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'No vamos a hacerles el juego de parar las grandes operaciones'

En su discurso de instalación de la legislatura 2011-2012 anunció también la llegada del Partido Verde a la Unidad Nacional e insistió en proyectos como las reformas a la educación superior y a las CAR.

Redacción Política
21 de julio de 2011 - 02:12 a. m.

Con un discurso en el que de entrada anunció la llegada de un nuevo miembro a la coalición de la Unidad Nacional, el Partido Verde, el presidente Juan Manuel Santos instaló ayer formalmente la legislatura 2011-2012 del Congreso de la República, haciendo énfasis en los logros de su gobierno en su ya casi primer año de gestión y los retos de los nuevos proyectos que el Ejecutivo llevará a consideración de senadores y representantes a la Cámara. De paso, les respondió a los colombianos en cuanto a las dudas por el resurgir de los ataques guerrilleros, enfatizando que el Gobierno “no es ni ciego ni sordo” y ordenando afinar la estrategia para impedir que las Farc continúen causando zozobra en la población.

Tras agradecer la labor cumplida por los congresistas de la Unidad Nacional en los últimos 12 meses, que ayudó a la aprobación de leyes que, en su concepto, “marcarán para siempre y para bien el destino de Colombia”, el primer mandatario reveló que los verdes se sumarán a partir de hoy a la coalición de Gobierno: “Qué bueno saber que nos ayudarán a seguir forjando un país justo, un país progresista, un país incluyente, un país honesto, un país libre, como el que todos queremos”, dijo.

Como era de esperarse, los rumores comenzaron a correr entre los asistentes a la ceremonia de instalación de la nueva legislatura, más aún cuando Santos se refirió a su estrategia de “Buen Gobierno”, que apunta a hacer más eficaces y cercanas al ciudadano algunas entidades del Estado, entre ellas los tres nuevos ministerios que se crearán en los próximos días: de Justicia, de Ambiente y del Trabajo. La llegada de los verdes a la Unidad Nacional suma un nuevo nombre al sonajero de candidatos para esta última cartera: el de Luis Eduardo Garzón, exsindicalista, exalcalde de Bogotá y hoy presidente de esa colectividad. Y no faltó quien hablara del impulso que se le da a la campaña de Enrique Peñalosa a la Alcaldía de Bogotá.

‘Ni un respiro a los criminales’

En su discurso, el jefe de Estado insistió en dos temas que durante los últimos tiempos han ocupado el interés de la ciudadanía en general: la seguridad y la pobreza. Sobre el primero, tras resaltar una vez más lo hecho por su antecesor, Álvaro Uribe, les salió al paso a las críticas que desde algunos sectores se le han hecho al Gobierno y que hablan de estar dando marcha atrás en la lucha contra la guerrilla y la delincuencia. “Seguimos buscando y combatiendo a los grupos armados ilegales hasta en el último rincón del territorio. Hemos reforzado las operaciones en las zonas críticas y estamos entrando en lo más profundo de sus retaguardias, donde nunca un soldado había puesto sus botas”, señaló.

El presidente Santos reiteró una postura ya expresada en días pasados y que, según su parecer, explica el actual accionar de las Farc: “Ante el impacto de estas operaciones se han visto obligadas a reacomodar su estrategia: andan ahora en pequeños grupos, con frecuencia de civil, y están dedicadas a amedrentar a la población y a practicar el terrorismo, como vimos en el Cauca. La llamada chiva bomba en Toribío fue un vil acto de cobardía que demuestra una vez más la deriva terrorista de esa organización”.

Sin embargo, aclaró que dicho “reacomodamiento estratégico” de la guerrilla no justifica el que hayan aumentado los pequeños ataques y la extorsión. “A quien está siendo extorsionado no le importa si la explicación es que las Farc están debilitadas y cortas de recursos. El hecho es que esa extorsión no debería ocurrir y vamos a hacer todo lo posible para que no ocurra (...) el reto que tenemos es afinar la estrategia para hacer frente a tan insidiosa campaña de las Farc, sin aflojar un momento en el esfuerzo de buscarlos en sus madrigueras. Porque no vamos a hacerles el juego de parar las grandes operaciones”.

