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La entrenadora de Los Delfines

EN NUQUÍ, CHOCÓ, YENNY VALENCIA

El Espectador
19 de noviembre de 2014 - 03:17 a. m.

En Nuquí, Chocó, es fácil distinguir a los niños que hacen parte del equipo de fútbol “Los Delfines”, y no es únicamente por sus uniformes verdes y amarillos, es más bien por su forma de caminar, su manera de comportarse, por la dignidad con que llevan en el pecho el nombre de su equipo bordado y por la reputación de decentes que se han forjado en el pueblo. Eso era exactamente lo que Yenny Valencia o “la profe Yenny” quería cuando creó este grupo.

Todo comenzó por un evento que al principio parecería desafortunado. “Yo tenía un niño pequeño, un muchacho que ya hoy tiene 15 años. Un día fui a verlo jugar fútbol y llegaron un grupo de niños más grandes y lo sacaron de la cancha. Entonces yo pensé: ¿cómo así? Los niños también tienen derecho. Y le dije a mi hijo: “dígale a sus amiguitos que les voy a organizar un equipo de fútbol”.

Y así fue como esta ama de casa, esposa de un pescador, se convirtió en entrenadora de fútbol y líder de esta comunidad. En cuestión de horas la noticia había corrido por la pequeña población sobre el pacífico y comenzaron a amontonarse los niños frente a la casa de Yenny. El equipo se llamaría “Los Delfines”, las edades de los jugadores serían desde los 5 años, hasta los 15 y jugarían en la playa todas las tardes después de realizar sus tareas escolares. Eso sí, desde un principio quedó clara la principal regla de “Los Delfines” y la verdadera motivación de esta chocoana, una norma inamovible e innegociable: el que se portara mal en la casa o en el colegio, no podía jugar.

Los delfines inicialmente jugaban descalzos frente al mar. Nadie apostaba mucho por ellos, eran pequeños, sin recursos y lo más grave, su entrenadora y única líder era una mujer. Pero ni la profe Yenny ni los jugadores se dejaron intimidar. Practicaban todas las tardes con disciplina. Con el tiempo tanto padres como docentes notaron el cambio positivo en los niños que hacían parte del equipo y esta especie de “fenómeno” llegó a los oídos de una turista de Bogotá que un día fue hasta la playa a verlos jugar. La capitalina se conmovió tanto con el equipo de pequeños futbolistas que les donó los uniformes, guayos y balones. “Era importante tener los uniformes, ya estábamos saliendo a jugar a otros corregimientos y venían niños de otras partes a jugar a Nuquí, y yo los tengo tan organizaditos que daba tristeza verlos jugar sin camisa y descalzos”, cuenta Yenny.

Por lo menos 170 niños han tenido el honor de llevar ese uniforme amarillo y verde, y según Yenny, son muchos los pequeños que cuando la ven pasar le dicen “profe ya casi cumplo 5 años, me estoy portando bien, guárdeme un uniforme por favor”.

Más adelante, el compromiso con el buen comportamiento y el deporte recibiría otro regalo. Las autoridades de Nuquí les organizaron una cancha de fútbol o por lo menos dos arcos sobre un terreno cerca al mar. Dejaron de jugar descalzos en la arena para ponerse los guayos ante la mirada atónita de los jóvenes mayores que hace unos años los desalojaban de las canchas. La Profe Yenny también ha evolucionado. Antes lo que quería era respeto por los pequeños futbolistas, hoy se atreve a anhelar más. “Sueño con un James, un Cuadrado y muchos Falcaos. Sueño con estar frente al televisor y ver que uno de esos niños que yo entrené tenga la oportunidad estar en las ligas profesionales”, dice la entrenadora de ‘Los Delfines’.

Por lo pronto la Profe Yenny debe darse por bien servida. Tal vez no lo sepa el mundo entero o ni siquiera una pequeña fracción de Colombia, pero en su pueblo, en Nuquí, ser jugador de ‘Los Delfines’ ya es motivo de admiración. No hace falta verlos uniformados para saber que los niños que caminan con la cabeza en alto y miran respetuosamente a los ojos, son los que entrena y educa Yenny Valencia.

Por El Espectador

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