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...la exposición de Warhol

Detrás de la  exposición de Andy Warhol, artista más famoso que comprendido, estuvo un joven hombre de arte,quien habló de la  experiencia de montarla en Bogotá.

PHILIP LARRATT-SMITH

26 de diciembre de 2009 - 04:00 p. m.
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Fue Colombia quien sugirió el título para la exhibición de Warhol.

La etiqueta sin traducción, “Mr. America” (no “Mister America” o “Mr. América”, como son algunas de las variaciones cómicas que la prensa ha generado) es políticamente incorrecta y recalca las inconsistencias e ironías de la historia; el hecho que un nombre latino, utilizado  por un empresario italiano para bautizar dos continentes, se haya convertido en sinónimo del país  más poderoso del mundo, país que además ha intentado hacer a los demás a su imagen y semejanza. Esta falta de consideración ante las sensibilidades de los demás países ubicados al “sur de la frontera” es totalmente americana – es benigna, dominante o indiferente, dependiendo del punto de vista. El mismo Andy Warhol resumió esta actitud a través de uno de sus habituales y expresivos comentarios: “No me importa si Venezuela o cualquier otro país se indispone. Nosotros somos los estados que decidimos unirnos para convertirnos en el mejor país del mundo, y fuimos los únicos que pensamos en adicionarle la palabra a nuestro nombre. Brasil no se hace llamar ‘Brasil de América’. Por lo tanto tenemos el derecho a llamarnos ‘América’ si así lo queremos. Es un nombre hermoso y todo el mundo sabe que se refiere a nosotros.”

Dada la cercanía de la alianza Colombo Americana,  junto con las ansiedades, descontentos y compromisos ideológicos que la acompañan, la relación dialéctica ente el proyecto imperial americano y la psicopatología subyacente, de la cual Warhol es su mejor exponente, me pareció el enfoque correcto. Fue un reto encontrar la lente adecuada para presentar la obra de Warhol de manera tanto original como fiel al contexto colombiano, sin embargo, ese mismo contexto me permitió explorar la obra del artista desde una nueva perspectiva. Al igual que Warhol, quien es más famoso que comprendido, Colombia es tanto conocida como desconocida. Dentro de los Estados Unidos la mayoría de la información de prensa acerca de Colombia es negativa debido a su llamada guerra contra las drogas. La reputación de Colombia como un sitio azotado por la guerra no es completamente infundada, pero para cualquiera que la haya visitado esta es claramente una caricatura de la compleja realidad que vive el país a diario.

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Durante el tiempo en que trabajé en la exposición descubrí un país lleno de superlativos: la mayor biodiversidad de las Américas, la mayor cantidad de asistencia económica por parte de los Estados Unidos con excepción del Medio Oriente, la constitución más larga de Latinoamérica, la mayor colección de artefactos precolombinos en oro, y el español hablado más puro del mundo. Uno de mis colegas me dijo que en el español colombiano hay más de trece palabras para describir a un indigente desde cualquiera de sus  aspectos. Sin embargo, en el siglo XIX los gramáticos colombianos produjeron más diccionarios de español castellano que cualquier otro país. La lista continúa.

Ahora que miro en retrospectiva, recuerdo ciertos detalles que cristalizan mi experiencia del montaje de la exhibición en Bogotá. El trayecto de veinte minutos que cada mañana nos llevaba por la Circunvalar, conduciendo por entre las montañas antes de descender hacia la Candelaria. (Era muy gratificante ver algunas vacas de verdad, como un amuleto en ruta hacia los psicodélicos papeles de colgadura de Warhol.) La sensación que el cielo era inmensamente alto y a la vez extremadamente cerca. El tener el mismo clima durante todo el año, balanceado con la posibilidad de vivir las cuatro estaciones dentro de un mismo día. El sofisticado grafiti político: un Martini con una AK-47 como agitador, o una granada en forma de piña. La experiencia única de visitar el estudio de Miguel Ángel Rojas, un artista que fusiona la política y la poesía con un formalismo intelectual admirable.

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A veces me parece que en este momento Bogotá es la ciudad más interesante de Latinoamérica. Aun mientras surge de un tremendo proceso de conflicto y sufrimiento, cuenta con una vitalidad y creatividad inmensa. Espero tener la fortuna de regresar a visitarla pronto.

Por PHILIP LARRATT-SMITH

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