“Me interesa visibilizar los problemas sociales”

“La plastilina es un juego para niños”, fue la frase que más escuchó Édgar Álvarez cuando inició su carrera. Hoy esas palabras están más que revaluadas. Édgar estudió artes plásticas en la Universidad Distrital y media carrera de periodismo en la Javeriana, pero no pudo terminar porque su dedicación a la animación despegó y hoy trabaja principalmente en proyectos de ONG y productoras internacionales.

Sin embargo no todo fue fácil. Su primer trabajo lo tuvo en una productora de comerciales de Nelson Ramírez, uno de los pioneros de la animación en Colombia, y allí tuvo la oportunidad —siendo mensajero— de hacer un corto en plastilina. “Yo nunca había hecho animación en plastilina, y cuando vi el resultado, como el sueño de cualquier niño de que sus muñecos se muevan, dije: esto es lo mío. Mis primeros trabajos los mostraron en el programa ¿Cómo le parece? de José Fernández Gómez y ahí empezó a llamarme gente de todas partes”, dice.

“Una de las primeras maquetas que hice fue para El Espectador, para ¿Dónde está Javier? Pero la volaron cuando le pusieron una bomba, y vi la foto de Javier vuelto nada”. Luego trabajé con El Tiempo haciendo una sección en la que les enseñaba a los niños a usar la plastilina, y a partir de eso empecé un proyecto de cinco libros que se llama La magia de la plastilina, con los que viajé por el mundo porque no había sobre el tema. Además, siempre llegaba a los países en los momentos trascendentales. Estuve en México cuando empezó todo el tema zapatista y recientemente hice a los 43 estudiantes de Ayotzinapa y los llevé a la plaza de Tlatelolco; fue una de las primeras manifestaciones artísticas que se hicieron sobre el tema. Siempre coincido en los lugares con coyunturas políticas.

Durante la entrevista, Fabiola Ibagué Arango, madre de Édgar, mira el estudio de su hijo y cuenta que siempre quiso que fuera artista y por eso promovió su formación creativa. Abogada de la Universidad Nacional y con una honda formación política, procuró que mientras conocía el universo de las artes plásticas también aprendiera la historia política del país, lo cual despertó en él una profunda sensibilidad social. “Era un niño muy despierto. La primera maqueta que hizo en plastilina fue el Llanero Solitario. Le gustaba mucho todo lo relacionado con las películas del oeste ”, anota Fabiola, y Édgar replica: “Yo le enseñé a modelar en plastilina y ahora dicta clases en la Modelo”.

Todo ese bagaje artístico y el impulso de su familia lo han llevado a trabajar en diversos programas de televisión, comerciales y campañas publicitarias, pero sobre todo con líderes y organizaciones sociales, entre ellos Orlando Fals Borda en la cobertura del Congreso Mundial de Sociología, donde también tuvo la oportunidad de conocer a pensadores de la talla de Max Neef, entre otros.

Vivió seis años en Los Ángeles, donde realizó diversos proyectos, entre ellos The Invisibles, sobre las personas sin hogar en esa ciudad. “Toda la animación fue hecha en la calle. Pasé seis meses haciéndolo. Empecé a darme cuenta de la gravedad de esa problemática. En Los Ángeles hay más de 60.000 personas viviendo en la calle. Hice entrevistas y hablé mucho con ellos, y así surgió el corto. Lo financié de mi bolsillo”. Con este proyecto ha participado en 23 festivales y ha recibido premios al mejor corto en los festivales de East LA y Los Cortos. También ganó el Producers Guild Contest en Los Ángeles con el corto Hallowclay.

En Estados Unidos trabajó con Flip Skateboards y animó sus videos. Fue en el exterior que surgió el blog ¿Se lo explico con plastilina?, en el cual, a través de la animación y el modelado con plastilina, plasma la realidad del país y los rostros de cientos de figuras públicas y otras no tan públicas, que son las que más le importan, como los campesinos, indígenas y afros. Gracias a este trabajo descubrió su “colombianidad en el exterior”.

¿Quién no ha pasado por el modelado de sus dedos? “El desaparecido general Álvaro Valencia Tovar, una figura que vivió con intensidad el siglo XX”, anota Édgar Álvarez.

