La portavoz de las víctimas en Aracataca

Desde cuando era apenas una adolescente, Yojaira Carrascal y sus seis hermanos vivieron el rigor del conflicto armado cuando los paramilitares secuestraron, torturaron y asesinaron a su papá en Sahagún, Córdoba. La familia se desintegró y ella terminó viviendo en Fundación, Magdalena, donde se casó y empezó a construir un nuevo hogar.

En 2004 adquirió, en compañía de su esposo, una parcela en Río de Piedra, una vereda de Aracataca que durante años fue blanco de la más cruda violencia. “Ahí vivimos una época en la que arriba, en la montaña, mandaba la guerrilla, y abajo, en la sabana, los paramilitares”, recuerda Eneldo Olaya, mientras Evangelina Fontalvo dice que para salvar a sus siete hijos dejó todo y corrió hacia la ciudad.

“Después de 2005 la gente volvió, fueron años de crecimiento y todo iba bien, hasta que en 2007 la guerrilla volvió y nos pidió una plata que no teníamos, entonces nos tocó irnos. Ese fue mi segundo desplazamiento, pero esta vez por cuenta de las Farc”, cuenta Carrascal.

Pero esa salida forzada se convirtió en la mejor escuela para Yojaira, porque a partir de ese instante comenzó a organizar a la gente de la vereda para exigir el respeto de sus tierras y el derecho a vivir en paz. “Después de que uno pierde un ser querido y ha tenido que enfrentar el conflicto tan cerca, se pierde el miedo y lo que queda es coraje, fe, amor y valentía para salir adelante y entonces volvemos”, afirma categóricamente.

Dice que con el apoyo de su familia comenzó a hacer lo que ella llama “incidencia en política pública”, que no es otra cosa que hacer visibles las necesidades de la comunidad para que el Gobierno mire hacia el campo e invirtiera en la solución de esos problemas.

“Cada vez que sale una ley, un decreto o un auto en favor de la mujer o de los campesinos, agendo una reunión en cada vereda, y con cartulina y marcador miramos cómo eso nos puede beneficiar. De hecho, tengo un programa en la emisora Macondo Stéreo, en el que semanalmente explicamos a qué tienen derecho las víctimas en Colombia”, dice esta Titán.

Las llamadas y la participación de la gente demuestran la confianza que tiene la comunidad en esta mujer. Los domingos ella pone el tema, trae sus libros, invita a abogados y la gente consulta qué debe hacer para recuperar una tierra o reclamar un derecho.
“Ella fue la que nos acompañó y nos empujó a volver, ella es nuestra líder, la que va y busca programas del Gobierno para ayudar al campesino, porque aquí no teníamos nada”, resalta Patricia Valencia de Agua.

Por esta labor comunitaria se ganó un lugar en la Mesa Nacional de Víctimas, de la que hace parte desde 2011. “Mi misión allí es evidenciar el daño tan desproporcionado que ha dejado el conflicto en el cuerpo y la vida de la mujer”, afirma Yojaira a sus 40 años.

“Yo quiero ver estos corregimientos con carreteras pavimentadas como pasa en Antioquia, quiero ver una Aracataca donde los campesinos puedan sacar sus productos y vivir de manera digna, ese es mi sueño”, afirma esta mujer, quien por su trabajo y tesón está nominada a ser una Titán en la categoría de Gestos de Paz.

Desde cuando era apenas una adolescente, Yojaira Carrascal y sus seis hermanos vivieron el rigor del conflicto armado cuando los paramilitares secuestraron, torturaron y asesinaron a su papá en Sahagún, Córdoba. La familia se desintegró y ella terminó viviendo en Fundación, Magdalena, donde se casó y empezó a construir un nuevo hogar.

En 2004 adquirió, en compañía de su esposo, una parcela en Río de Piedra, una vereda de Aracataca que durante años fue blanco de la más cruda violencia. “Ahí vivimos una época en la que arriba, en la montaña, mandaba la guerrilla, y abajo, en la sabana, los paramilitares”, recuerda Eneldo Olaya, mientras Evangelina Fontalvo dice que para salvar a sus siete hijos dejó todo y corrió hacia la ciudad.

“Después de 2005 la gente volvió, fueron años de crecimiento y todo iba bien, hasta que en 2007 la guerrilla volvió y nos pidió una plata que no teníamos, entonces nos tocó irnos. Ese fue mi segundo desplazamiento, pero esta vez por cuenta de las Farc”, cuenta Carrascal.

Pero esa salida forzada se convirtió en la mejor escuela para Yojaira, porque a partir de ese instante comenzó a organizar a la gente de la vereda para exigir el respeto de sus tierras y el derecho a vivir en paz. “Después de que uno pierde un ser querido y ha tenido que enfrentar el conflicto tan cerca, se pierde el miedo y lo que queda es coraje, fe, amor y valentía para salir adelante y entonces volvemos”, afirma categóricamente.

Dice que con el apoyo de su familia comenzó a hacer lo que ella llama “incidencia en política pública”, que no es otra cosa que hacer visibles las necesidades de la comunidad para que el Gobierno mire hacia el campo e invirtiera en la solución de esos problemas.

“Cada vez que sale una ley, un decreto o un auto en favor de la mujer o de los campesinos, agendo una reunión en cada vereda, y con cartulina y marcador miramos cómo eso nos puede beneficiar. De hecho, tengo un programa en la emisora Macondo Stéreo, en el que semanalmente explicamos a qué tienen derecho las víctimas en Colombia”, dice esta Titán.

Las llamadas y la participación de la gente demuestran la confianza que tiene la comunidad en esta mujer. Los domingos ella pone el tema, trae sus libros, invita a abogados y la gente consulta qué debe hacer para recuperar una tierra o reclamar un derecho.
“Ella fue la que nos acompañó y nos empujó a volver, ella es nuestra líder, la que va y busca programas del Gobierno para ayudar al campesino, porque aquí no teníamos nada”, resalta Patricia Valencia de Agua.

Por esta labor comunitaria se ganó un lugar en la Mesa Nacional de Víctimas, de la que hace parte desde 2011. “Mi misión allí es evidenciar el daño tan desproporcionado que ha dejado el conflicto en el cuerpo y la vida de la mujer”, afirma Yojaira a sus 40 años.

“Yo quiero ver estos corregimientos con carreteras pavimentadas como pasa en Antioquia, quiero ver una Aracataca donde los campesinos puedan sacar sus productos y vivir de manera digna, ese es mi sueño”, afirma esta mujer, quien por su trabajo y tesón está nominada a ser una Titán en la categoría de Gestos de Paz.