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La enseñanza y práctica del conocimiento derivado de los textos del Bhagavad-gita y el Srimad-bhagavatam va más allá del vestuario, la forma de alimentación o rituales. Por eso la misión que inició en occidente Bhaktivedanta Swami Prabhupada hacia 1965, con la creación de la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna, requiere hoy un activismo espiritual renovado y acorde con los tiempos actuales.
Son reflexiones de Ekakanta Das, un colombiano que, junto a otros estudiosos de esta filosofía proveniente de India, trabaja hoy por el fortalecimiento del movimiento Krishna West, surgido hace cuatro años desde la convicción de que las personas en Occidente pueden adoptar procesos de estudio, meditación y conocimiento del yoga, entre otras dádivas del universo Krishna, sin volverse monjes.
Nacido en Cali a principios de los años 60, Heber Ramos tuvo una educación católica y cristiana conforme a las tradiciones de su familia y entorno, hasta que en un viaje a Bogotá, hacia 1982, en busca de horizontes personales, encontró la ruta que buscaba con ansiedad. En aquella época, con algo de rebeldía y existencialismo, leía a Nietzche o buscaba en Séneca o Sócrates las respuestas para sus múltiples dudas.
Fue entonces cuando encerrado en la casa de un familiar y con las llaves extraviadas para salir en la noche, encontró en una biblioteca dos libros de bolsillo El cazador y el sabio y Venciendo el destino, ambos de la extensa escritura del maestro Bhaktivedanta Swami Prabhupada. De inmediato entendió que su fe en Dios, a pesar de su escepticismo, cobraba ahora una perspectiva distinta de devoción y de servicio.
Cuando retornó a Cali, contactó a los seguidores de la conciencia de Krishna y empezó su encuentro personal con la lectura del Bhagavad-gita. Después de un viaje de dos años por Ecuador y Perú, siempre a la expectativa de encontrar nuevas experiencias espirituales, a finales de 1984 se hizo devoto y adoptó el nombre con el que hoy se identifica y que se traduce en “sirviente del objeto del amor”.
Fueron tres años en Cali, pero después se radicó en Bogotá, donde asumió con disciplina la exigente cotidianidad de los devotos. Ceremonia de oración en el alba, dos horas de meditación, alimento natural, invocación de mantras, estudio del Bhagavad-gita o cantos de Hare Krishna, todo enmarcado en labores de apoyo en la cocina, la biblioteca, el templo. Sin demeritarlo, lo suyo nunca fue la venta de libros o inciensos en la calle.
Fueron casi siete años de dedicación a la vida monástica, alejado de su familia y con régimen de vegetariano absoluto. Pero en su interior algo le decía “que había muchas nubes en el cielo por desbaratar”, y que su vida en el mundo Krishna iba más allá de ser únicamente monje. No se trataba de renunciar a sus creencias, sino de reafirmarlas en un contexto mas amplio, entender que su espiritualidad podía expresarse también en otros ámbitos.
La encrucijada definitiva llegó cuando conoció a su esposa Victoria García o Vaikuntha Devi Dasi porque ella también se inició en el mundo Krishna. Con ella concertó que querían constituir un hogar y, con la convicción de que el legado del Bhagavad-gita debía obrar como un abecé para sus almas compartidas, emprendieron juntos un camino que va por los 25 años entre las exigencias del mundo material, pero sin desistir de la filosofía Krishna.
De esa alianza surgieron varias tiendas de ropa, incluyendo muchas prendas de la vistosa moda hindú. Él decidió además incursionar en el negocio del arte desde la misma línea de pensamiento Krishna. Hoy, tanto su casa como sus tiendas son auténticas galerías de bellos cuadros o esculturas, que cuida con el mismo esmero con el que persiste en la difusión de la obra renovada del movimiento creado por Bhaktivedanta Swami Prabhupada.
Cuando el fundador de la Sociedad para la Conciencia de Krishna falleció en 1977 y la misión de continuarla fue asumida por Hridayananda Das Goswami, desde Colombia, tanto Ekakanta Das como Vaikuntha Devi Dasi no dudan en acompañarlo. Y esa decisión hoy también se traduce en respaldo a su visión Krishna West, que no es disidencia, sino reinvención de la filosofía Krishna más allá del servicio devocional, más allá del templo.
En la actualidad, Krishna West asiste al nacimiento de múltiples sedes en Occidente, donde se promueven encuentros regulares para enseñar a meditar o a interpretar las obras referenciales, grupos de Whatsapp para difundir su saber o, en general, activismo espiritual sin posturas estrictas. Invocando al maestro Prabhupada, él repite su mensaje: “es mejor permanecer pequeño y puro y no preocuparse por ser aceptado por mucha gente”.
De forma paralela, trabaja con entusiasmo en la divulgación del Srimad Bhagavatam, el Mahabharata u otros textos antiguos que le dieron fortaleza al movimiento Krishna, alentando de paso el diálogo interreligioso en estrecha interacción con líderes de otras confesiones. Ekakanta Das está convencido de que ya no es un asunto de hábitos, sino de recordar a diario que todo ser es una parte de Dios digna de amor, compasión y justicia.
Lo hace con la misma dedicación que otorga a sus tiendas de ropa o sus obras de arte, las que le han permitido blindar y ver crecer a su familia, o viajar al exterior para seguir ahondando en su conocimiento elegido. Como activo promotor de Krishna West, está convencido de que los movimientos espirituales como el Krishna, que ganaron importancia en Occidente en los años 60, hoy reviven con fuerza sin el imperativo de una vida devocional.