En este sentido, el primer mandatario anunció que ya se están tomando las medidas necesarias, entre ellas la revisión integral del Plan Nacional de Consolidación Territorial, con el fin de asegurar el concurso de todos los ministerios en la recuperación de las zonas más afectadas por la violencia y el desarrollo de una nueva estrategia integral, en el marco del nuevo Consejo de Seguridad Nacional y de la mano de la Rama Judicial, para desarticular las bandas criminales (bacrim). “El crimen organizado –que es lo que son las bacrim– es una hidra a la que hay que cortarle sus cabezas, una tras otra, hasta que desista de su empresa criminal”, dijo.

Al respecto, destacando que la Ley de Inteligencia y la Ley de Seguridad Ciudadana –aprobadas ya por el Congreso– serán herramientas fundamentales en la lucha contra esas bandas criminales, Santos reveló que en esta nueva legislatura el Gobierno volverá a presentar un proyecto que las complementa: el Código de Convivencia Ciudadana, que busca modernizar el actual Código de Policía, “porque la seguridad también depende del éxito que tengamos contra delitos urbanos como el atraco, el fleteo o el hurto de celulares, que parecen menores, pero que tiene un gran impacto en la vida de nuestros ciudadanos”.

Según el presidente, se están construyendo las condiciones para la paz y una vez más, como lo hiciera en su discurso de posesión del 7 de agosto de 2010, les envió un mensaje a los grupos armados ilegales: “Quienes no sepan leer los tiempos que vivimos y el rumbo que toma el país, habrán perdido para siempre el tren de la historia. Si algo quedó demostrado en la pasada legislatura es que las grandes reformas, las verdaderas reformas, no se hacen en el monte, secuestrando, volando torres, atacando pueblos, sembrando minas, reclutando niños y asesinando inocentes. Las grandes reformas, las reformas que sirven a la gente, las estamos haciendo nosotros, los demócratas, desde la orilla de la ley”.

‘A los pobres no les fallaremos’

Sobre el tema de la lucha contra la pobreza, Santos se planteó un reto: “Nuestro compromiso tiene que ser uno solo: que dejemos de ostentar el vergonzoso título de ser el país con más desigualdad en la región y uno de los más inequitativos del mundo. Que los más de siete millones de compatriotas que viven en la pobreza extrema avancen en el camino para dejar esta condición”. Y en este punto habló del espinoso asunto del sistema de salud –del que reconoció pasa actualmente por una coyuntura especial, generada por diferentes causas, como la corrupción– con un anuncio clave: el compromiso inmediato de actualizar el Plan Obligatorio de Salud antes del 1° de diciembre e inyectar en lo que queda del año más de un billón de pesos adicionales al sistema para garantizar su liquidez.

El jefe de Estado defendió igualmente la reforma a la educación superior que el Gobierno presentará al Congreso y que ha generado ardua controversia. Según indicó, lo que se busca es dotar de recursos –de diversas fuentes– a la educación superior e incrementar su calidad. “El proyecto acoge buena parte de la propuesta de financiamiento hecha por los rectores de las universidades públicas y otros puntos de acuerdo, si bien subsisten diferencias sobre la forma de distribuir los recursos adicionales y la posibilidad de crear instituciones de educación superior con ánimo de lucro, tema en el que insistiremos con argumentos y ejemplos de éxito”.

Santos dedicó también algunas líneas a recomendar a los colombianos elegir bien a los próximos alcaldes y gobernadores en las elecciones de octubre, quienes “nunca antes habían contado con tantos recursos para trabajar por sus regiones”, gracias a iniciativas como la reforma a las regalías. Asimismo, destacó la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras como una herramienta que nos acerca a un mañana de reconciliación, la importancia recuperada por Colombia en el escenario internacional, el valor de la ética para acabar con la corrupción y la trascendencia de la reforma a la justicia, que deberá abordar el Congreso atendiendo el clamor ciudadano de “una mejor justicia, más pronta y oportuna”.

