La denuncia de la mujer desnuda que apareció en la alfombra roja de los Cannes

Aunque ningún grupo se ha reivindicado el acto, la mujer hizo un llamado ante los actos de violencia que ha cometido Rusia en Ucrania.

21 de mayo de 2022 - 05:10 p. m.
La mujer apareció en la alfombra roja de la película "Stop raping us".
La mujer apareció en la alfombra roja de la película "Stop raping us".
Foto: AFP - LOIC VENANCE

Una mujer, con los colores de la bandera ucraniana pintados en el pecho con el mensaje en inglés “dejen de violarnos” y unas bragas manchadas de rojo, irrumpió el viernes en la alfombra roja del Festival de Cannes.

Por el momento, la acción no fue reivindicada. Los servicios de seguridad la apartaron rápidamente del lugar.

El Parlamento Europeo condenó a principios de mayo el uso de la violencia sexual como “arma de guerra” en Ucrania, invadida por Rusia, y pidió a los países que acogen a las mujeres que huyen del país que les proporcionen acceso a los cuidados ginecológicos, métodos anticonceptivos y al aborto.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció a mediados de abril “cientos de casos de violaciones”, constatados en las zonas que habían sido ocupadas por el ejército ruso, “incluido niñas menores y bebés”.

Testimonios recogidos por los medios corroboran a mediados de abril lo que muchas oenegés temían sobre el uso de las violaciones como “arma de guerra”.

El eco de las bombas en Ucrania aún resuena en Cannes

Los ecos de la guerra en Ucrania siguieron resonando con fuerza este jueves en el 75º Festival de Cannes, con polémica en torno a la presencia del director ruso Kirill Serebrennikov y un documental póstumo sobre la ciudad mártir de Mariúpol.

Dos días después de la apertura del certamen, con un mensaje videograbado del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, Cannes comprobó de nuevo que abrir la puerta a la actualidad tiene consecuencias inesperadas.

“Creemos realmente que todo lo que es ruso tiene que ser suprimido”, dijo a la AFP Andrew Fesiak, productor ucraniano de filmes.

El productor aludía a Serebrennikov y a su película “La mujer de Chaikovski”, que compite por la Palma de Oro, y que aborda sin tapujos la homosexualidad del compositor ruso, un ídolo en su país.

Serebrennikov es un cineasta enfrentado al régimen de Vladimir Putin, que lo condenó por desvío de fondos. Exiliado en Berlín, el miércoles emocionó al público en la sala con un “¡No a la guerra!”, proclamado con fuerza.

Serebrennikov “no es un opositor, en absoluto”, considera, sin embargo, Fesiak. “Toda su carrera ha sido financiada con el dinero del gobierno ruso”, añadió. El director ruso, cuya película fue recibida con aplausos, tuvo que contestar repetidas veces a preguntas sobre esa financiación en rueda de prensa.

En entrevista con la AFP, Serebrennikov precisó que su filme estuvo financiado “por empresas independientes rusas” y por “fondos europeos”. Para Andriy Khalpakhchi, director del festival internacional del filme de Kiev Molodist, no existen “rusos buenos” en este momento.

“Entiendo por qué dicen lo que dicen. Entiendo que están en una situación terrible, que hay gente que pierde su vida, su casa (...) Para ellos, es incluso difícil oír el idioma ruso”, declaró Serebrennikov, conocido por sus posiciones favorables al colectivo LGBT+ en Rusia, que le han granjeado problemas.

La posición de un “boicot total”, más allá de las delegaciones oficiales rusas, que están prohibidas en Cannes, es defendida por sectores ucranianos “ultras”, advirtió el pasado lunes el delegado general del festival, Thierry Frémaux, para quien la polémica está zanjada.

El horror crudo

Cannes pudo, por otro lado, revivir de forma cruda el horror de la guerra con la presentación de un documental, “Mariupolis 2″, del director lituano Mantas Kvedaravicius, que pagó con su vida el rodaje.

De casi dos horas de duración, el documental fue montado a contrarreloj por su equipo, tras la muerte de Kvedaravicius el 30 de marzo, a manos de las tropas rusas.

“Era importante para él demostrar la vida y la gente en tiempo de guerra, más que la guerra”, explicó a la AFP su novia, Hanna Bilobrova, que montó el documental.

“Cuando oímos hablar del asedio de Mariúpol, sabíamos que aún había vida, y él dijo: ‘tenemos que ir’”, añadió la joven, con la voz rota por la emoción.

Kvedaravicius había estado en Mariúpol, una ciudad portuaria a orillas del mar de Azov, cuando estalló el levantamiento de la minoría rusófila en la región del Donbás. El cineasta regresó en febrero de 2022 para reunirse con las personas que había conocido y filmado años antes.

Sin voz off ni música, el documental ofrece una mirada desnuda, de largos planos filmados principalmente dentro y fuera de una iglesia de la ciudad, con un grupo de refugiados, habitantes de Mariúpol que se resisten a abandonar el municipio.

Arriesgando sus vidas, los hombres y mujeres de la iglesia salen en busca de víveres, de ropa, bajo el ruido incesante de las bombas, los disparos, a veces lejos, a veces cerca.

Los refugiados en la iglesia creen que la protección divina les salvará de las bombas. En un momento del documental, un responsable local les pide que se vayan para poder cerrar el templo. Los que están dentro se niegan, y al espectador solo le queda adivinar qué sucederá con esa gente.

Un director novel ucraniano, Maksim Nakonechnyi, y un veterano, Sergei Loznitsa, han sido invitados por el certamen para presentar respectivamente sus obras en los próximos días.

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