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Con el susto de un posible apagón, provocado por la sequía del fenómeno de El Niño, Colombia por fin entendió la importancia de darles mayor protagonismo a otras fuentes de energía como las renovables. Sin embargo, el país aún no está preparado para esto, aunque albergue lugares como La Guajira, donde abundan el sol y el viento. La razón, dice Alejandro Lucio, director de la Asociación de Energías Renovables de Colombia (SER), es la ausencia de una política energética y de un marco regulatorio adecuado a sus necesidades, que les permita jugar en igualdad de condiciones con los generadores tradicionales.
A ese panorama se suman los mitos que rondan sobre las fuentes no renovables, como que sólo funcionan para disminuir las emisiones de gases. Para Lucio, más allá del tema ambiental, estas tecnologías son las que la matriz necesita, pues cuando se presentan los fenómenos de sequía es cuando hay más sol y más sopla el viento.
¿Con qué objetivo nace la Asociación de Energías Renovables de Colombia (SER)?
Primero hay que aclarar que SER no es un gremio de generación, sino uno de tecnologías. Tenemos que vincular a los generadores, pero también a desarrolladores, proveedores de servicios, equipos, consultores. Queríamos que se le abriera espacio a una voz del sector eléctrico que no se sentía representada por nadie: las fuentes de energía no convencionales. Hemos tenido un buen balance en poco tiempo, en términos de que hay una voz con unos propósitos comunes, con un discurso unificado de por qué estas energías deben tener mayor participación en la matriz energética.
Si bien el año pasado se firmó la Ley 1715, con la que se pretende estimular fuentes de energía renovable, hay quienes aseguran que falta mucho camino por recorrer.
Es necesario que la gente entienda que la Ley 1715 fue muy importante, pero no se trata de una política energética, sino de una ley de incentivos. Estamos a la espera de las últimas definiciones regulatorias de esa ley por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) y el Ministerio de Ambiente, y creemos que eso destraba buena parte del camino desde el punto de vista de incentivos tributarios y fiscales para estas tecnologías, especialmente en proyectos mayores de un megavatio. Sin embargo, hay mucho camino por recorrer.
¿Cómo podría construirse una política de energía renovable?
A la hora de hablar de política pública energética, primero nos debemos preguntar sobre la composición de la matriz del país. ¿Cuál es la participación que queremos de renovables, de carbón, de gas, de agua? Esto es clave por un asunto de inversión y es algo que aún no tenemos claro. Es el momento ideal para revisar muchas cosas, sobre todo después del fenómeno de El Niño, entre ellas el sistema del sector, la variedad en la matriz y los mitos que existen sobre fuentes de energía, especialmente las renovables.
¿Cuáles son esos mitos?
Que son muy costosas: falso. Pueden ser más competitivas que las fuentes convencionales. Ayer hubo subastas en Chile que cerraron por debajo de los US$50 megavatio, por ejemplo. El otro mito es que sólo son una salida para los problemas medioambientales: falso. La inclusión de las energías renovables en la matriz no es un tema de reducción de emisiones de gases. Por supuesto que aporta, pero nuestra matriz es limpia per se. Más allá del tema ambiental, es un asunto de complementariedad de estas tecnologías, de cómo las volvemos competitivas. Cuando se presentan los fenómenos de sequía es cuando más sopla el viento y más sol hay. Somos un complemento necesario en la matriz.
¿Se sigue viendo la energía renovable como un experimento?
Todavía se sigue viendo como un tema muy hippie, pero claramente ese no es el caso. De hecho, esa es una de las razones por las que nace SER. Queremos que los colombianos, el Gobierno y los reguladores comprendan que hay mucho capital, mucha posibilidad de inversión para energías renovables y mucho más para un país como Colombia. Pero el marco regulatorio que tenemos actualmente, y la falta de definición de una política energética, hace que esos inversionistas miren para otros lados. Están migrando a países que hace uno o dos años no eran protagonistas, como Argentina. Estamos perdiendo enormes oportunidades en el sector de las energías renovables.
¿Qué aprendió el país después del fenómeno de El Niño?
