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Es posible que el sueño de muchas chicas sea que sus padres las lleven de la mano al altar el día de su boda. Eso era lo que, seguramente, quería Jeni Stepien desde que su novio le propuso matrimonio, sin embargo, la posibilidad de que su padre la acompañara en ese día especial era imposible porque había muerto hace diez años en medio de un robo.
Pero Stepien retó esa imposibilidad al escribirle a Arthur Thomas, un hombre que lleva en sus entrañas el corazón de su difunto padre desde el día que su familia decidió donar sus órganos al Centro para la Recuperación de Órganos y Educación. De esta forma, la novia contaría con la presencia anhelada en su boda.
"Querido Tom, soy la hija del hombre cuyo corazón está dentro tuyo y me voy a casar el 6 de agosto (...) ¿Me acompañarías hasta el altar?", decía en uno de los apartes de la carta. Por supuesto, Thomas aceptó la invitación y viajó desde Nueva Jersey hasta Swissvale, Pensilvania, para conocer a Jeni. La cita se dio a pocas horas de la boda, que se hizo en la misma iglesia en la que sus padres se habían casado.
El momento fue conmovedor. Ambos se abrazaron al verse por primera vez y el resto de la ceremonia fue como si el padre de Jeni le hubiese hecho una visita especial. “Es como tener a mi padre aquí”, le dijo la novia a los medios que llegaron al lugar. A su vez, el señor Thomas le dijo al New York Times que había sido la mejor forma para acerca a Jeni a su ser querido.
“Es el corazón de su padre latiendo”, expresó Thomas, y agradeció el honor de acompañar hasta el altar a la hija del hombre de quien había recibido el corazón cuando estaba muy cerca de morir.