Esta semana se reunieron por primera vez los alcaldes y gobernadores de la Costa Caribe con el vicepresidente de la República, Francisco Santos; la viceministra de Medio Ambiente, Claudia Patricia Mora; directores de institutos que estudian el comportamiento de los océanos, capitanes de la Armada Nacional y expertos en temas ecológicos para hablar sobre el impacto del cambio climático en nuestro país. Un asunto que durante años ha ocupado las agendas de los principales organismos internacionales y que hoy, luego de conocerse las dramáticas consecuencias que deberá afrontar el territorio colombiano, se ha convertido en una prioridad de carácter nacional.
El panorama es aterrador. Si no se deja de sacar la arena de las playas para levantar nuevas edificaciones, de otorgar licencias de construcción en terrenos vulnerables al aumento del nivel del mar o de talar indiscriminadamente los manglares, en 2050 aproximadamente 8.000 kilómetros de nuestras costas se inundarían por cuenta del aumento en el nivel del mar y los primeros pisos de los edificios y complejos hoteleros cerca de las costas podrían quedar parcialmente sumergidos. Esto sin contar con lo que sucedería en las islas de San Andrés, Providencia y el puerto de Tumaco, en donde el agua alcanzaría por lo menos a un cuarto de las casas.
De hecho, la situación de estos tres lugares es tan alarmante que el Gobierno adelanta programas educativos para concientizar a la población y planes de reubicación y capacitación en prevención de emergencias. En 1997, con el apoyo de la Unión Europea, un grupo significativo de habitantes de Tumaco fue reubicado, pues sus casas habían sido construidas sobre el mar y el riesgo de que se presentara una catástrofe era inminente. Sin embargo, en menos de seis meses estas personas decidieron regresar a sus antiguas viviendas.
El capitán de navío Julián Augusto Reyna, secretario ejecutivo de la Comisión Colombia del Océano (organismo que este año celebra sus 40 años de creación), cree que este absurdo comportamiento es producto de su cultura y de la forma como conciben la vida.
A pesar de esta actitud el capitán Reyna continúa trabajando con estas poblaciones para que comprendan el peligro que enfrentan. Por ello, organizó durante las próximas semanas un simulacro de fenómenos a los que pueden verse expuestos, como los tsunamis, con el fin de que estén preparados para enfrentar estos sucesos.
Aunque el objetivo de la reunión que se realizó el pasado martes en el hotel Zuana de Santa Marta no es desatar el pánico, el vicepresidente Francisco Santos fue enfático en asegurar que resulta necesario comenzar a implementar medidas urgentes, e incluso modificar la legislación sobre el desarrollo de las zonas costeras, para evitar que dentro de cincuenta años nuestros nietos y bisnietos deban enfrentarse a una catástrofe.
Ante la desconcertante mirada de los asistentes, el contraalmirante Jairo Javier Peña, director de la Dirección General Marítima (Dimar), pasaba lentamente una serie de diapositivas con impresionantes imágenes elaboradas a partir de la tecnología Lida (ver infografía) que muestran cómo la mayor parte de Cartagena, un porcentaje significativo de las playas de El Rodadero y Bello Horizonte en Santa Marta, un cuarto del puerto de Tumaco y el 17% de las islas de San Andrés y Providencia se inundarían en caso de que el nivel del mar subiera un metro, como se prevé que sucederá dentro de 50 años debido al cambio climático.
El capitán de navío (r) Francisco Arias Isaza, director del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), advirtió que después de haber invertido cerca de mil millones de pesos en estudios sobre este tema y de analizar la información que emiten las estaciones de monitoreo para el cambio climático (una está ubicada en las Islas del Rosario y otra en la isla de Johnny Key, donde está el acuario de San Andrés), encontraron que de no mitigarse el impacto de este fenómeno en el país, no sólo se inundaría un gran porcentaje de nuestras costas, afectando a cerca de 70.000 habitantes, sino que se produciría una catástrofe social: los desplazados por el cambio climático.
¿Qué podemos hacer? En Holanda, España, Costa Rica y Asia se han desarrollado importantes proyectos que buscan proteger las zonas costeras a través de la construcción de tajamares que impiden que si sube el nivel del agua se vean afectadas las edificaciones. Sin embargo, el capitán (r) Isaza advierte que se trata de soluciones sumamente costosas, por eso la gran apuesta es concientizar a los ciudadanos y gobernantes para que combatan la erosión costera, incluyan este tema dentro de la elaboración de sus Planes de Ordenamiento Territorial, cambien el modelo de desarrollo urbanístico en las zonas que limitan con el océano y sean más estrictos con la expedición de las licencias de construcción.
Por el momento, y antes de implementar medidas, el Gobierno, en cabeza de la Vicepresidencia, la Comisión Colombiana del Océano y el Ministerio del Medio Ambiente, sostendrá reuniones durante los siguientes dos meses con los mandatarios de San Andrés, Coveñas, Buenaventura y Tumaco para que conozcan las dimensiones del problema y comiencen, en conjunto, a estructurar un plan de acción para mitigar las consecuencias del cambio climático en nuestras costas.
Algunos de estos mandatarios se mostrarán escépticos al respecto, pero lo cierto, y así lo muestran los estudios, imágenes y proyecciones de las autoridades marítimas, es que si no hacemos algo para proteger nuestras costas un gran porcentaje de éstas terminarán irremediablemente bajo el agua.
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