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La empresa, ingeniada por la estudiante alemana Katrin Puezts, llamó la atención de las personas por ofrecer una mochila inflable para transportar el biogás, lo que permite a las personas cargar el insumo energético de la misma forma como los niños llevan los libros a sus colegios.
Capaz de transportar 1,2 metros cúbicos de gas, que sirven para cocinar de tres a cuatro horas, la (B)pack no supone riesgo de explosión y sólo pesa 4,5 kilos. Además, para rellenarla, la persona sólo debe conectarla con un tubo al procesador creado por la misma empresa.
La (B)plant, como fue llamada, es un procesador de biogás que sólo ocupa un área de 10 metros cuadrados y permite generar 2,5 metros cúbicos de gas al día a partir de 50 kg de excrementos de vaca. Medida razonable, si se tiene en cuenta que dos vacas producen 15 kilos por noche.
Para terminar la cadena de transporte, la alemana creó (B)flame, un hornillo al que la mochila puede conectarse directamente para cocinar.
La inversión total que tendría que hacer una persona para tener los tres productos es de 243 euros, pero puede aumentar según la cantidad de producción que se espere del procesador.
Consciente de que el precio puede ser muy elevado para ciertas comunidades, Puezts está montando un fondo en Alemania para financiar a quienes necesitan de sus productos.
El proyecto, cuyo piloto ha funcionado en Etiopía, Kenia y Tanzania, ya fue adquirido por la ciudad de Arsinegele en Etiopía. Además tiene franquicias en Chile, donde la tecnología se venderán directamente a las comunidades.