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Siembra de corales, talleres y charlas con profesionales; proyecciones en buques, playas, iglesias o bajo el cobijo de árboles inmensos y centenarios; desde 2015, los niños de Isla Fuerte sonríen, aprenden de cine, crean historia, historias, identidad.
Esta isla, ubicada en el departamento de Bolívar, es el corregimiento más distante de Cartagena y también es una de las protagonistas del Festival Internacional Cine en la Isla (Fecisla), que cada enero se realiza en este paraíso escondido de Colombia, a 20 minutos en lancha de Paso Nuevo, Córdoba.
Si no podían llegar al cine, el cine llegó a ellos, pero, además, aterrizó cargado de trabajo y sueños. Fecisla dejó de ser una muestra de cine para convertirse en una creación y exploración artística, una oportunidad para que residentes y visitantes se reúnan y reflexionen acerca de su entorno, cultura e identidad, tejiendo relaciones de respeto ante la diversidad, la preservación de los recursos naturales y el turismo sostenible.
“El principal objetivo es fortalecer el tejido social y comunitario de la población de Isla Fuerte desde el arte y la cultura, en especial a partir del cine, el cual permite no sólo llevar proyecciones de alta calidad, sino tener una parte formativa muy importante que es la que finalmente hace que el festival no sea sólo una intervención esporádica”, afirma Manuela Tabares Guzmán, comunicadora del Festival.
Se enfocan en la población infantil, aunque intervienen otros grupos bajo las líneas transversales, que son: identidad afrodescendiente, cuidado medioambiental y desarrollo comunitario.
“El Fecisla nació hace cerca de seis años, cuando un grupo de amigos y colectivos de Medellín empezaron a hacer cortometrajes con niños y adultos nativos. En 2015, entonces, se realizó la primera versión del festival, más como una muestra de estas obras donde aparecían muchos de los habitantes isleños, para compartir lo que se había hecho”, resalta Manuela.
En vez de una sala de cine, un enorme y centenario árbol de camajón, el Tuntún, fue el testigo de la primera proyección de este festival. El temor de que la comunidad no asistiera al ser un lugar sin luz, alejado del caserío, invadió al equipo. Eran las 7 de la noche y apenas unas cuantas personas habían llegado; temieron lo peor, pero en los siguientes veinte minutos, cientos de personas llenaron las sillas bajo el silencioso árbol para ver al viejo Juancho, el protagonista de la película inaugural, en la pantalla grande, cuentan los organizadores.
Añaden que fue místico y cercano. La proyección, su protagonista acostado en una hamaca viéndose, el fuego, las sonrisas, los silencios, todas esas personas fuera de sus cotidianidades compartiendo a través del cine una noche única.
Manuela Tabares asegura que se decidió hacer el festival en Isla Fuerte por el nivel de cercanía logrado con la población, el trabajo previo de realización con la gente y porque es un territorio muy bonito en el que no hay oferta cultural de ningún tipo, lo que hace que sea un desafío más grande desde lo económico e incluso la logística, pero también que haya una oportunidad mayor de construir y contribuir al mejoramiento de las condiciones en la isla.
El festival, sin embargo, hace cada año muestras itinerantes donde se presentan las obras realizadas por los niños, las ganadoras o parte de las selecciones oficiales y algunas de las exposiciones fotográficas. Estas muestras se han hecho en Berlín (Alemania), Medellín y Guarne (Antioquia). Las obras de los niños han sido seleccionadas en festivales de México y Colombia, como el FestiCine Kids en el que ganaron dos premios.
Otros de los logros alcanzados en la comunidad es tener muy buena recepción tanto en la isla como en los visitantes, que aumentan edición tras edición. También fomentar un turismo más sostenible y aportar con el mismo a la economía. “Es muy valioso que se hayan reactivado organizaciones comunitarias como la Junta de Acción Comunal y el Consejo Afrodescendiente para, entre otras, poder gestionar recursos”, cuenta Manuela.
La financiación ha venido transformándose al mismo ritmo del festival. El primero y el segundo se hicieron con un recurso muy mínimo, venta de boletas y los planes de viajes a la isla propios del festival. Para el tercero contaron con recursos del Ministerio de Cultura desde el Programa de Estímulos Concertados y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, según la comunicadora.
Para este año cuentan también con fondos del Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar, como apuesta por traer visitantes con el Tour Fecisla, del que se aporta para la consecución del evento y otros porcentajes para la conservación de las tortugas carey y para mejorar la biblioteca comunitaria de la isla. También han tenidos alianzas con instituciones públicas y privadas que han creído en el proceso.
“Para esta época la isla se embellece aún más, porque la comunidad está reunida en torno al arte. El cine es el principal puente para promover un sinfín de encuentros pedagógicos, musicales e, incluso, de preservación del medio ambiente”, resalta Carolina Villalba Castaño, participante de Fecisla 2017 y quien este año volverá.
La cuarta edición, conocida como “El Lenguaje del Mar”, se realizará del 16 al 20 de enero y es la oportunidad de explorar a través del cine y el arte la vida, el origen, la relación del hombre con el agua y la fortaleza de la inmensidad. El cine a la isla, los niños protagonistas, una apuesta por lo nuestro.