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El tantra de la mano izquierda

El sexo tántrico es una práctica milenaria proveniente de la India. Un estilo de vida que, entre otros beneficios, ofrece mantener la erección por horas enteras.

Redacción Vivir

21 de mayo de 2008 - 05:48 p. m.
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Aunque un grupo de expertos norteamericanos recientemente haya dicho que el tiempo normal en una relación sexual está entre los tres y los siete minutos, existen visiones de mundo diferentes que parecen no conformarse con tan poco. Una de ellas es la del tantra rojo o tantra de la mano izquierda.

La práctica tiene la misión de sanar el cuerpo y la mente, al tiempo que “lograr una comunión en la que desaparece la identificación del cuerpo individual en la pareja, la cual se convierte en una unidad diseñada para sentir placer”. Eso es lo que dice Dayal Dassán, un sicólogo colombiano que se especializó en el estudio y la práctica del tantra en la India y que ahora imparte cursos en los que transmite el legado de los amantes de antaño.

Dice el sicólogo que el hombre debe entrenar su cuerpo para no eyacular y así elevar sus niveles de energía vital. El sexo tántrico lleva a los varones a un orgasmo seco, pero igualmente placentero. La sensación es la misma, la diferencia está en que la emanación de semen es controlada y la erección prolongada.

La razón de la continencia se debe a que en esta disciplina el semen es la síntesis más pura del cuerpo, en la que se destila lo más selecto del ser humano, algo tan valioso que no es digno de desperdicio.

Cabe aclarar que este enfoque sexual es una mínima parte del verdadero sentido que el tantra abarca. Su real fundamento se encuentra en lograr una disciplina de vida, basada en el yoga y la meditación, que sea capaz de liberar al cuerpo y la mente del mundo físico. Su objetivo está en conseguir un aprovechamiento máximo de la energía del cuerpo para lograr una visión trascendental de las cosas. Sus variaciones son tan amplias, que incluso existen tendencias tántricas que promulgan por la castidad, conocidas como el tantra de la mano derecha.

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El entrenamiento

Dassán asegura que la clave está en lograr el control del músculo que rodea el ano y conecta con los genitales, una tarea casi tan complicada como el propio nombre del músculo: pubocoxígeo.

Los ejercicios consisten en contraer y relajar el ano continuamente, en incrementar el control sobre los esfínteres —un buen entrenamiento es jugar alternando el flujo de orina en el momento de su evacuación— y en practicar posiciones de yoga establecidas para mejorar la respiración con frecuencias de retención e inhalación de aire.

La alimentación  también es importante. Los más ortodoxos sacrifican los jugos de la carne por otro tipo de satisfacción carnal y por eso se vuelven vegetarianos.

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El proceso lleva un tiempo que se atribuye a la disposición de cada aprendiz, según Dassán. Aunque afirma que a partir del tercer mes un alumno aplicado experimentará los placenteros avances.

Una disciplina antigua

Aunque no se conoce una fecha exacta en la que el tantra de la mano izquierda tuvo su origen, los expertos lo ubican en la India védica (entre 1500 a.C–500 a.C). Una época en la que la masculinidad estaba en auge y en la cual era normal entre los hombres tener un harén de damas a su disposición. La obligación de los varones consistía en satisfacerlas en dos aspectos: el económico y el sexual. Tarea difícil para la que había que prepararse. No sólo bastaba con tener los bolsillos llenos, también había que estar entrenado sexualmente.

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Por Redacción Vivir

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