¿Influyen los cultivos ilícitos en la deforestación de Colombia?

Detrás de la tala ilegal de bosque hay múltiples y complejos factores. Aunque no es el que más incide, la siembra de coca también ha impactado el medio ambiente: por cada hectárea de cultivo, se deforesta 1,4 hectáreas de selva. Territorios amazónicos, los más perjudicados.

Ingrith Gómez Morales/ igomez@elepectador.com / @IngrithGomez23
30 de octubre de 2019 - 03:00 p. m.
La Amazonia sigue siendo la región con la mayor concentración y número de núcleos de deforestación./ Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.
La Amazonia sigue siendo la región con la mayor concentración y número de núcleos de deforestación./ Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.

Colombia es uno de los países más afectados por la deforestación. Junto con Brasil, Indonesia, República Democrática del Congo y Bolivia, es uno de los que más selva tropical ha perdido en los últimos años, de acuerdo con el último informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI). Como lo mostró el Ideam en su último boletín de detección temprana, en 2019 los tres departamentos más afectados por esta actividad son Guaviare, Meta y Caquetá. Entre los tres perdieron 35.000 hectáreas de bosque en el primer trimestre del año. Es una cifra que equivale a poner, uno tras otro, 95 parques Simón Bolívar en Bogotá.

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Como lo han repetido en diversas oportunidades varias autoridades ambientales, a Amazonia sigue siendo la región con la mayor concentración y número de núcleos de deforestación. Entre enero y marzo se detectaron seis puntos. Además, se identificaron uno en el Pacífico norte, otro en Norte de Santander, uno más en los Montes de María y otro en la Sierra nevada de Santa Marta. Norte de Santander fue el principal núcleo de deforestación de este trimestre.

Detrás de este fenómeno se esconden varios factores. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la expansión de la frontera agropecuaria, la minería ilegal, la construcción de infraestructura y de áreas urbanas, el consumo de leña y la expansión de cultivos ilícitos son las principales actividades que representan motores de deforestación en el país. Los incendios de los últimos meses, motivados por diferentes propósitos, también han destruido una gran cantidad de bosques. “Entre enero y septiembre de 2019 las quemas han arrasado con 120.000 hectáreas”, aseguró la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).

Estas cifras reflejan, según el último informe del WRI, realizado por Global Forest Watch, que la pérdida de selva virgen aumentó 9 % en 2018. Ese mismo año también fue el cuarto peor en términos de deforestación de la selva tropical, por detrás de 2016, 2017 y 2014.

"Es tentador aplaudir un segundo año de bajada tras el pico de 2016, pero si observamos los últimos 18 años, está claro que la tendencia mundial sigue al alza", dice el documento.

Este problema, que después de varios años parece imparable, ha llamado la atención de varias instituciones como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ”La deforestación es la principal preocupación medioambiental del momento”, asegura esa entidad. También señala que los cultivos ilegales, especialmente de las plantaciones de arbustos de coca, como se presenta en América del Sur y, hasta cierto punto, el cannabis, son uno de los factores de esta actividad en países como Colombia”.

¿Cuál es el rol de estos cultivos en las escandalosas tasas de deforestación? ¿Qué tanto inciden en el daño ambiental que se presenta actualmente en el país? Para Rodrigo Botero, director de la Fundación para el Desarrollo Sostenible, aunque los cultivos de coca no son el motor principal de la deforestación en Colombia, sí han incidido en esta actividad. "La causa original es la apropiación y acumulación ilegal de tierras", explica. De acuerdo con sus análisis, la afectación por cultivos de coca está focalizada. La región amazónica, por ejemplo, es una de las más afectadas. “El río Guayabero, el río Inírida, la zona Mecaya-Sencella, son algunas de las zonas donde hay concentración de coca y resultan afectadas por estas actividades”.

Otro problema que se suma es el de la contaminación de ríos por parte de los productos químicos que resultan de la fabricación de las drogas, pues en muchas ocasiones son vertidos al agua. "Los productos químicos usados en la cadena ilegal de suministro de cocaína y otras drogas también contribuyen a la contaminación y a riesgos sanitarios en el ambiente rural", asegura la ONU.

Los cálculos hechos por la Policía Antinarcóticos muestran la complejidad del problema: por cada hectárea sembrada de coca, se pierde, aproximadamente, 1,4 hectáreas de bosque, equivalentes a una cuadra y media de Bogotá. Si el área de cultivos de coca que hoy tiene Colombia es de 169.000 hectáreas, eso quiere decir que, probablemente, fueron destruidas 240.093 hectáreas de bosque, que es lo mismo que destruir 2.125 Parques Simón Bolívar.

Además, la producción de sustancias psicoactivas en Colombia afecta, en general, a 85 especies de mamíferos; 134 especies de anfibios; 868 especies de aves; 147 especies de reptiles y 343 especies de insectos (abejas, abejorros, avispas, hormigas, etcétera).

Para Botero, zootecnista de la Universidad Nacional, otro de los puntos más importantes a la hora de hacer este análisis es lo que sucede con las áreas que son destinadas al cultivo de coca para fines ilícitos. “Se traducen rápidamente en zonas de ganadería, lo cual consolida la deforestación y amplía el efecto de degradación de suelos, fragmentación ecosistémica y disminución de caudales superficiales”, dice. Además, estas siembras “generan procesos migratorios de gran impacto sobre áreas naturales y poblaciones locales ya sean indígenas o campesinos".

Otro de los interrogantes por resolver en este complejo escenario es ¿qué tanto ha incidido el conflicto colombiano en el incremento de ese índice de deforestación? Pablo José Negret y otros investigadores de la Universidad de Queensland y de organizaciones como WCS, WWF, The Nature Conservancy y el Instituto Humboldt en Colombia, intentaron resolver esa pregunta en un estudio, publicado en la revista Biological Conservation, titulado “Nueva evidencia de que el conflicto armado y los cultivos de coca influyen en los patrones de deforestación”.

En él hacen un análisis de la relación que ha tenido la guerra interna del país, entre 2000 y 2015, con la deforestación. El informe involucra otras 17 variables de análisis. La distribución de los cultivos de coca, es una de ellas. Entre sus principales conclusiones aseguran que la deforestación se asoció de manera positiva con la intensidad del conflicto armado y la proximidad a las plantaciones ilegales de coca, principalmente, con la Amazonia colombiana, Tumaco, Catatumbo y las montañas de la Macarena y la Sierra Nevada.

Así mismo, señalan que, en medio de este panorama, hay otros factores que suelen incidir en este fenómeno. La proximidad a concesiones mineras, pozos petroleros y la red de carreteras también tienen una estrecha relación con el aumento de la deforestación.

Otra conclusión del estudio, es que, si se toman en cuenta las 17 variables del modelo de estudio, la deforestación se concentra sobre todo en el piedemonte amazónico y en la cordillera de los Andes, pero cuando se observa solamente la presión ejercida por el conflicto armado y los cultivos de coca; las zonas más críticas se presentan en la Amazonia y en algunas regiones del Chocó.

“Esto tiene sentido porque la coca es un cultivo ilegal y por lo tanto se buscan zonas de difícil acceso para su plantación, pero esto termina afectando el bosque primario muy bien conservado”, le dijo Negret a Mongabay Latam.

Por Ingrith Gómez Morales/ igomez@elepectador.com / @IngrithGomez23

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