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El día en que Navarro dejó a su alumno

Ante la mirada atónita de 200 personas, Antonio Navarro se acercó al micrófono visiblemente compungido y mirando a su amigo y compañero de lucha le soltó la perla.

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Élber Gutiérrez Roa
31 de marzo de 2012 - 03:00 a. m.
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Ante la mirada atónita de 200 personas, Antonio Navarro se acercó al micrófono visiblemente compungido y mirando a su amigo y compañero de lucha le soltó la perla. Dijo que lo respetaba y admiraba pero que por convicciones muy íntimas no podía acompañarlo y que prefería ponerse del lado de los conservadores y liberales.

Gustavo Petro lo intuía. Sabía que se quedaría solo, pero nada pudo hacer para evitar que se le notara la tristeza. Navarro remató: “Usted es muy joven y lo más natural es que uno de joven se entusiasme con sus ideas, pero no lo puedo acompañar más”.

Fue a mediados del 2000. La razón para la sonada partición de cobijas entre los representantes Petro y Navarro era la negativa de este último a respaldar el proyecto de ley que el hoy alcalde propuso para facilitar el acuerdo humanitario entre las Farc y el gobierno Pastrana. Navarro era más de la tesis que defendían el representante conservador Roberto Camacho y el hoy senador liberal Luis F. Velasco, quienes decían tener una propuesta más blindada que la de Petro para evitar que la guerrilla volviese permanente una situación excepcional.

Los demás legisladores hicieron todo tipo de chistes con el tema. “La noticia no es que se hunda el acuerdo humanitario. La noticia es que se dividió Vía Alterna”, la única bancada que había permanecido unida en el Congreso, gracias a que tenía dos integrantes: Navarro y Petro.

En esa ocasión, como hoy, surgieron versiones según las cuales Petro no le perdonaría a Navarro su falta de apoyo, pero pocas horas después —como ahora— ambos estaban ante los medios de comunicación asegurando que su unión era indisoluble.

La razón que los obliga a separarse esta vez no parece tan clara. Hay quienes dicen que Navarro deja la Secretaría de Gobierno de Petro por razones de salud, cosa que ya desmintió. Otros aseguran que se pelearon (ambos dicen que no fue así). Unos más, que Navarro no soporta ser segundo de quien antes le cubrió la espalda. Y hay quienes le achacan la separación a la interferencia de mandos medios de la Alcaldía.

Es posible que algo de confrontación haya habido. Fue pública la pelea entre Navarro y Álex Vernot (asesor de Petro). Todo el mundo sabe que el alcalde es impulsivo y en la administración pública constantemente se presentan roces, incluso entre los mejores amigos.

Más diciente aún es que en las formas y los contenidos, Navarro y Petro hayan dejado ver que no piensan lo mismo frente a algunos problemas de la ciudad.

Pero eso no explica por completo la renuncia del secretario de Gobierno y lo único que queda claro es que la administración distrital pierde un gran talento, que tampoco irá a dirigir el partido de los Progresistas, pese a que muchos quieran ver a Navarro agitando las banderas para el proyecto de expansión nacional que Petro anunció desde el día que ganó la Alcaldía. Por supuesto, también gana Navarro, pues podrá tomarse el tiempo que tanto le hace falta para resolver sus problemas personales.

Por Élber Gutiérrez Roa

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