Natalia Espitia: “La familia es uno de los espacios más peligrosos para las niñas”

La fundadora de Niñas Sin Miedo habla sobre cómo su organización social busca empoderar a las niñas de Colombia para prevenir la agresión sexual y los embarazos no deseados.

Edwin Bohórquez Aya
30 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.
Natalia Espitia trabaja con un equipo de jóvenes en Ciudadela Sucre, que es la comuna 4 de Soacha, Cundinamarca. Hoy la apoya la red Recon. / Cristian Garavito – El Espectador
Natalia Espitia trabaja con un equipo de jóvenes en Ciudadela Sucre, que es la comuna 4 de Soacha, Cundinamarca. Hoy la apoya la red Recon. / Cristian Garavito – El Espectador

¿Quién es Natalia Espitia?

Una joven de 30 años que lidera una organización social llamada Niñas Sin Miedo. Soy activista, feminista y amante de la bicicleta.

¿Y qué es Niñas Sin Miedo?

Una organización social que busca ofrecer herramientas a niñas y adolescentes para la prevención de la violencia sexual y el embarazo no deseado, brindándoles un espacio fuera de la escuela y de la familia para que puedan aprender a ser fuertes y valientes.

¿Qué tiene que ver la bicicleta?

La bicicleta ha sido una herramienta muy importante para las mujeres y en nuestro caso es nuestro caballo de fuerza. Nos permite conectar el cuerpo y la mente. A la niña en su pubertad y niñez, aprender a montar en bici le permite creer en ella, sentir más seguridad sobre las posibilidades que tiene en la vida, porque la bici es como la vida: te caes y te levantas.

Todo este trabajo incluye a la familia. ¿Qué se hace con ella?

La familia es uno de los espacios más peligrosos para las niñas en Colombia. Es donde se da más el abuso sexual y es un espacio donde estamos buscando que entiendan cuáles son esos límites y cuáles son esas posibilidades, para que las niñas puedan hablar en el momento en que se sientan coaccionadas o sientan que algo no está bien. Hablamos de consentimiento, de derechos sexuales y reproductivos, abrimos un espacio de diálogo para hablar de embarazo no deseado y de violencia sexual.

Si empoderar a una persona permite reducir la pobreza, la desigualdad, ¿qué han logrado con Niñas Sin Miedo?

Poner esta conversación sobre la mesa, la conversación sobre las niñas, sobre cuántas veces hemos callado. No podemos hablar de sexualidad, de derechos sexuales y reproductivos, de anticoncepción, porque hoy en día ha sido un tabú, entonces creo que la mayor satisfacción, la huella que estamos dejando es primero hacer una revolución silenciosa sobre los derechos de las niñas en comunidades donde hoy en día todavía es prohibido hablar de estos temas.

¿Cómo enfrenta Niñas Sin Miedo la violencia sexual?

Lo primero que hacemos es hablar sobre consentimiento, que es una palabra que hoy muchos no entendemos, que no sabemos cómo decir no, y enfrentar la violencia sexual desde Niñas Sin Miedo es enseñarle a una niña cuáles son los límites, cuándo pedir ayuda, cómo crecer más fuerte y tener herramientas suficientes para enfrentar las cosas que se vienen cuando eres mujer en un país como Colombia.

Promueven el liderazgo y el trabajo en equipo. ¿Qué hacen y cómo lo hacen?

Hemos desarrollado un modelo de impacto que permite que las niñas entiendan, a través de la bicicleta y herramientas de educación, que pueden creer en ellas y aprender sobre los derechos de los que no les hablan en sus colegios y familias. Lo hacemos a través del juego, por medio de un entrenamiento donde las niñas aprenden diferentes herramientas.

¿Quién hace parte del equipo que trabaja con Niñas Sin Miedo?

Somos un grupo multidisciplinario de jóvenes, mujeres y hombres formados en diferentes disciplinas: abogados, artistas, biólogos que creen que la generación de las niñas necesita un cambio, entender cosas que nosotros tal vez no entendimos cuando estábamos pequeñas.

¿Cómo es un día de Niñas Sin Miedo?

Un sábado nos levantamos a las 6:00 a.m., nos ponemos una cita en Unisur, en San Mateo, para subir hacia Ciudadela Sucre, que es la comuna 4 de Soacha. Las niñas nos esperan. Somos 18 voluntarios los que llegamos allí, desarrollamos talleres con ellas, nos dividimos en grupos de bicimentores y educación, y hacemos los talleres para terminar con la reflexión del día, dejar una huella en ellas y sacar todo lo que tienen como agentes de cambio.

¿Qué ha pasado con las niñas a las que han formado?

Después de haberles apostado hemos visto que ellas perciben el mundo de manera diferente y han roto diferentes estereotipos de género, son más conscientes de su rol como mujeres y líderes dentro de su comunidad.

Tienen ya una experiencia con empresas. ¿De qué se trata?

Las empresas son uno de los principales actores para que podamos existir, porque han creído en esta idea tanto en el proyecto piloto como con el movimiento que somos hoy, aportando desde su capital de responsabilidad social, su voluntariado corporativo y también con proyectos específicos.

¿Cómo se financian? ¿Qué tienen que ver las charlas?

No solo debemos quedarnos en lo que hacemos en la comunidad, debemos llegar a otros, entonces ofrecemos charlas a empresas, a colegios, hacemos encuentros de empoderamiento para niñas, y tenemos la idea de hacer un país de niñas libres de miedo. Damos tips sobre prevención de violencia sexual y consentimiento, por ejemplo.

¿A cuántas personas han logrado impactar desde que comenzaron?

Son 65 niñas de Ciudadela Sucre que han pasado por el programa y 60 niñas de Bogotá de diferentes localidades.

¿Cuál es la meta?

Generar un movimiento por las niñas. La revolución no es de nosotras, es de ellas, donde todos estos estereotipos y tabús que nos han marcado por muchas generaciones se rompan y esa fuerza femenina pueda brillar en los próximos años en Colombia.

Hablan de igualdad y equidad de género. ¿Qué hacen allí?

Igualdad es uno de nuestros pilares más importantes. Creemos que las niñas no tienen las mismas oportunidades que los niños y están en una situación difícil en espacios públicos, acceso a educación, incluso dentro de los hogares, porque las obligan a trabajar forzosamente. Esa lucha por la igualdad comienza por generar una conciencia en ellas para que se logre crear la conciencia en todos los que estamos ayudando a esas niñas a crecer.

¿Cómo se podría escalar este proyecto para que el país lo lleve a otros lugares más allá de donde están operando?

Escalar hace parte de nuestro sueño, de nuestra ilusión, esto se necesita en muchas regiones del país: hablar de esto en Chocó, en Amazonas, se necesita, y parte de eso está en los ciudadanos, como apoyo de nuestra causa, del sector público y del privado, para llegar a más regiones. Debemos contar con muchos actores.

¿Hace cuánto nació?

En el 2015, con mi inquietud de hacer algo por Colombia, y tenía que ver conmigo porque tenía que ver con mi historia personal, con esa lucha de poder sanar heridas también con temas de violencia sexual y generar un cambio desde lo pequeño con las primeras 11 niñas y luego un movimiento para que otras personas se unieran a esta idea de Niñas Sin Miedo.

Por Edwin Bohórquez Aya

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