Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

La estafa más vergonzosa de la tierra

A punta de ingenio, un joven se adueñó en el siglo XIX de las tierras más ricas de E.U. Más de cien años después, en Colombia se despoja de la tierra a punta de miedo.

Por Uriel Ariza-Urbina, colaborador de Soyperiodista.com

08 de agosto de 2013 - 06:51 p. m.
EL ESPECTADOR
PUBLICIDAD

1

En la primavera de 1881, un joven de 26 años se presenta en la oficina de reclamación de tierras en Phoenix, Arizona, con un legajo de documentos debajo del brazo. Un completo dossier de pergaminos antiguos en los que demostraba ser el único dueño de los territorios mineros más ricos de los Estados Unidos.

En el verano de 1998, un grupo armado de las Autodefensas de Colombia asola los montes del Magdalena. El jefe apunta en el mapa varias parcelas que debe arrebatar a sus dueños para ampliar el rango de autoridad y riqueza en su zona. Esta vez tienen en la mira una finca de 26 hectáreas en la vereda El Secreto.

El astuto personaje americano es James Addison Reavis, y había llegado a Phoenix dos años antes buscando trabajo. Experto en el arte de la caligrafía y la falsificación de firmas logra ocuparse como auxiliar en la oficina de títulos de propiedad de la rica Arizona.

La finca de los campesinos es rica en minerales que dan sabor al aguacate, el cilantro y la malanga del Caribe. Es una tierra que laboran de sol a sol y heredada por natura de los bisabuelos, y apenas produce algunos bultos de verduras y tubérculos que venden a los pueblos cercanos. Sustento de una familia. Porvenir de los hijos.

El acucioso Reavis clasifica y ordena miles de documentos. Un año después sabe de quién es cada hectárea de tierra y cuál es el trámite para reclamarla, sin tener que apuntar su revólver 38 largo a la cabeza de nadie, ya que la nación negociaba a las buenas con los legítimos propietarios.

Al mediodía llegan a la apacible vereda pintada en acuarela y habitada por esas personas que a fuerza de orgullo prefieren la muerte antes que desarraigarse del suelo que los parió. Los matones irrumpen en el rancho, acribillan a los padres, al hermano mayor y a un tío. Se marchan como si nada. Unas trillizas de tres años presencian la masacre. Un primo se las lleva al viejo Caldas. Denuncias al gobierno. Nada pasa. Pasa el tiempo.

Read more!

2

Reaves se da cuenta que las prósperas minas habían pertenecido a familias de abolengo españolas. Falsifica los títulos de propiedad de los territorios mineros con sus dotes de caligrafista, y se inventa un árbol genealógico que lo lleva hasta sus mismas raíces, el futuro y absoluto heredero: el tramposo James Addison Reaves.

En Riosucio, Caldas, las hermanitas crecen en una pobreza que desalienta al más fuerte. Solo piensan en volver a la parcela que las vio nacer. Sus nacimientos no fueron fáciles. Su mamá parió a una de ellas en el suelo, cortó el cordón con la cuchilla que degollaba las gallinas de los cumpleaños, y al notar que llevaba más hijos en su vientre se paró como pudo y con el dolor más salvaje que le anestesió su cuerpo caminó dos horas hasta el corregimiento. Allí, medio muerta, parió a las otras dos.

No ad for you

El gobierno americano de aquel entonces reconocía un tratado firmado con México y cedía los derechos de territorios a quienes probaran ser los herederos legales. Reavis estudia el castellano antiguo y arma su línea hereditaria con la fantástica historia familiar de un tal Miguel de Peralta, pariente lejano del rey Fernando el Católico.

Los paramilitares usan la intimidación y el favor de políticos corruptos para legalizar las tierras usurpadas, mientras el país se baña en sangre fratricida. La forma perversa de hacerse a la tierra empieza a perturbar a la sociedad colombiana de una manera que nadie imagina, y solo años más tarde develará su terrible verdad en un honesto y atemorizante mamotreto que cuenta el largo y sangriento guión de la violencia de la nación.

Read more!