“La plastilina es un juego para niños”, fue la frase que más escuchó Édgar Álvarez cuando inició su carrera. Hoy esas palabras están más que revaluadas. Édgar estudió artes plásticas en la Universidad Distrital y media carrera de periodismo en la Javeriana, pero no pudo terminar porque su dedicación a la animación despegó y hoy trabaja principalmente en proyectos de ONG y productoras internacionales.

Sin embargo no todo fue fácil. Su primer trabajo lo tuvo en una productora de comerciales de Nelson Ramírez, uno de los pioneros de la animación en Colombia, y allí tuvo la oportunidad —siendo mensajero— de hacer un corto en plastilina. “Yo nunca había hecho animación en plastilina, y cuando vi el resultado, como el sueño de cualquier niño de que sus muñecos se muevan, dije: esto es lo mío. Mis primeros trabajos los mostraron en el programa ¿Cómo le parece? de José Fernández Gómez y ahí empezó a llamarme gente de todas partes”, dice.

“Una de las primeras maquetas que hice fue para El Espectador, para ¿Dónde está Javier? Pero la volaron cuando le pusieron una bomba, y vi la foto de Javier vuelto nada”. Luego trabajé con El Tiempo haciendo una sección en la que les enseñaba a los niños a usar la plastilina, y a partir de eso empecé un proyecto de cinco libros que se llama La magia de la plastilina, con los que viajé por el mundo porque no había sobre el tema. Además, siempre llegaba a los países en los momentos trascendentales. Estuve en México cuando empezó todo el tema zapatista y recientemente hice a los 43 estudiantes de Ayotzinapa y los llevé a la plaza de Tlatelolco; fue una de las primeras manifestaciones artísticas que se hicieron sobre el tema. Siempre coincido en los lugares con coyunturas políticas.

Durante la entrevista, Fabiola Ibagué Arango, madre de Édgar, mira el estudio de su hijo y cuenta que siempre quiso que fuera artista y por eso promovió su formación creativa. Abogada de la Universidad Nacional y con una honda formación política, procuró que mientras conocía el universo de las artes plásticas también aprendiera la historia política del país, lo cual despertó en él una profunda sensibilidad social. “Era un niño muy despierto. La primera maqueta que hizo en plastilina fue el Llanero Solitario. Le gustaba mucho todo lo relacionado con las películas del oeste ”, anota Fabiola, y Édgar replica: “Yo le enseñé a modelar en plastilina y ahora dicta clases en la Modelo”.

Todo ese bagaje artístico y el impulso de su familia lo han llevado a trabajar en diversos programas de televisión, comerciales y campañas publicitarias, pero sobre todo con líderes y organizaciones sociales, entre ellos Orlando Fals Borda en la cobertura del Congreso Mundial de Sociología, donde también tuvo la oportunidad de conocer a pensadores de la talla de Max Neef, entre otros.

Vivió seis años en Los Ángeles, donde realizó diversos proyectos, entre ellos The Invisibles, sobre las personas sin hogar en esa ciudad. “Toda la animación fue hecha en la calle. Pasé seis meses haciéndolo. Empecé a darme cuenta de la gravedad de esa problemática. En Los Ángeles hay más de 60.000 personas viviendo en la calle. Hice entrevistas y hablé mucho con ellos, y así surgió el corto. Lo financié de mi bolsillo”. Con este proyecto ha participado en 23 festivales y ha recibido premios al mejor corto en los festivales de East LA y Los Cortos. También ganó el Producers Guild Contest en Los Ángeles con el corto Hallowclay.

En Estados Unidos trabajó con Flip Skateboards y animó sus videos. Fue en el exterior que surgió el blog ¿Se lo explico con plastilina?, en el cual, a través de la animación y el modelado con plastilina, plasma la realidad del país y los rostros de cientos de figuras públicas y otras no tan públicas, que son las que más le importan, como los campesinos, indígenas y afros. Gracias a este trabajo descubrió su “colombianidad en el exterior”.

¿Quién no ha pasado por el modelado de sus dedos? “El desaparecido general Álvaro Valencia Tovar, una figura que vivió con intensidad el siglo XX”, anota Édgar Álvarez.