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La educación superior al servicio de un nuevo humanismo

Humanizar la educación significa poner a la persona en el centro de la educación, en un marco de relaciones que constituyen una comunidad viva, interdependiente, unida a un destino común.

Padre Hárold Castilla Devoz, rector general Uniminuto
30 de agosto de 2020 - 02:00 p. m.
El sentido de la educación, en todos sus niveles, debe estar al servicio de un nuevo humanismo.
El sentido de la educación, en todos sus niveles, debe estar al servicio de un nuevo humanismo.
Foto: Pixabay

El llamado se nos hace urgente para cuestionar nuestra actual forma de estar en el mundo y de relacionarnos con la naturaleza, a mirar el presente y futuro con optimismo y prudencia, siempre con una disposición positiva a transformarnos desde adentro para seguir brindando respuestas pertinentes al entorno desde nuestras misiones institucionales.

Estamos en un mundo con problemas contemporáneos y multidimensionales que a su vez están interconectados: crisis en nuestros sistema de salud, agudización de los problemas políticos; aumento de los problemas económicos y financieros, ahondados por el confinamiento, lo que crea mayores índices de desempleo; disputas por las riquezas que nos da la naturaleza y que queremos explotar a toda costa, sin pensar en la futuras generaciones ni en la sostenibilidad del planeta; crisis migratorias agravadas por la xenofobia y el miedo que nos produce que el otro nos robe nuestro bienestar; situaciones de violencia que se agudizan y hacen más lejano ese sueño de la paz. Todos son problemas agravados por la desigualdad económica y social que afecta a los más vulnerables de nuestra población.

¿Qué se pone en juego aquí? Nuestra humanidad. Es por ello que el sentido de la educación, en todos sus niveles, particularmente en el de la educación superior, debe estar al servicio de un nuevo humanismo, donde la persona social se encuentra dispuesta a dialogar y trabajar para la realización del bien común.

Así lo reafirma la reflexión propuesta por la Congregación para la Educación Católica, a través de su documento “Educar al humanismo solidario”, del 2017, donde se insiste en que el proyecto educativo de las Instituciones de Educación Superior (IES) debe estar siempre referido a humanizar la educación; es decir, transformarla en un proceso en el cual cada persona pueda desarrollar sus actitudes profundas, su vocación y contribuir así́ a la vocación de la propia comunidad. Humanizar la educación significa poner a la persona en el centro de la educación, en un marco de relaciones que constituyen una comunidad viva, interdependiente, unida a un destino común.

Una educación humanizada, por lo tanto, no se limita a ofrecer un servicio, sino que se ocupa de los resultados de este en el contexto general de las aptitudes personales, morales y sociales de los participantes en el proceso educativo. No solicita simplemente al profesor enseñar y a los estudiantes aprender, más bien impulsa a todos a vivir, estudiar y actuar en relación con las razones del humanismo solidario. A través de este se cuida la humanidad del futuro, la posteridad, con quienes se debe ser solidarios tomando decisiones responsables. Esto es aun más verdadero con respecto a la formación académica, porque es a través de ella que se proporcionan las competencias necesarias para tomar las decisiones decisivas del equilibrio de los sistemas humano-sociales, naturales, ambientales, etc.

Los temas desarrollados en los cursos universitarios, en este sentido, se deberían realizar según un criterio decisivo para la evaluación de su calidad: la sostenibilidad con las exigencias de las generaciones presentes y futuras.

De manera concreta, como Instituciones de Educación Superior, tenemos ante nosotros un reto de revisar nuestros modelos pedagógicos y sistemas de evaluación, para que, a partir de la formación de los estudiantes, podamos responder a la sociedad con profesionales que, con una nueva visión del mundo, puedan encontrar en la solidaridad una forma que construye puentes, humaniza y ayuda a un crecimiento mutuo y comunitario.

Profesionales que, partiendo de un conocimiento situado, acompañan a las comunidades para alcanzar un desarrollo local que redunda en avances regionales y nacionales y, al mismo tiempo, lideran iniciativas y prácticas de transparencia ética que contribuyen a disminuir los impactos negativos que se producen en los contextos de realidad del mundo.

*Rector general de la Corporación Universitaria Minuto de Dios.

Por Padre Hárold Castilla Devoz, rector general Uniminuto

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