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"El feminismo sin el apoyo de los hombres no puede seguir evolucionando": Claudia Palacios

Entrevista a la periodista vallecaucana, escritora de Hembrujas, un libro de encuentros con mujeres colombianas cuyo legado rompe el grueso techo de cristal construido por el machismo.

Carlos Torres / Revista Cromos
16 de enero de 2020 - 03:37 p. m.
EFE / Mauricio Dueñas
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"Una lucha en la que faltan hombres". Tomo la frase para preguntarle: ¿cómo educa a su hijo para que aporte a la causa igualitaria?

Le hablo... mucho, tanto que una vez me dijo “ay mamá, no todo es género”. Muchos de los grandes problemas de la sociedad tienen en su base una causa sobre inequidad de género. Y también creo que sin los hombres el feminismo no puede seguir evolucionando a buen ritmo, por eso digo que HemBRujaS es más un libro para hombres que para mujeres.

 

¿Se puede ser una mujer que defiende sus derechos sin ser feminista?

Hay tal nivel y cantidad de controversias sobre lo que es ser feminista, que se habla de “los feminismos”. Entonces, pensaría que una mujer que defiende sus derechos practica uno o varios de esos feminismos.

 

 Una amiga me dijo que leería las entrevistas de su libro, menos la de Dilian Francisca Toro, una política que, según ella, es una enmermelada. ¿Qué le diría?

Que uno de los criterios de selección  fue: mujeres que se hayan abierto camino en áreas que han sido tradicionalmente masculinas, como la política. Y que en eso Dilian es un caso de éxito indiscutible, del que se pueden tomar enseñanzas muy valiosas. De otra parte, en la era de la polarización, es bueno retarnos escuchando a aquellos con quienes creemos que no compartimos ideas y valores.

 

De todas las entrevistas realizadas, ¿cuáles se le quedaron palpitando en su cabeza?

Pues todas... pero una muy muy especial es la de María Teresa Arizabaleta, una de las sobrevivientes de la lucha por el voto femenino. Ella, que trabajó por eso más de 20 años y que a sus más de 80 sigue luchando por los derechos de las mujeres, es mi inspiración para no rendirme ante el desgaste inherente a la búsqueda de la equidad de género, que en la actualidad tiene que ver con objetivos menos tangibles y con sesgos inconscientes.

 

 

Para las personas que todavía no han leído el prólogo del libro, ¿Por qué Hembrujas?

 Porque la palabra hembra describe el poder creador de la mujer, que trasciende su capacidad de dar a luz, y con ella recogía esa característica que me pareció transversal a todas las mujeres que entrevisté. Bruja por dos razones: antes a las mujeres que querían incidir en la vida pública las quemaban porque las consideraban brujas, pero hoy lo que se requiere es más mujeres incidiendo en la vida pública, así que bienvenidas las brujas. Y también porque es mi manera de llamar a que no nos desgastemos en responder a las formas como pretenden insultarnos, pues son tantos los retos, que hay que canalizar las energías en los que más impiden las posibilidades de equidad de género, como el feminicidio o la desigualdad salarial o de oportunidades laborales. Si me dicen bruja, prefiero decir: sí, y a mucho honor. 

 

Incluyó en sus páginas a Piedad Córdoba. ¿Qué le dejó su charla con la abogada?

Escuchar es un deber del periodismo, ya que tanto incide en la opinión de la gente sobre las figuras públicas. Creo que aun cuando no se compartan opiniones y actuaciones de otras personas, es importante conocer su vida para entender por qué hacen y piensan distinto. Esto da herramientas para aprender a respetar y a valorar la diferencia; y para no ser presa de las manipulaciones y estigmatizaciones de esta era de la polarización y las redes, así como para que los debates trasciendan los insultos y sean más productivos para la sociedad.

 

¿Cómo fue su encuentro con el feminismo? 

 Al regresar a Colombia, tras 8 años en Estados Unidos, fue muy evidente la diferencia en el trato a la mujer, tanto en el ambiente laboral como en el enfoque noticioso. Eso me hizo consciente de que hay muchos comportamientos que consideramos naturales y hasta chistosos y positivos, que en realidad tienen un impacto negativo enorme en las posibilidades de las mujeres para desarrollarse en condiciones de equidad. Eso me llevo a reformular varios aspectos de mi vida: mi forma de relacionarme con la gente, de escoger y abordar los temas de mi ejercicio de periodístico, entre otros, se volvió más analítica y adquirió un sentido de propósito por cumplir, con el que me siento más útil, responsable y cómoda. 

 

¿Qué quedó después de los comentarios que suscitó la columna Paren de parir?

La visibilización de una realidad que estaba pasando inadvertida, la presión sobre los organismos competentes para que tomaran medidas para atender las necesidades de planificación familiar de la población venezolana. Y, a pesar de la tergiversación, las susceptibilidades y la hipocresía, la reflexión sobre el impacto en la sociedad de traer al mundo seres humanos sin poderles garantizar unas condiciones básicas de bienestar.

 

 “Hagamos alianza con los que no son machistas”, dice Laura Restrepo en Hembrujas. ¿Puede compartir otras frases que la hayan marcado?