Juan Manuel Corzo, el estratega

Silencioso, conciliador, estratega, poco amigo de las cámaras y de los medios de comunicación. Así es el nuevo presidente del Senado, el conservador Juan Manuel Corzo. “En el Legislativo existen toda clase de personas y personalidades. Hay algunos que les gustan los medios de comunicación y eso es válido. Pero mi forma de ser no me conlleva eso. Por mi formación como abogado y servidor público hablo sólo de lo que me corresponde”, dice en clara alusión a su antecesor, el explosivo y mediático Armando Benedetti.

De 49 años, natural de Cúcuta (Norte de Santander), Corzo ha sabido moverse en la política esperando el momento para actuar y escalar en su carrera pública. Comenzó en 1992 como concejal de su ciudad, luego fue elegido diputado en 1995 y en 1998 llegó a la Cámara de Representantes como fórmula de la senadora Isabel Celis, a quien posteriormente derrotó en las urnas para llegar al Senado en 2002, cargo en el que ha sido reelegido en dos ocasiones.

Su llegada al Congreso estuvo precedida por uno de los episodios más complejos de su vida: en abril de 1999, Corzo fue uno de los 40 secuestrados del avión Fokker 50 de Avianca por parte del Eln. Luego de 17 meses en poder de ese grupo guerrillero recobró la libertad. Ahora llega al cargo más importante en el ámbito legislativo, al cual ya había aspirado hace tres años, cuando fue elegido Hernán Andrade. En ese entonces, por decisión propia, se hizo a un lado en la disputa interna del conservatismo. ¿El motivo? Un anónimo radicado en la Fiscalía ocasionó que se le abriera una investigación por paramilitarismo en la Corte Suprema.

El proceso fue cerrado, pero Corzo afronta actualmente otra investigación dentro del escándalo de la entrega de notarías a cambio del voto para la reelección del expresidente Uribe. Las investigaciones en su contra lo convierten en un abierto defensor de la segunda instancia para el juzgamiento de congresistas. Además, sostiene que en Colombia se ha perdido el equilibrio entre las ramas del poder público. Por eso una de sus metas, en sintonía con el Gobierno, es sacar adelante la reforma a la justicia.

Gaviria, joven pero no novato

Con 30 años, Simón Gaviria se convierte en el presidente de la Cámara de Representantes más joven de la historia del Congreso, superando con ese récord a su propio padre, el exmandatario César Gaviria Trujillo, quien lo había logrado con 32 años. Precisamente, por su condición de hijo de presidente de la República, muchos lo señalaban como un ‘delfín’ de la política nacional.

Tal vez por ese motivo comenzó su carrera pública marcando clara diferencia con su padre, al inscribirse en la lista del movimiento ‘Por el País que Soñamos’, encabezado por el exalcalde Enrique Peñalosa. De este modo llegó Simón Gaviria al Congreso y, aunque muchos no apostaban por él, se convirtió en uno de los parlamentarios estrella de la Cámara de Representantes. En especial porque sus iniciativas estaban encaminadas a defender los derechos de los ciudadanos.

Así logró la aprobación de leyes como la portabilidad de los números celulares, la declaratoria de insolvencia para personas naturales, el estatuto del consumidor y, en el trámite de la reforma a la salud, fue el principal detractor de la integración vertical y la posición dominante de las Entidades Promotoras de Salud (EPS).

Para las elecciones de 2010 retomó las banderas del partido de su papá, el Liberal, y gracias a los acuerdos logrados para las mesas directivas del Congreso ahora es el presidente de la Cámara y ya anunció sus primeros compromisos. “la discusión de normas cruciales para mejorar la calidad de vida de los colombianos, la reglamentación de la ley de regalías. Nos ocuparemos de leyes que beneficiarán el día a día de los ciudadanos, como el Nuevo Estatuto del Consumidor”, afirmó en su discurso de posesión.

Con sólo 30 años es reconocido entre sus colegas como uno de los más conocedores de los temas económicos y con su crecimiento en la vida pública ya lo califican como una de las principales cartas de la renovación del Partido Liberal.

Por Redacción Política

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