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La lucha libertaria de Marleny Orjuela

Esta contadora dice que cuando asumió el liderazgo de Asfamipaz prometió hacerlo hasta que saliera el último uniformado. Al parecer, ese día ya llegó con la liberación, esta semana, de 10 policías y militares.

Alfredo Molano Jimeno

01 de abril de 2012 - 09:10 p. m.
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El martes 26 de junio de 2001, El Espectador publicó un perfil de Marleny Orjuela titulado: “Esta historia no termina sin libertad”. Once años después, tiene ese ejemplar en las manos, para mostrar que está a punto de cumplir su promesa. Han pasado 15 años trabajando en temas humanitarios. Ha visto varias liberaciones, aunque también funerales. Colombianos y Colombianas por la Paz, la organización que encabeza Piedad Córdoba, la designó como vocera de este proceso, que promete, según las Farc, ser el último.

Esta tolimense, de un pueblo llamado Anzoátegui, ha sido la mujer clave. Ha tenido que lidiar con el Gobierno y con la guerrilla. Asegura que, como todas, esta no ha sido una liberación fácil, y advierte que hasta que los diez secuestrados no estén en los helicópteros y estos hayan alzado vuelo no se podrá cantar victoria.

Usted terminó metida en esta lucha libertaria por su primo Alexánder Zambrano.

Él es como un hermano. Su mamá es una base importante en mi vida. Mi abuela materna y la mamá de Alexánder fueron las parteras de mi madre durante mi nacimiento. Imagínese de ahí para acá…

Usted es contadora, ¿Por qué termina trabajando en temas de derechos humanos?

En el 97 me gradué de contadora de la Universidad Santo Tomás de Aquino. Luego me especialicé en tributaria y quería buscar una empresa que me ayudara con los estudios para revisión fiscal y auditoría. Me preparaba para entrar a Ecopetrol. Esa era mi meta. Envié mi hoja de vida y cuando estaba en los trámites entró la llamada con la noticia de que había una toma guerrillera en Miraflores, Guaviare, donde estaba Alexander. Ahí mi vida cambió para siempre.

¿Cómo fue ese momento?

Arrancamos a tocar puertas. Llegamos a ir hasta San José del Guaviare. En esos días, se posesionaba Andrés Pastrana como presidente de la República, hasta que uno de los compañeros de Alexánder me dijo que se lo habían llevado secuestrado las Farc, pero que estaba vivo. Había muchas familias de la toma de Miraflores en Bogotá y eso nos permitió juntarnos y caminar juntos.

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¿Por qué nace Asfamipaz?

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Los familiares de los uniformados secuestrados nos empezamos a encontrar buscando respuesta a nuestro dolor: en la Defensoría del Pueblo, en la Procuraduría y todas esas instituciones. Éramos como familiares de una misma desgracia. Empezamos a conocernos, a juntarnos y formamos una delegación. Luego vimos la necesidad de crear una organización con personería jurídica. La fundan el 19 de enero de 1999, en pleno proceso de paz. En ese momento existía la esperanza de que se iba a abrir un proceso de paz entre la guerrilla y el gobierno de Andrés Pastrana. Y así fue. Cuando empieza el proceso de paz en San Vicente del Caguán un grupo de familiares de los secuestrados decidimos ir hasta allá. Nadie nos invitó pero allá estuvimos.

¿Por qué viajaron al Cagúan?

Nuestro propósito era conseguir una cita con Manuel Marulanda o con el Mono Jojoy, quien manejaba el bloque que más policías y militares tenía en su poder. Fui muchas veces a la zona de despeje, incontables, más de cuarenta. Un año después de tanto insistir permitieron que dos madres fuéramos hasta donde los tenían. Fuimos Amparo Rico, madre de Pablo Alberto Gamero Rico, y yo.

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¿Cómo fue esa experiencia?

Era septiembre del año 2000. Fueron cinco días caminando entre la selva. Antes de llegar habíamos pedido que nos dejaran ver a nuestros hijos para después reunirnos con todo el grupo. La noche anterior al encuentro teníamos mucha angustia. Fue una noche muy larga. Cuando llegamos, a las 6:30 de la mañana, desayunamos con ellos. Lloramos mucho y lo que más me sorprendió era el color de la piel de ellos. Peor que el color de los muertos. Fue un encuentro con abrazos y mucho llanto. A todos los que aún están secuestrados, hoy caminando hacia la libertad, los pude ver esa vez. Ahora sí les voy a dar el abrazo libertario, como siempre digo.

¿Después de que logra la liberación de su primo porqué continúa liderando Asfamipaz?

Cuando asumí liderar Asfamipaz prometí hacerlo hasta que saliera el último uniformado, independiente de si era Alexánder o no. Yo tengo palabra.

