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Donato, gran compañero

El teniente coronel de la Policía fue encontrado por el Ejército escondido en la manigua, huyendo de la guerrilla. Regresó cargando una gruesa cadena de más de tres metros con la que convivía desde hace varios años.

Redacción Bogotá

14 de junio de 2010 - 09:14 p. m.
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Cuando el liberado ex gobernador del Meta, Alan Jara, vio bajar del avión que traía de regreso a la vida a su gran amigo en el cautiverio, el teniente coronel de la Policía William Donato Gómez, le hizo un dulce reproche: “Oiga, ¡qué susto el que nos iba pegando usted!”. El recién rescatado, quien estuvo extraviado todo el pasado domingo  huyendo de la guerrilla (luego de los combates entre los subversivos y el Ejército que lograron su libertad), le contestó: “Hombre, usted sabe que hay que ponerles picante a estos asuntos”.

Así es Donato. Siempre prefiriendo la sonrisa al drama. De esa manera lo han descrito varios de sus ex compañeros en la selva, como Jara y la política Consuelo González de Perdomo: tranquilo, pleno de autodominio, capaz, optimista. Un incomparable colaborador en las dificultades, que en noches de angustia ayudaba a lanzar las antenas de radio a los árboles para que éstos tuvieran mejor señal, y en momentos de cansancio durante las marchas largas se ofrecía a cargar los equipos de los más débiles, a quien ayer por fin le tocó su turno de volver.

Llegó con las inhumanas, oxidadas y pesadas cadenas en el cuello que lo acompañaron a lo largo de muchos años, como lo evidencian las llagas que se le ven en esa parte del cuerpo. Lo recibió su familia, su querida doña María del Carmen, la madre; y dos señoras amorosas que le dieron la bienvenida como a un hijo: Leonor Bonilla y Emperatriz de Guevara. La primera es la mamá de Luis Peña Bonilla y la segunda de Julián Ernesto Guevara. Ambos murieron en el secuestro (el fallecimiento de Peña lo cuentan varios liberados, pero no ha sido confirmado por las Farc).

“Gracias a Dios ustedes sí pudieron regresar”, le dijo doña Emperatriz a Donato antes de abrazarlo, en la pista del aeropuerto militar de Catam. La anciana prometió que “hasta que salga el último” seguirá exigiendo que los liberen porque “somos una sola familia”.

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Al dirigirse al país en rueda de prensa, el policía, el único de los cuatro liberados que no trajo su equipo porque lo perdió al salir huyendo, celebró el triunfo del Ejército: “Alguna vez decía yo que la ‘Operación Jaque’ se podía comparar con un cuadro de Da Vinci o un cuadro de Picasso. No sé con qué voy a comparar esta operación tan limpia y tan transparente”.

“Duré 12 años perdidos en la selva, pero me queda mucho todavía para seguir luchando, para ver a mi país en paz, para verlo libre de terrorismo. Ojalá las Farc logren entender que esa lucha que ellos llevan, puede que para muchos sea apasionante y excitante, pero el país lo demostró el famoso 4 de febrero, que es repugnante. Ojalá logren entenderlo, que buscar una salida no se hace con bombas ni se hace masacrando. Ojalá hoy tomen una decisión grande y decidan soltar de una vez por todas a todos los secuestrados, no solamente a los militares que tienen: civiles, niños, ancianos, toda esa gente que vive a veces en silencio en la selva”.

Once años, diez meses, diez días. Es el tiempo que duró Donato para volver a saborear la libertad, desde la toma a la base de Miraflores, Guaviare, una pesadilla que aún no termina para dos de sus compañeros. Por el regreso de  ellos (Róbinson Salcedo y Luis Alfredo Moreno), y de todos, prometió seguir pidiendo.

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Por Redacción Bogotá

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