Para cuando usted termine de leer este artículo, suponiendo que le tome dos minutos hacerlo, en el mundo habrán muerto 12 personas por causa de la diabetes. Un asesino silencioso que, en la mayoría de los casos, sólo es detectado entre siete y diez años después de comenzar a hacer mella en la salud de quien la padece. Así es que cuando es desenmascarado, el daño ya está hecho.
Esta enfermedad, según los últimos reportes de la Federación Internacional de Diabetes, crece con más rapidez en aquellas partes del mundo en donde la economía se encuentra en vías de desarrollo. Las predicciones para países como Colombia son preocupantes. Para 2025, casi el 80% del total de casos de diabetes se encontrará en países de ingresos medios y bajos. Y, por tratarse de una enfermedad crónica de alto costo, podría llegar a frenar o poner en riesgo el avance económico de todo un país.
“La diabetes emerge con rapidez como una de las mayores catástrofes sanitarias que jamás haya visto el mundo. La epidemia de diabetes desbordará los recursos sanitarios en todas partes a menos que los gobiernos despierten y reaccionen”, dijo recientemente Martin Silink, presidente de la Federación Internacional de Diabetes al lanzar la campaña mundial ‘Unidos por la diabetes’.
Es el precio del progreso: exceso de calorías, vidas sedentarias, estrés y las desigualdades sociales que impiden una adecuada educación, acceso a programas de prevención y atención médica oportuna.
¿Qué es la diabetes?
Existen dos variedades de diabetes: tipo 1 y tipo 2. En ambos casos se trata de un exceso de azúcar en la sangre. La diferencia radica en que la primera se desarrolla en la infancia y se cree que se debe a factores genéticos activados por
factores ambientales. La segunda suele aparecer después de los 35 años y, aunque se ha identificado un sustrato genético, suele ser resultado de obesidad y sedentarismo.
El azúcar en la sangre, conocida como glucosa, es el combustible que necesitan todas las células del cuerpo para funcionar. Pero la glucosa depende, para entrar en las células, de la hormona conocida como insulina. Cuando el cuerpo deja de producirla, el azúcar se acumula en la sangre. A pesar del exceso de combustible, las células comienzan a padecer hambre y por lo tanto se van dañando y deteriorando.
¿Soy diabético?
Según la última Encuesta Nacional de Salud, 2,6% de los colombianos vive con diabetes, y lo más preocupante: uno de cada 10 tiene niveles de azúcar al límite de lo aceptable.
Así es que, como lo advierte el médico Gustavo Márquez, presidente de la Fundación Colombiana de Diabetes, si tiene más de 35 años, está en sobrepeso, lleva una vida sedentaria, ha tenido familiares que sufren diabetes, es hipertenso o le han detectado problemas de colesterol, la decisión correcta es consultar con un médico y realizarse una prueba de glucemia en ayunas (medición del azúcar en la sangre).
“Si la glucemia es mayor de 125 mg/dl necesita repetirla, y si vuelve a salir por encima de este nivel, debe entrar en un proceso médico”, concluye Márquez.