La enseñanza fundamental es revisar cuál será el backup del sistema. Nuestro mensaje es: hay que usar todos los recursos disponibles. Nosotros no vamos en contra de ninguna tecnología específica, sólo creemos que lo último que se ha hecho en política es privilegiar el carbón, porque es un recurso que está enterrado y disponible. Está bien que se promueva el carbón, aunque no sea la mejor salida en términos ambientales ni congruentes después de que Colombia firmó un compromiso de reducción de emisiones en el COP 21, en Francia, pero también hay un importante recurso eólico y solar.
¿Por qué nos volvimos tan adictos a las hidroeléctricas y termoeléctricas?
Fue por un tema de practicidad. Pero dudo que los inversionistas quieran grandes represas o hidroeléctricas por la cantidad de problemas de licencias ambientales que tuvieron el Quimbo, Hidrosogamoso e Ituango. La solución ya no será esta fuente y tampoco hay gas para generación térmica. Entonces la salida está en el carbón o las renovables, y estas últimas necesitan esquemas diferentes al cargo por confiabilidad para lograr cierres financieros.
¿Por qué se necesita cambiar el cargo por confiabilidad para las energías renovables?
Dicho cargo funciona muy bien para los térmicos, porque remunera una cosa que se llama energía en firme horaria. Eso significa que las empresas deben estar disponibles cualquier hora del día y, en caso de un evento de sequía, tienes que generar en esa hora lo que prometiste. Pero cuando dependes del viento y la radicación, no sabes si tienes esa energía en forma, entonces no nos funciona porque no podemos garantizar ese nivel de firmeza horaria. Por eso buscamos un sistema alternativo. Ojo, no estamos diciendo que se acabe con el cargo por confiabilidad, pero sí que necesitamos un mecanismo alternativo de contratación a largo plazo, que permita el cierre financiero de estos proyectos.
¿Por qué si Colombia tiene lugares como La Guajira, en donde abundan el viento y el sol, hasta ahora estamos despertando en el tema de energía renovable?
Con La Guajira entendemos que en el sector eléctrico hay dos mundos: la política pública y la conexión. Expliquemos el segundo. En La Guajira está el recurso en el Cabo de La Vela, pero no tenemos una línea de interconexión desde allá hasta la Baja Guajira, donde está el sistema. La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) va a sacar una convocatoria para la construcción de esa línea. Pero resulta que eso está previsto que entre en 2023, por las demoras en el licenciamiento ambiental y social. Supongamos que eso sí ocurre. La subasta por cargo por confiabilidad, que se hará en los próximos meses, cubre la demanda para proyectos que entran en 2021. Eso quiere decir que arreglamos el asunto de la línea, pero no el regulatorio, porque las renovables no entran ahí. Eso es como tener a la mamá, pero muerta. Necesitamos que en la línea se avance y al mismo tiempo se destraben los mecanismos alternativos.
¿Qué otras zonas podrían funcionar para explorar y desarrollar estas tecnologías?
En términos de eólico es La Guajira. Su viento podría llegar a cubrir la demanda nacional. De ese tamaño es su capacidad. En energía fotovoltaica se pueden explorar en el Cesar, Arauca y Meta. En biomasa ya sabemos que está muy concentrada en ingenios azucareros, pero con los temas de palma esperamos que aumente.
¿Cree que estamos atravesando una crisis en el sector eléctrico?
El sistema está en un momento complicado y se necesita que se revise el esquema. El cargo por confiabilidad, por ejemplo, es un instrumento de expansión que necesita ajustes, pero que funciona. Es menester revisar mecanismos alternativos y un diseño de un mercado de contratos que permita, tanto al que vende energía como al que la compre, cubrir sus riesgos. Eso está inventado, pero hay que ser muy ágiles para tomar decisiones en política y regulación para cubrirnos. No es que el mundo se va a acabar o que habrá un apagón, pero hay que definir una matriz confiable porque la experiencia de El Niño fue muy triste, pues las plantas estaban, pero por efectos de la regulación y lentitud en la toma decisiones estuvimos a punto de que el parque de generación se quebrara.