Ya han pasado 15 años en estas lides.

Sí, ha pasado mucho tiempo y muchas cosas. Muchos dolores y alegrías. Por ejemplo, cuando logramos que se firmara el acuerdo humanitario entre el gobierno de Pastrana y las Farc, en el que fueron liberados 55 policías y militares que estaban enfermos, y el gobierno liberó a 14 guerrilleros presos. Después, la guerrilla liberó unilateralmente a otros 304. Entre los años 2000 y 2001 el Eln liberó 52. Yo fui a recibir a cinco de ellos, con el senador Helmer Arenas, a la Sierra Nevada de Santa Marta. Y seguí porque esos logros me dieron fuerzas.

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También han muerto muchos secuestrados en cautiverio…

En mayo del 2003, a pesar de que nos habíamos puesto las camisetas diciendo no al rescate a sangre y fuego y por encima de nuestras palabra, el presidente Álvaro Uribe autorizó el rescate en Urrao, Antioquia, donde murieron ocho de nuestros familiares y dos políticos que llevaban cuatro y cinco años secuestrados. Pisotearon nuestra posición. Igual pasó el 26 de noviembre pasado, cuando asesinaron a seis secuestrados que llevaban 13 y 14 años en cautiverio.

¿Cómo fue su relación con el gobierno de Uribe?

Ahí nos dimos cuenta que en este país hay secuestrados de primera y de segunda. No es lo mismo ser familiar de un político secuestrado, que de un militar. Muchas de las familias de los políticos tenían entrada a Palacio. En una ocasión Uribe nos recibió por 15 minutos. Fue el día anterior a que él se fuera de la Casa de Nariño.

Cómo vivió la liberación de los políticos con la mediación del presidente Chávez?

En el 2007 el presidente Chávez se ofreció como mediador para una liberación. Fue un proceso de mucho trabajo. Cuando la guerrilla secuestró a los políticos, las familias de ellos se unieron a nuestra lucha. Marcharon con nosotros y pudimos viajar con varias de ellas a Venezuela. En ese momento se logró la liberación de todos los políticos, con excepción de los que rescataron a través de la ‘Operación Jaque’.

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¿Qué significó la ‘Operación Jaque’ para las gestiones humanitarias?

La ‘Operación Jaque’, cuando rescataron a los tres militares norteamericanos, a Ingrid Betancurt y a los 11 uniformados que estaban con ellos, por suerte, fue un evento lleno de emociones encontradas: alegría de verlos libres, pero miedo por los que aún quedaban en la selva. Había dos países presionando: Estados Unidos y Francia. Cuando los liberan, el gobierno nacional se quita esa presión y afloja en la búsqueda de las liberaciones.

¿Y la muerte de los comandantes de las Farc?

La muerte de cada comandante: Marulanda, Reyes, Jojoy y ahora de Cano, nos daba mucho miedo, pensando que de pronto las Farc tomaran una retaliación contra nuestros familiares. Los rescates siempre nos angustiaban.

¿Cómo ha sido el proceso para lograr la liberación de estos últimos diez uniformados?

Como todas las anteriores: difíciles. Pero con el trabajo que hemos hecho junto a Colombianos y Colombianas por la Paz, en cabeza de Piedad Córdoba, y de las mujeres internacionales por la paz, estamos logrando que liberen a los que ya llevan 13 y 14 años pudriéndose en las selvas.

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Ahora qué salen los últimos uniformados, como era su promesa, ¿Qué va hacer Marleny Orjuela?, ¿política?

La palabra misma es política, pero hoy sólo estoy pensando en que salga el último militar y policía. Siempre he pensado en la política como algo importante en la vida de los ciudadanos, pero lo que he visto de cómo funciona es otra cosa: exclusión y desprecio por los más desfavorecidos, y esa no es la política. Tengo que escribir un libro de lo que vivimos en este lucha libertaria. Asfamipaz seguirá trabajando por la paz real para Colombia, haciendo un trabajo de apoyo sociológico y acompañando a quienes salieron secuestrados.

¿Cómo evalúa la atención que le han dado a los secuestrados que fueron liberados?

Hay falencia en el apoyo sicológico. En la Policía sé que han hecho muchas transformaciones, pero un apoyo sociológico no puede ser regular, tiene que ser excelente. Y no solamente de los secuestrados, sino de todos los militares que han tenido que ver tanta muerte. Los secuestrados siempre vuelven con problemas siquiátricos y heridas que tienen que curar. Hay que trabajar en eso. Pensamos que esas personas tienen que estudiar: esa es una oportunidad real para resocializar a alguien.

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Por Alfredo Molano Jimeno

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