El titular de cada entrevista es una frase de la mujer entrevistada, así que cada una de esas frases fue la que me marcó de cada una de ellas. Por ejemplo: “No se conformen con lo que hay” dice Natalia Gaitán, capitana de la selección de fútbol femenina. “Adopten un hombre”, dice Ana Fernanda Maiguascha, una de las codirectoras del Banco de la República. “De Custodiar la Virginidad a Honrar el Cuerpo“, dice la educadora menstrual Isis Tijaro. “A las que hemos sido bellas nos insultan por envejecer”, dice Margarita Rosa de Francisco.

 

 

 Gran parte de las periodistas colombianas blanden las banderas del feminismo. En Hembrujas están los testimonios de Camilia Zuluaga, Olga Behar y Florence Thomas. ¿Por qué las eligió? ¿Le quedaron otros nombres por fuera?

Olga y Camila son mujeres que incursionaron en los temas periodísticos en los que las mujeres solían no meterse: orden público e investigación, en el caso de Olga; y opinión política, en el caso de Camila. Sus anécdotas y reflexiones son muy valiosas para tomar ejemplo de cara a los tabúes que aún hay que desbaratar en muchas profesiones y oficios para que las mujeres puedan tener una voz protagónica y en coherencia con su preparación.

A Florence, como a las otras tres feministas que hacen parte de esa entrevista, me pareció indispensable tenerlas porque son emblemáticas de lo que el feminismo ha logrado en Colombia, y por ello tienen mucho que enseñar a las mujeres y hombres que consideran que hay que ampliar el legado de equidad de género. Entrevisté 83 mujeres, aunque al principio pensé en entrevistar 30, pues quería ofrecer un panorama diverso de lo que somos y hemos vivido las mujeres en Colombia. Hay muchas mujeres que han padecido la inequidad de género en sus diferentes manifestaciones y que viven su vida con consciencia de género, todas ellas podrían estar en un libro como HemBRujaS.

 

La columnista Catalina Ruiz Navarro escribió lo siguiente de Marta Lucía Ramírez: “(Duque) También nos enrostra a la vicepresidenta, una mujer que llegó a ese puesto gracias a las luchas feministas, pero para hacernos pistola, pues está aliada con las peores encarnaciones del patriarcado en este país”. ¿qué le diría a Catalina Ruiz, pues Marta Lucía es una de las voces presentes en su obra.

Creo que para el que los temas del feminismo tengan mejor recibimiento en la sociedad hay que incluir más voces, y valorar el aporte que cada persona puede hacer a la equidad de género, incluso desde sus desacuerdos sobre aspectos centrales para el feminismo fundamental. La mayoría de las mujeres a las que entrevisté dijeron no ser feministas o serlo “dependiendo de lo que signifique feminismo”. Eso se debe a que esa palabra tiene una connotación negativa, en parte porque ha sido excluyente en alguna medida, lo cual es entendible en el contexto de las épocas y circunstancias en que se han logrado las conquistas del feminismo. Pero creo que en este punto de la historia es más estratégico alentar a que cada quien aporte a la búsqueda de la equidad de género, sin juzgarle ni destruirlo por no compatibilizar ciento por ciento con las ideas fundamentales de quienes abanderan la lucha feminista.

 

En el capítulo del libro titulado Expreso Escolar están las respuestas de cuatro mujeres de 11 años. ¿Cómo dio con ellas? ¿Puede decirle a las lectoras y a los lectores las razones por las que las entrevistó? 

Desde que planeé el libro quise entrevistar niñas, pero no lograba encontrarlas. Un sábado iba manejando mi carro y haciendo “zapping” en la radio cuando oí a estas chiquitinas hablando de cómo la llegada de la menstruación había impactado sus relaciones en el colegio y la familia, de inmediato empecé a buscarlas. Lo que me contaron evidencia cómo a pesar de todo lo que se ha avanzado en equidad de género, hay muchos comportamientos aún por desnormalizar, pues hacen que desde temprana edad las mujeres sientan que su campo de acción es más limitado que el de los hombres. Los retos de las generaciones anteriores eran tangibles: derecho al voto, a estudiar, a trabajar, a la titulación de las tierras, etc. los de esta generación son menos tangibles, son los llamados sesgos inconscientes, y por eso hay que empezar por identificar el impacto negativo de lo que creemos que es normal o inocuo.

 

¿Los hombres pueden ser feministas? ¿Cómo podrían aportar los hombres a la lucha igualitaria? 

Sobre eso hay una discusión aún sin resolver. Unas creen que no porque no son mujeres, pero otras creen que sí, igual que se puede defender a los animales irracionales sin ser uno de ellos. Para las primeras, lo que los hombres pueden ser es aliados del feminismo, mas no feministas. Parte de lo que concluí tras hacer el libro es que como son tantos los retos por la equidad de género, hay que escoger en qué gastar las energías. Yo aún entendiendo que el lenguaje es importante, prefiero enfocarme en otros aspectos. El lenguaje incluyente es una discusión que suele ser ríspida y crea antipatía y exclusión. Quienes quieran hacer de este su enfoque y tengan las agallas para dar esas peleas, bienvenidas, pero ese no es el reto en el que siento que puedo hacer mi mejor aporte.

Por Carlos Torres / Revista Cromos

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