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Ganadoras y bendecidas

Dos sobrevivientes de cáncer de seno hablan de la importancia de hacerse el autoexamen, el apoyo de la familia durante el tratamiento y el trabajo en equipo con los médicos. Un relato que exalta la vida e invita a romper esa idea de que cáncer es sinónimo de muerte.

María Alejandra Moreno T
28 de octubre de 2018 - 03:43 p. m.
Los casos de cáncer de mama se curan en un 97 % si se detectan a tiempo. / Getty Images
Los casos de cáncer de mama se curan en un 97 % si se detectan a tiempo. / Getty Images
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"Antes de casarme recuerdo que me salió una bola en un seno, pero no le presté atención. Creí que era un quiste; a mi mamá y mi hermana les había pasado, pero nada grave”, así recuerda Silvia Restrepo su primer contacto con una masa extraña que ignoró completamente mientras seguía con los preparativos de su boda y una carrera ejecutiva en ascenso. En su “mejor momento de la vida”, como ella dice, le empezaron unos corrientazos en el seno. Esa fue la señal de alerta que la obligó a asistir al médico.

Una visita que desencadenó en una serie de exámenes que finalmente confirmaron cáncer de seno en estadio tres. “Yo me creía invencible. Decía ‘eso nunca me va a pasar’, además, eso solo les da a mujeres viejitas. Soy fiel testimonio de que a una mujer joven le puede dar cáncer de seno”, dice Silvia, quien después de la noticia hizo un alto en su vida para dedicarse a un tratamiento que duró ocho meses y batallar con ese pensamiento de que el cáncer es sinónimo de muerte y replantear su propósito de vida.

“Con la noticia se mueven muchos sentimientos. No tuve tiempo para asimilar lo que estaba pasando, mi esposo me acompañó en todo momento y lo más difícil fue contarle a mi mamá”, señala Silvia mientras explica que a la semana ya estaba en quimioterapias y con ellas los cambios físicos como la caída del cabello, las cejas y las pestañas. En su caso, como el tratamiento fue con corticoides, se subió 20 kilos, los cuales empezaron a afectar su autoestima. Por esos días su hermano le preguntó que si podía llamarla la amiga de una amiga. Silvia accedió sin imaginarse que esa llamada iba a ser el inicio de una nueva amistad y la que replantearía su propósito de vida.

La llamada llegó al poco tiempo. “Detrás de la línea telefónica oí una voz alegre que me dijo: ‘Mira, yo tuve el mismo cáncer que tú, en el mismo lugar y salí de esa’”. La mujer detrás de esa línea es Claudia Cuartas, sobreviviente de cáncer y una de las fundadoras de Amese, una entidad que nació para acompañar a las mujeres y sus familias durante la enfermedad. Llevan doce años dando asesorías jurídicas, psicológicas y talleres de alimentación, por mencionar algunos temas. Hasta el momento 9.195 mujeres se han beneficiado con grupos de apoyo y su objetivo es llegar a colegios, empresas y diferentes municipios de Colombia para educarlas en el tema.

Cuando una mujer se enfrenta a una noticia como esta, “el apoyo de la familia y tus amigos es fundamental. Al pasar por los procesos de la enfermedad me di cuenta de que se necesita educación y redes que te fortalezcan”, resalta Claudia Cuartas, directora de la Asociación Amese, quien con una amplia sonrisa habla de cómo esas miradas y ese pesar no aportan para nada en la recuperación de las personas; en cambio, la buena energía e incluso las recomendaciones de cada persona contribuyen a tener ánimo.

Eso sí, resalta que como su médico le dijo cuando la diagnosticaron, “esto es un trío. Usted, Dios y yo. Esto no va a fallar si trabajamos en equipo”. Trabajo que consistió en hacer caso solo a lo que dice el profesional médico y no acceder a tratamientos alternos como beber sangre de chulo, o diferentes remedios que recomiendan las personas y no tienen rigor científico. Por otro lado, hablar con mujeres que también han pasado por la misma situación y conocer su historia es un aliciente para seguir adelante y entender que si la enfermedad se detecta a tiempo el tratamiento es más efectivo.

“Cuando hablé con Claudia me identifiqué con su historia y solo dije ‘si ella salió yo también puedo’. Fue mi gran motivante”, afirma Silvia Restrepo, quien es voluntaria de Amese y se ha dedicado en estos últimos años a hablar con mujeres de todas las edades para promover el autocuidado, el autoexamen y ser más conscientes de que el bienestar y la salud están en las manos de cada mujer. En Colombia, según Globocan, cada año se detectan en promedio 7.000 nuevos casos de cáncer y para el 2018 se estiman 13.380 nuevos casos. De ahí la importancia de estar pendientes de cualquier cambio que se presente y acudir al médico.

Las mujeres que están pasando por este proceso pueden acudir a “Amese, para que las acompañe durante el tratamiento. Y aquellos que se quieran unir a nuestra causa pueden contribuir con sus donaciones”, señala Claudia Cuartas, quien está organizando la Cena Rosa, una iniciativa para recaudar fondos y apoyar a más mujeres y familias que estén enfrentando enfermedades del seno. Este año participarán ocho chefs, quienes donan su trabajo, que harán vivir una experiencia única a sus asistentes mientras apoyan la Asociación.

“Al igual que yo, queremos que más mujeres puedan recibir un apoyo para salir adelante y saber que nunca estamos solas”, puntualiza Silvia Restrepo, una voluntaria que hoy trabaja para salvar vidas.

Por María Alejandra Moreno T

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