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Mambe, la tienda del comercio justo

Hace seis años, dos fundaciones que trabajan en el Amazonas y la Orinoquia apostaron por una nueva forma de hacer negocios verdes.

Redacción Vivir

15 de diciembre de 2011 - 10:21 a. m.
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Las cestas y tejidos de palma de cumare o chambira, las sillas de palo sangre o mawa, las muñecas tikuna y las piezas de cerámica de la cultura sikuani viajan varias semanas desde las recónditas malokas donde las manos hábiles de hombres y mujeres las tejen y fabrican con dedicación.

Viajan apiladas en canoas. A lomo de burro. Sobre las espaldas de hombres que caminan en silencio. El largo viaje tiene una recompensa cuando llegan a la tienda Mambe, en un rincón del barrio Usaquén en Bogotá: un precio justo.

Hace seis años, la Fundación Etnollano y la Fundación Gaia Amazonas, que por más de tres décadas han trabajado por el bienestar de las comunidades indígenas de la Amazonia y la Orinoquia, decidieron unirse para crear una organización sin ánimo de lucro, Mambe, con el propósito de abrir mercados nuevos y estimular la economía indígena. Surgieron dos líneas de negocio: las artesanías (Mambe Shop) y una agencia de viajes vivenciales a las comunidades (Mambe Travel).

“Las comunidades tenían un gran trabajo productivo en la Amazonia y la Orinoquia, pero no había clientes para los productos que elaboraban”, cuenta Antonio Loboguerrero, director de Etnollano y encargado de Mambe. Y añade: “Los importantes son los artesanos, no nosotros”. Un principio que se refleja en cada compra, pues las etiquetas narran la historia de la comunidad y hablan de su autor.

Lo que hace especial a Mambe, frente a otras empresas que comercian artesanías o planes ecoturísticos, es que siguen los lineamientos de la Ley de Comercio Justo, promulgada en Brasil, y los estándares internacionales de comercio verde. Esto es: en el caso de artesanías, el 50% de las ganancias va al productor, y en cuanto a planes turísticos, el 75% se queda en manos de la comunidad.

Esa repartición es posible por una razón muy sencilla, que Loboguerrero explica: “No tenemos intención de enriquecernos sino de ser sustentables. La idea es que ellos mejoren su calidad de vida, y si se generan beneficios los reinvertimos en proyectos sociales”.

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Por Redacción Vivir

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