Hace 29 años bajó por el río Lagunilla una avalancha de rocas, lodo y agua que dejó más de 25.000 muertos, acabó con Armero y afectó a los municipios de Chinchiná y Villa María en Caldas. Semanas antes, las ciudades y pueblos cercanos al volcán nevado del Ruiz habían comenzado a cubrirse en ceniza, y el 13 de noviembre de 1985, a las 9:45 de la noche, se produjo la erupción, que dos horas después sepultaría al pueblo. Hoy es un camposanto.
Según habitantes y sobrevivientes de la tragedia, muchas muertes se habrían evitado si las recomendaciones dadas días antes por Ingeominas hubieran sido escuchadas. “El sacerdote y el alcalde del pueblo conocían de la actividad volcánica. Sin embargo, se encargaron de dar un parte de tranquilidad a la comunidad, lo que hizo que cientos de personas desistieran de la idea de abandonar el pueblo ante los rumores de una posible avalancha”, dice Juan Pablo Jaramillo, investigador de historia regional.
- La tragedia anunciada
Hoy se habla de dos avalanchas no registradas entre los siglos II y I antes de Cristo. Luego se registraron las de 1595 y 1845, que dejaron 600 y 1.000 víctimas, respectivamente.
En 1984 se contempló la posibilidad de una nueva erupción, pues las fumarolas crecían y se veían grandes cantidades de azufre en la cima del volcán, episodios que se repitieron hasta septiembre de 1985. Para ese entonces un grupo de expertos en vulcanológica italiana analizaron las muestras y encontraron que era una liberación directa de magma. El 22 de octubre se dio alerta de riesgo.
Sobrevivientes y habitantes de las zonas cercanas recuerdan que Pedro María Ramírez el párroco de Armero en 1948 se oponía a las costumbres del pueblo, por lo que sus opositores lo asesinaron y mientras agonizaba dijo: “En Armero no quedará piedra sobre piedra y este pueblo será maldito y destruido”. Nadie ha podido probar con certeza esas palabras, pero hay quienes creen que la tragedia fue consecuencia de esta maldición.
El 13 de noviembre de hace 29 años el cráter expulsó 35 millones de toneladas de material volcánico a una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora, sepultando al pueblo más algodonero del Tolima; los campos blancos de esta planta desaparecieron. Al amanecer del 14, cuando los primeros rayos de sol salieron, dejaron ver que el pueblo ya no existía, ya no había calles, ni iglesia, ni centros de salud y los 40 colegios y las dos salas de cine del municipio eran cosa del pasado.
Hoy se conoce como Armero Guayabal, un lugar turístico en el que la maleza cubre las pocas paredes de las casas que aún se mantienen en pie. Muchas personas lo visitan para realizar peregrinaciones y pedir a las almas de los cuerpos que quedaron enterrados que rediman sus culpas, y hay quienes aseguran que con el paso de los años la tragedia se ha olvidado.
A los pocos años de la erupción, en el municipio de Villa María, la arquidiócesis de Manizales lideró la construcción de La Paz: un barrio para los damnificados. Cada 13 de noviembre hacen una conmemoración y autoridades como Servicio Geológico Colombiano intentan concientizar a las personas sobre los peligros que implica la zona y las precauciones que deben tener.
- ¿Puede ocurrir otra erupción?
Desde hace dos años, el volcán nevado del Ruiz se encuentra en nivel amarillo, es decir que presenta cambios en el comportamiento de la actividad volcánica, y en las últimas semanas, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales ha registrado actividad volcano-tectónica. Según dice Gloria Cortés, coordinadora del Observatorio, se presenta alta emisión de gases a la atmósfera, vapor de agua y dióxido de azufre, que se pueden medir con equipos instalados en el área del volcán.
A través de los equipos que tiene instalados en el área del volcán, como cámaras web pueden observar los gases y el vapor que han llegado a alcanzar 2.000 metros de altura desde el cráter. Actualmente, un grupo de 34 personas entre geólogos, ingenieros, fotógrafos y químicos le hacen seguimiento permanente al volcán y cada semana se emite un boletín.
“De manera muy lenta se ha mostrado cambios del volcán. No quiere decir que sea crítico pero si requiere de un cuidado importante. Para reaccionar ante a una posibilidad de crisis sísmica”, sostiene Cortés.
Y es que hace dos años se registraron dos erupciones pequeñas. Por eso nunca se puede descartar un accidente similar al de hace 29 años. En diálogo con El Espectador, Cortés explicó que, aunque suene extraño, la erupción de hace 29 años fue pequeña en comparación con lo que ha hecho el nevado antes. “Las erupciones se miden en una escala de 1 a 8 y la de 1985 fue de 3”. Por lo que ante un evento similar se observa más allá de la erupción y se trabaja sobre la vulnerabilidad, la exposición y ubicación de la población. Lo cierto es que ante una erupción Armero Guayabal y sus más de 12 mil habitantes están mal ubicados.
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