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LA EXPEDICIÓN QUE ACABA DE CONcluir, Epopeya Everest sin Limites 2010, con la cumbre alcanzada por Nelson Cardona, quien con su prótesis conquistó los 8.850 metros de altura del monte Everest, marca un momento especial para el montañismo colombiano, que logra el tercer ascenso exitoso a esta montaña y para Nelson y el grupo de colombianos que lo acompañó, al generar un referente de alcance nacional.
El propósito principal era apoyar la realización del sueño de Nelson de hacer la cumbre del monte más alto del mundo, después de haber tomado la determinación de cortar su pierna para volver a la escalada. Un accidente sufrido en 2006, cuando rodó más de 30 metros por las paredes de roca cercanas al nevado del Ruiz, le generó una difícil disyuntiva: conservar una frágil pierna que no le permitiría hacer deporte —eje y argumento de su vida— o amputársela para usar una prótesis que, si aprendía a utilizar adecuadamente y se dedicaba a entrenar, le permitiría volver al montañismo.
La decisión era compleja, pero Nelson sabía que su vida estaba atada a la montaña y al deporte, así que optó por el camino más difícil, la amputación. Con el apoyo del CIREC logró retomar su entrenamiento y abrirse de nuevo la posibilidad de intentar el Everest. Aquella montaña que ya había visitado dos veces, sin haber alcanzado su cumbre. Nelson fue miembro de una expedición nacional que intentó sin éxito el Everest en 1997. Luego formó parte del equipo colombiano que logró la cima en 2001, cuando cuatro de sus compañeros pusieron la bandera de Colombia por primera vez en la cima del Everest. Luego, en 2006, cuando estaba vigente la tercera invitación para ser uno de los tres colombianos que intentarían el Everest sin uso de oxígeno suplementario, tuvo el accidente y se vio impedido para participar de la expedición, donde un colombiano logró la cumbre sin oxígeno y tres fueron las primeras mujeres colombianas en su cima.
Tres veces, 1997, 2001 y 2007, la montaña le había dicho no a Nelson, pero él insistió y con su prótesis y en compañía de 20 colombianos que decidieron unirse, con el lema “Sueño de uno, sueño de todos” se gestó la expedición. Después, en compañía de cuatro montañistas, en el camino al Campamento Base, visitaron los templos budistas de Tenbuche, habitados por monjes budistas, y el de Deboche, habitado por mujeres monjes, donde se pidió de nuevo autorización para visitar el Chomolugma, Sagarmatha o Everest. La Diosa Madre de la Tierra abrió de nuevo las puertas y permitió que Nelson, en compañía de Rafael Ávila, lograran su cima el 17 de mayo pasado.
Esta cima tiene un gran significado, pues no sólo representa la compensación al esfuerzo, dedicación y tenacidad individual, sino que también significa la confluencia de voluntades diversas, que unidas hicieron posible alcanzar la meta. Como decía una productora de National Geographic, que estaba haciendo un documental llamado 40 días en el Campo Base del Everest, la expedición nuestra no sólo tenía de especial el propósito de Nelson, sino un propósito colectivo, donde la sensación del trabajo en equipo y la alegría de un logro compartido era algo que la diferenciaba del resto de expediciones. Había una causa que nos unía y era el traer al país un logro que apropiado por nuestros compatriotas nos puede servir de referente para superar las difíciles circunstancias que día a día enfrentamos como país.