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El 2011 lucía como el año en que el psicólogo holandés Diederik Stapel alcanzaba la cima de su carrera profesional. Un artículo que logró publicar en la prestigiosa revista Science había dado mucho de qué hablar en los círculos académicos y abría nuevas perspectivas para comprender la xenofobia, un problema creciente en muchos países.
En esencia, lo que Stapel planteaba a través del artículo era que las personas que vivían en entornos caóticos y llevaban vidas desordenadas eran más proclives a despreciar a los extranjeros. Todo un hallazgo dentro de la psicología social.
No duró mucho la celebración de Stapel. Como lo dice un refrán popular: subió como palmera y bajó como coco. Una investigación encargada a Pim Levelt, antiguo presidente de la Academia Holandesa de Ciencias, concluyó que el psicólogo había inventado prácticamente todo el trabajo.
Ni las encuestas, ni la recopilación de datos, y por supuesto tampoco los resultados, eran verdaderos. En entrevista con la revista Nature, Levelt aseguró que "al menos treinta de los trabajos del psicólogo investigado son falsos, pero puede haber incluso más".
Una vez desenmascarado, Stapel reconoció el pecado y pidió ayuda: "necesito que me traten". En una larga disculpa remitida al matutino De Volkskrant, el cabizbajo psicólogo escribió: “quería ser el mejor y publicar más que nadie. En un terreno con poco control y donde trabajas en solitario, tomé la ruta equivocada. He fallado como científico. Estoy avergonzado".
Para los editores de la célebre revista Science, la situación no fue menos embarazosa pues se supone que existen unos filtros rigurosos para evitar estas situaciones. "La investigación sobre el trabajo de Diederik Stapel indica la amplitud de su engaño. Alertamos a nuestros lectores de nuestras dudas sobre la validez del estudio", reza el editorial donde Science admite lo sucedido.
Mientras los investigadores rebuscan en los escritos de Stapel, las universidades holandesas de Tilburg (al sur del país), y Groningen (al norte), le han demandado ante los tribunales. Simon Rozendaal, un divulgador científico holandés, aseguró que el fraude podría resultar catártico: "El accidente de Fukushima ha mejorado la seguridad de las centrales nucleares. Stapel puede ser bueno para controlar la ciencia".