Reavis necesitaba una esposa, así que viaja a México y se enamora de una sirvienta humilde y huérfana para convertirla en biznieta en la línea de herencia de los Peralta. Reavis le contó a la inocente joven campesina la increíble historia de que era la heredera de una enorme fortuna y se casó con ella.

No ad for you

El primo de las trillizas huérfanas hace el trabajoso papeleo lleno de sellos y firmas auténticas, de oficina en oficina…, una diligencia de nunca acabar y casi inútil de reclamar la tierra que les pertenece. Pero el primo también es ingenuo y no alcanza a entender por qué la autoridad no hace nada. Por eso no pierde la fe. No sabe que el país no solo vive el miedo en los míseros pueblos y montes. No sabe que el país vive también el miedo en las encumbradas oficinas y palacios del estado.

3

El falsificador norteamericano trabaja los documentos con tinta antigua y plumas de ganso a la usanza de la época colonial y los envejece con químicos especiales. Dos años después de una inteligente y ardua labor, Reavis presentó las pruebas legales que lo convertían en barón de Arizona, dueño de los yacimientos más ricos de los Estados Unidos.

En la fiscalía, la procuraduría y otros organismos evalúan los documentos legítimos de la humilde familia colombiana que clama por la devolución de su tierra de jugosos aguacates y malangas de sopa, pero no hay respuesta. El estado no sabe qué hacer ante esta modalidad de crimen que somete a los campesinos a entregar miles de hectáreas en todo el país, mientras la nación misma es desafiada a no entrometerse. Silencio de gobiernos. Tímido repudio de la sociedad. Dolor a gritos de campesinos.

No ad for you

Expertos americanos analizaron uno a uno los documentos del pillo Reavis y anunciaron al gobierno que eran auténticos. Las autoridades no tuvieron más remedio que ceder casi todo el territorio de Arizona a su nuevo dueño: el barón de Arizona, James Addison Reavis, y las grandes empresas mineras desembolsan millonarias sumas a su dueño.

La prensa colombiana denuncia con pudor la aberrante maniobra del despojo de la tierra a los campesinos por parte de los paramilitares. El estado crea, por fin, una ley de restitución de tierras que busca enmendar con ayuda a las familias víctimas de la violencia. Una ley que intenta resarcir todo lo inimaginable que pasa mientras esas personas intentan recuperar lo perdido. Y la vida que ya se perdió.

El pueblo americano estaba conmocionado con la noticia de que un tal Barón era el hombre más acaudalado de la nación. Reavis recibió un primer cheque de 25 millones de dólares del gobierno federal, y pasó de vivir de una pocilga a suntuosos palacios de más de cien mil dólares de la época.

No ad for you

4

Catorce años después, las trillizas no caben de la emoción al saber que les devolverán el terruño de sus dichas perdidas. Son las primeras adolescentes huérfanas en recibir la restitución de tierras en Colombia. Y tienen fe en lograr sus sueños de ir a la universidad con el apoyo del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas, aunque no han usado una computadora ni el internet. Por ahora solo les preocupa que “no hay libros para investigar”.

Dieciséis años después se descubrió la estafa más vergonzosa en la historia de los Estados Unidos, por encima del descalabro financiero del malversador Madoff, y se le devolvió la tierra a sus verdaderos dueños, con intereses. Se acusó a Reavis, pero ya estaba en la ruina. Su esposa fue exonerada y él fue sentenciado a seis años. Salió de la cárcel decrépito y murió a los 61 años, en 1914.

El gobierno colombiano, con verguenza, pretende devolver casi tres millones de hectáreas de tierras a quienes han sufrido la violencia en carne propia, y llevar a la cárcel a los culpables. Muchos creen que es una tarea temeraria que solo se cumplirá a medias. Asesinos, testaferros, corrupción, miedo, impunidad. Por lo pronto, la disputa por la tierra continúa en los estrados judiciales como en la guerra de los montes.

No ad for you

A las trillizas les dijeron que sus enemigos rondan cerca a su parcela. Son inocentes. La felicidad de una vida simple y aun en la pobreza es para ellas como abrir un regalo todos los días.

Por Uriel Ariza-Urbina, colaborador de Soyperiodista.com

Por Por Uriel Ariza-Urbina, colaborador de Soyperiodista.com

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.