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El Match.com de los inmigrantes en Suecia

Una profesora trata, a través de la comida, integrar a los inmigrantes con los muchas veces esquivos ciudadanos suecos.

Suzanne Daley, NY Times
04 de agosto de 2014 - 05:16 p. m.

Cuando Ebba Akerman, de 31 años de edad, enseñaba sueco a inmigrantes el año pasado en los suburbios de la ciudad, se encontró a uno de sus estudiantes en el tren y le preguntó si disfrutaba de vivir en su país.

Descubrió que la respuesta le causó profunda inquietud. El hombre se encogió de hombros, diciendo que su vida aquí no era muy diferente a la que había dejado en Afganistán.

Para ella estaba claro que la mayoría de sus estudiantes, viviendo en barrios repletos de inmigrantes, prácticamente no tenían contacto algunos con suecos nativos.

En los meses que siguieron, Akerman decidió que intentaría cambiar eso, haciéndose llamar la ministra de comidas a cargo del Departamento de Invitaciones y usando Facebook e Instagram para tratar de unir a suecos individualmente e inmigrantes para una comida, algo como un servicio de citas.

“Dejamos entrar gente a nuestro país pero no a nuestra sociedad”, dijo Akerman por la noche de un viernes reciente.

Estaba picando vegetales, dos mesas de día de campo ya puestas de lado a lado en el patio de su arbolado complejo de apartamentos, un tramo de tela india haciendo las veces de gigantesco mantel.

“Finalmente decidió que tenía que hacer algo. Yo podía ser la conectora”.

Al principio, su idea no tuvo mucha fuerza, dijo. Muchas personas suecas hicieron clic en el botón de “me gusta” de Facebook, pero pocos fueron más allá y dieron la bienvenida a cualquiera en sus hogares. Con todo, después de varias apariciones en televisión y artículos noticiosos sobre sus esfuerzos, el proyecto al parecer estaba despegando. Akerman está haciendo malabares con una carga acumulada de alrededor de 800 personas que quieren participar en la comida.

Los inmigrantes están impacientes y son flexibles en su mayoría, dijo. Los suecos tienden más a elegir una fecha dentro de dos meses.

Su Departamento de Invitaciones difícilmente es la sustancia de Match.com o eHarmony. Si bien el proyecto le ha dado a Akerman una dosis de fama en este pequeño país, ella dijo que seguía siendo tan solo una mujer joven con un calendario de papel que intentaba unir a la gente en su tiempo libre. De sonrisa fácil y modos relajados, descarta con movimiento de la mano cualquier idea de que ella debería preocuparse por intereses o edades en común. Ella solo le pregunta a la gente si tiene alergias y cuándo está disponible.

“Tan solo es una comida”, dijo. “Cualquier par de personas debería ser capaz de encontrar algo de qué hablar durante una cena”.

La mayoría de los encuentros ha sido un éxito, dijo, aunque ha habido algunos baches en el camino, incluidos casos donde la gente no se presenta, cancelaciones y un poco de timidez llevada al extremo. Un invitado inmigrante llegó varias horas tarde, llevando por disculpa una serie de abarrotes, incluidos yogur y leche. Otros se perdieron y tuvieron que ser rescatados, sin comprender que los números de casas son consecutivos.

“Aproximadamente a las 8 de la noche en una de estas cenas, si mi teléfono no ha timbrado, dijo, 'Fiu’”, expresó.

Al igual que muchos países europeos, Suecia ha registrado el crecimiento del apoyo a partidos antiinmigrantes en años reciente, a medida que ha enfrentado dificultades para integrar números históricos de recién llegados. Muchos de ellos han sido dirigidos a grandes complejos de apartamentos en las afueras de las ciudades, que tienen pocos suecos, si acaso, viviendo en ellas. Aproximadamente un quinto de la población sueca ya sea nació en el extranjero o de dos padres inmigrantes, por arriba de alrededor de 11 por ciento en 2000. Los recién llegados vienen en su mayoría de áreas que han experimentado conflicto, incluido Afganistán, los Balcanes, Costa de Marfil, Somalia y Siria.

Los sondeos indican que muchos suecos apoyan a inmigrantes y buscadores de asilo. Con todo, una mayoría creciente los responsabiliza por delitos y preocupaciones sobre los costos asociados a lograr que se establezcan. Los inmigrantes también han ventilado frustración por ser marginados. En un suburbio de Estocolmo el año pasado, estallaron disturbios tras alegatos de brutalidad policial.

Akerman, quien tiene una maestría en utilización sustentable y, como muchos suecos jóvenes, a menudo ha interrumpido sus estudios para viajar por el mundo, difícilmente piensa que su proyecto resolverá los problemas de Suecia, aunque abriga la esperanza de que se lleven a cabo muchas cenas más antes de las próximas elecciones de septiembre.

Pero, quizá las reuniones sean un comienzo, dijo, una apertura que tiene el potencial de iluminar a todos los involucrados.

“Yo estaba viajando a estos barrios para enseñar y me di cuenta de que, al final de estas líneas de pasajeros, era muy interesante: una caja del tesoro en Estocolmo”, dijo. “Pero, la mayoría de los suecos nunca ve eso”.

Unir a la gente para una comida también ofrecía una forma de eliminar cualquier diferencia entre ellos en estatus social o económico.

“Los encuentros que mis estudiantes han tenido con suecos no fueron realmente entre iguales”, notó Akerman. “Pero, cuando te sientas a comer a la misma mesa, eso desaparece. Es muy elemental”.

En una noche reciente, Akerman estaba alimentando a una docena de personas, incluida una pareja madura de Bangladesh que había traído un plato de pollo, una recién llegada de Camerún con sus dos hijos, un experto sueco en márquetin, la madre de uno de los amigos de Akerman, así como un joven médico sueco en capacitación, todos los cuales habían sido de los primeros participantes en el proyecto. Todos contaron historias de buenos tiempos y lapsus.

El experto en márquetin, Henrik Evrell, dijo que él había servido espagueti a la boloñesa, el platillo más sueco que conocía, a su invitada de Costa de Marfil. Al principio tuvieron problemas para comunicarse porque el sueco de su invitada era muy deficiente. Sin embargo, al poco tiempo descubrieron que ambos hablaban francés y amaban los mismos músicos de Costa de Marfil. Después de comer, pasaron el resto de la noche frente a una computadora, tomando turnos para poner música en Spotfy que, pensaban, le gustaría al otro.

“A final de cuentas, fue muy fácil”, dijo Evrell, quien cree que Akerman debería lanzar una fundación y seguir de lleno con su formación de parejas.

Becky Faith, quien se mudó de Camerún a Estocolmo hace 18 meses, dijo que había invitado a una pareja sueca, Jenny y Olaf, a su casa, preparándoles pescado, papas y ensalada. La joven pareja - él es enfermero y ella trabaja en una tienda - trajo a algunos niños que estaban cuidando.

“Fue genial”, dijo Faith, quien dijo que había descubierto que algunos suecos son tímidos pero que, una vez que lo superan, son “muy agradables”.

Pero, en la casa de Akerman, algunas variedades culturales saltan a la vista de inmediato. Una de las invitadas suecas trajo consigo al evento a su gran perro, lo cual llevó a los hijos de Faith y dos jóvenes mujeres paquistaníes a hacerse ovillo en un rincón.

Fátima Haroon, una de las mujeres, intentó ser valiente, diciendo que perros tan grandes como ese a menudo eran usados por la policía en su país. 

Por Suzanne Daley, NY Times

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