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La legión menor

Los Superhéroes más importantes parecen estar en receso y al auxilio del desprotegido universo llegan los que se pueden considerar suplentes. Linterna Verde, Capitán América, Aquaman, El Ojo de Halcón y los Gemelos Fantásticos son algunos de ellos.

Por JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B. jpiedrahita@elespectador.com
26 de junio de 2011 - 08:58 p. m.

Mientras tanto, en el Salón de la Justicia, los superhéroes de primera línea no se reportan. Supermán parece estar todavía reviviendo sus primeros años en Smallville, Batman no se repone de la desdibujada que le provocó El Guasón en El caballero de la noche, la Mujer Maravilla anda más invisible que su propio avión y el Hombre Araña está dedicado a los musicales en Broadway. Sin embargo, los seres humanos protegidos por esta legión del bien no tienen de qué preocuparse, pues su seguridad está en manos de unos personajes que aunque tienen poderes similares a los ya mencionados, no han conseguido esos niveles superiores de reconocimiento y fama.

Sin duda, son superhéroes, esa denominación que en Estados Unidos es marca registrada y que es de uso exclusivo de las firmas Marvel Comics o DC Comics, porque cumplen con características para no ser considerados seres del montón. Para ellos no hay opción. O tienen la habilidad de lanzar rayos energéticos, saben volar, son invulnerables, manejan la telepatía o la telequinesis o, simplemente, deben salir de ese selecto grupo.

Sus poderes pueden tener orígenes diversos. Son extraterrestres, dioses mitológicos, razas ficticias, robots y hasta demonios y fantasmas. Aunque también se da el caso de aquellos que centran su fuerza en un accesorio como Linterna Verde, que con su anillo logra superar cualquier obstáculo. Sin olvidar a los que obtuvieron su poder a raíz de un experimento científico o un accidente en un laboratorio.

Eso de tomarse la justicia por mano propia sólo les queda bien a ellos. Supermán, por supuesto, trabaja aliado con las autoridades, mientras que Batman y el Hombre Araña han perseguido a los villanos, pero también han sido cuestionados, cercados y hasta condenados por esa misma justicia que quieren impartir.

Por lo general, el juego es el mismo y no hay discriminación entre los superhéroes de la serie principal de estrellas populares y estos ‘hombres’ de la legión menor, que deben ocupar una suerte de reserva y esperar su turno para actuar en beneficio de la comunidad. Se empeñan en crear una personalidad, diseñan unas vidas privadas que a la postre resultan siendo sus álter ego, porque sus existencias tienen un sentido sólo desde su condición de seres con poderes especiales. Cubren sus rostros con máscaras o antifaces tal vez porque lo único que les pertenece es su identidad. Las capas, en cambio, no son elementos que los héroes más contemporáneos han dejado en el clóset desde que uno de sus colegas se enredó y la turbina de una nave lo hizo picadillo, según lo que muestra la película Los increíbles.

Desde 1936, año en el que se realizó el primer boceto de un superhéroe, muchas cosas han pasado, pero sin duda lo que más ha influenciado su evolución es la realidad. La Segunda Guerra Mundial marcó el comienzo de los superhéroes y, asimismo, de los villanos. Es un momento en el que los seres humanos buscaron la posibilidad de refugiarse en algo que los alejara de la crudeza del mundo. Las historietas fueron útiles en ese propósito. Llegó el instante de la reflexión, de no tragar entero y surgieron los cuestionamientos más contundentes contra las legiones del bien.

Lo que sucedió entre 1945 y 1961 sólo seres con poderes extras lograron superarlo. Y, para beneficio de los responsables del Salón de la Justicia, apareció el editor y guionista norteamericano Stan Lee (Stanley Martin Lieber), quien en compañía de algunos dibujantes incrementó el número de superhéroes, aportando nombres como Los 4 Fantásticos, el Hombre Araña, Hulk (el Hombre Increíble), Iron Man, Daredevil y los X-Men, sin mencionar a otros personajes que confirmaron el dominio de Marvel Comics.

Las décadas del 70 y 80 se caracterizaron por un extraño proceso de humanización de los superhéroes y así se logró el cometido de acercarlos a los públicos objetivos. Traumas, complejos y padecimientos comenzaron a aparecer y a determinar el comportamiento de los personajes. Hasta hace poco lo que se había hecho era sacarle punta a lo mismo, hasta que a alguien se le ocurrió mandar a calentar al banco de suplentes y motivó el debut en la pantalla gigante contemporánea de Linterna Verde y el Capitán América, quienes hasta el momento no habían tenido mayor relevancia y las nuevas generaciones desconocían su existencia. Ellos dos auspician el recuerdo de otras figuras de este espectro de superhéroes un tanto relegados, que como Aquaman, Ojo de Halcón y los Gemelos Fantásticos le podrían apuntar a una toma particular del Salón de la Justicia. Aquí un repaso, con ojo biónico, a sus historias.

Por Por JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B. jpiedrahita@elespectador.com

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