Lectura y educación de alta calidad

Es imposible obtenerla obligándolos a aprender contenidos curriculares sin tener en cuenta sus propios intereses.

Raúl Garavito Rivera
23 de diciembre de 2018 - 04:17 p. m.
Getty Images
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La educación de alta calidad es la que forma hombres y mujeres con valores que también dan una gran importancia al estudio y el aprendizaje, para que por propia iniciativa hagan crecer sus conocimientos durante toda la vida. En Colombia, pues, estamos a años luz de esa meta. Enseñar valores teóricamente es una tarea inútil, porque los alumnos deben comprobar por sí mismos las ventajas de la conducta moral, y no basta con predicar valores para que ellos los adopten.

Al respecto, Bruno Bettelheim (The Uses of Enchantment, 1976) afirma que la lectura de cuentos tradicionales contribuye a la formación moral de los estudiantes, porque los relatos plantean problemas semejantes a los de la vida real y entre distintas soluciones posibles presentan lo que es “tangiblemente correcto”, permitiendo que el lector adopte la que a todas luces resulta más deseable.

En cuanto a la alta valoración del estudio y el aprendizaje por parte de los alumnos, es imposible obtenerla obligándolos a aprender contenidos curriculares sin tener en cuenta sus propios intereses. En realidad, cualquier contenido curricular puede presentarse de modo que a los estudiantes les parezca interesante, para lo cual es necesario ponerlos en el centro del proceso educativo, como quería Comenio hace 400 años, y educarlos a partir de sus intereses, como enseñó Rousseau hace más de 200.

J. Piaget define el interés como la relación entre una necesidad y el objeto que la satisface (I = N → O). Los docentes, pues, deben ser capaces de identificar las necesidades de sus pupilos en todas las edades y proponerles actividades que no sean extrañas a ellas. La educación dará un salto hacia adelante cuando cierre la amplia brecha que hay entre los objetivos del sistema educativo y los objetivos de los estudiantes (D. Lerner). Si un día los niños y jóvenes ven que estudiar les sirve para satisfacer sus expectativas, entonces valorarán positivamente el estudio, dedicarán muchas energías a estudiar, buscarán aprender movidos por sus propios deseos y así, y solo así, su educación podrá alcanzar una alta calidad.

Ahora bien, la lectura interesante responde a las necesidades de expansión intelectual y emocional de los niños y jóvenes, y de los seres humanos en general. Además de servir para fomentar valores, la lectura atrae al intelecto, la imaginación y la afectividad, lo cual la convierte en el recurso más valioso de atracción hacia el estudio, el aprendizaje y la investigación. Es necesario que los estudiantes descubran en el salón de clases las verdaderas cualidades de este extraordinario medio de esparcimiento y crecimiento cultural e intelectual, que no pueden descubrir si solo leen para estudiar temas que no les resultan interesantes, como ocurre todos los días en las aulas. Los colegios deben programar una actividad diaria de lectura interesante, no académica, en que los alumnos disfruten la lectura sin actividades anexas. La actividad diaria de lectura no académica en el aula, que ya se realiza aunque excepcionalmente, solo requiere veinte minutos y todo coordinador académico, apoyado por la rectoría, puede programarla. Si los estudiantes disfrutan leyendo durante unos minutos cada día, sin duda valorarán positivamente la lectura, querrán leer, leerán más, se volverán lectores expertos, estudiarán mejor y aprenderán más, y tendrán, con seguridad, mejor desempeño en el examen del ICFES y en la universidad.

Psicólogo educativo*

Por Raúl Garavito Rivera

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