentan con un aporte de glucosa de sodio, agua y otros electrolitos y micronutrientes que favorecen en ese momento para que el niño esté bien”. Estas bebidas vienen en diferentes sabores, que es un valor agregado para cuando un niño esté enfermo y pueda ingerir algo que le guste y mejore su salud.
Las soluciones de hidratación son un aliado a la hora de preservar la vida y minimizar las visitas por urgencias en los hospitales. Con un adecuado manejo se puede estabilizar al niño, bajar la fiebre y evitar que se complique la afección. Es importante reaccionar al primer síntoma y poder suministrarle el líquido. En palabras de la gastroenteróloga, “lo que vemos en consulta es que en ocasiones los padres de familia esperan bastante para darles la solución de hidratación y cuando los llevan a urgencias ya está en un grado mayor. Por eso, el llamado es que si ven que los niños tienen algún síntoma leve les den una solución de hidratación y estén pendientes de cómo evoluciona, y no restarle importancia a la deshidratación”. Pues en el mundo, la deshidratación por diarrea es la segunda causa de mortalidad en niños menores de cinco años. Y utilizar las soluciones de hidratación oral en los casos de diarrea o vómito puede disminuir el gasto de US$1,4 millones por cada millón de episodios de diarrea a escala global.
Hablar de la importancia de la deshidratación no solamente es porque impacta en el bienestar de los niños, sino que impacta en el sistema de salud para que los gobiernos disminuyan gastos que se pueden evitar y probablemente se necesiten para otros aspectos de la salud.
“Empoderar a los padres para que hagan parte del equipo es nuestro objetivo. Así, cuidar de la salud de los niños se hace de una forma más fácil e informada”, puntualiza Claudia Sánchez, quien da recomendaciones para tratar la deshidratación: no suspender ningún alimento, sino seguir con una alimentación balanceada; en bebés, suministrar la hidratación oral en pequeñas cantidades y si persisten los síntomas acudir a un centro médico para darle el manejo pertinente.