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Enamorada del mar

Desde hace diez años Andia Chaves investiga las esponjas excavadoras y su impacto en los arrecifes coralinos del mar Caribe. Su trabajo será reconocido públicamente hoy en París.

Mariana Suárez Rueda
02 de marzo de 2011 - 10:52 p. m.

Andia Chaves confiesa que desde niña sentía una enorme curiosidad “por estudiar el mar y sus bichos”. Después de graduarse como bachiller creyó que lo suyo era convertirse en oceanógrafa de la Armada Nacional, pero cuando estaba lista para viajar a Cartagena y le contaron que lo primero que estudiaría sería administración marítima sintió que lo que realmente quería era conocer el océano y no administrarlo.


Su paso por la Universidad Jorge Tadeo Lozano fue brillante. Era considerada una de las mejores estudiantes de biología marina. Andrés Franco, quien fue su profesor durante dos años, recuerda que al comienzo las aves fueron su gran pasión. “Publicamos varios artículos en revistas indexadas de ornitología. Ella era una estudiante de pregrado, pero con el perfil y las habilidades de una científica”.


Luego, se interesó por los arrecifes de coral y las esponjas excavadoras. De estas últimas la seducía el enorme poder que tenían en el ecosistema marino. Además, cuenta Andia Chaves, la impresionó saber que las esponjas eran animales y no plantas como siempre había creído. “Eso me enamoró todavía más de estos organismos”.


La investigación por la que hoy recibirá en París un premio del Programa Para las Mujeres en la Ciencia, de la Unesco y L’oréal, es sobre estas esponjas y cómo la contaminación y el cambio climático han incidido en el crecimiento de su población y en la muerte de los corales del mar Caribe.


En los últimos diez años de investigación, esta bióloga bogotana de 31 años logró establecer que la erosión de estos arrecifes de coral es en parte responsabilidad de sus queridas esponjas excavadoras, que para crecer necesitan el carbonato de calcio que forma el esqueleto de los corales y para ello los raspan hasta deteriorarlos con el paso del tiempo.


Un hallazgo que considera bastante preocupante, pues “los arrecifes no sólo conforman una barrera para proteger a las costas de los fuertes oleajes, sino que además tienen un gran potencial como fuente de medicinas”. De hecho, cuenta Andia Chaves, su investigación pretende brindar herramientas para facilitar el monitoreo de los corales de la Isla de San Andrés y establecer qué tanto se han visto afectados por las esponjas y así protegerlos.


Esta es la tercera vez que una profesional egresada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano se gana este reconocimiento de la Unesco, que busca promover la investigación y destacar la labor de las mujeres para la ciencia. Hace cuatro años Andia, a quien además de la biología le fascina el microfútbol, el baloncesto y la natación, se enteró de este premio e inmediatamente decidió inscribirse. Era la oportunidad perfecta para continuar sus estudios de doctorado en Estados Unidos, visibilizar su trabajo y recaudar recursos (el premio consisten en US$20 mil) para financiar su investigación.


A pesar de la emoción que siente por recibir su primer reconocimiento internacional, Andia confiesa que ahora sueña con hacer algún descubrimiento que contribuya a proteger los recursos naturales. Para Andrés Franco, su profesor, eso es precisamente lo que ha hecho con el estudio de los corales y las esponjas.

Por Mariana Suárez Rueda

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