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Danza del vientre, danza oriental, danza árabe o bellydance son los nombres más comunes que recibe este baile milenario en occidente. Algunos historiadores lo han relacionado con antiguos ritos prehistóricos, ceremonias de fertilidad, rituales de diosas madres y celebraciones para conectar con la divinidad. En los antiguos templos egipcios la danza era un quehacer sagrado.
Devorah Korek, bailarina y coreógrafa norteamericana radicada en Barcelona hace más de 20 años, afirma en su libro “Danza del Vientre” (Ed Océano, 2005) que con la expansión del cristianismo las mujeres fueron excluidas del ámbito religioso y la danza fue vista como un canto a la libertad sexual y el poder de la mujer.
“Sin embargo, la danza pervive y encontramos vestigios de ella en la franja que va desee la India hasta Marruecos, en un rica mezcla de diferentes cultura. En el siglo XVIII comienza a ponerse de moda en Europa el gusto por lo exótico y lo oriental. Pintores, poetas y músicos encuentran un mundo que ellos consideran salvaje y misterioso. Muchos escritores y artistas se adentran en las ensoñaciones de oriente representado un mundo imaginario. En esta época nacen los estereotipos de harenes y seductoras odaliscas que aun hoy permanecen en nuestro imaginario colectivo”, relata Korek.
Antonina Canal, pionera de la danza oriental en Colombia y directora de la academia Prem Shakti, ha trabajado por más de 15 años rescatando el antiguo sentido de esta danza y usando sus beneficios a nivel físico, emocional y mental para empoderar a cientos de mujeres. El próximo 24 de agosto, en el auditorio del Gimnasio Moderno (Bogotá) más de cien bailarinas cautivarán al público con su alegría, elegancia y sensuales movimientos de caderas. Esta vez, Saida Heluo y Yamil Annum, de Argentina, serán los invitados internacionales, que dictarán talleres de técnica ese fin de semana.
Para las interesadas en recibir dos sesiones de danza gratis con Antonina Canal, sólo deben enviar sus datos al correo psantana@elespectador.com para recibir las instrucciones.