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El cultivo del humanismo y en especial de las lenguas clásicas en el país ha sido una labor quijotesca, que se ha mantenido por el trabajo tenaz y persistente de notables intelectuales; entre ellos tenemos la fortuna de contar con el Maestro Noel Olaya Perdomo (Ibagué, 1928).
En la primera mitad del siglo XX las familias Olaya y Perdomo contaban ya con figuras como Monseñor Ismael Perdomo y Darío Echandía, quienes se destacaron en el país por sus grandes cualidades personales, su aguda formación intelectual y su quehacer público. Noel Olaya no es la excepción; se inició en el estudio del latín y el griego en su adolescencia en el seminario; allí también estudió hebreo bíblico y lenguas modernas como francés, inglés y alemán. Esta formación intelectual estaba reforzada además por el ambiente sobrio y tolerante de su casa. Por ejemplo, su padre, Julio César Olaya Torres, abogado conservador, mantenía excelentes y amistosas relaciones con los liberales -entre ellos Echandía-, a pesar de verse obligado por la violencia partidista a trasladarse de ciudad. Este ejemplo familiar marcó tempranamente al joven Olaya.
En los estudios que adelantó el maestro en el Seminario era costumbre tomar las clases en latín. Tal práctica le resultó provechosa cuando en octubre de 1952 se trasladó a Roma, Italia, para estudiar en el Instituto Pontificio Bíblico y especializarse en Ciencias Bíblicas, ya que las clases se tomaban en esta lengua y quienes optaran por este tipo de estudios no sólo debían leer fluidamente los textos clásicos griegos y latinos, sino que debían estar también acostumbrados a expresarse en latín. El maestro Olaya intentará desarrollar esta capacidad en sus estudiantes al guiarlos en el estudio de los clásicos a través de un entrenamiento firme y constante en traducción, ya fuera en griego, latín, hebreo o lenguas indígenas.
Durante su estadía en el Instituto Pontificio Bíblico, además de especializarse en las lenguas clásicas estudió arameo, siríaco (lengua aramea), asirio - babilónico, egipcio antiguo y copto. A la par con estos estudios desarrolló y cultivó su interés por asuntos de orden teológico que luego serán determinantes en la segunda mitad del siglo XX como la acción laical, el cuestionamiento de la iglesia como institución social y las tensiones entre quienes defendían la colegialidad episcopal y quienes preferían el primado papal. Algunos de estos temas ya eran familiares para el profesor Olaya; la negociación de un nuevo concordato liderada por Echandía a finales de los 40 buscaba reivindicar un papel más activo del Estado y limitar el papel de la iglesia, mientras que a Monseñor Perdomo se le acusó de ser excesivamente cercano a los intereses del gobierno.
El Maestro Olaya fue testigo también en Europa de los movimientos obreros y el apoyo de algunos sectores del sacerdocio a los mismos; al regresar al país buscó -a través de la enseñanza y discusión de los textos bíblicos- sensibilizar frente a la necesidad de repensar el lugar de la Iglesia en la sociedad. Esto lo convierte ya en las décadas del 60 y 70 en un referente cuyas opiniones y acciones eran guía y apoyo de algunos religiosos con hondas preocupaciones sociales como sucedió con algunos miembros del grupo Golconda y algunos teólogos de la liberación, como Gustavo Gutiérrez. El empoderamiento pacífico de las comunidades fue uno de los postulados de sus acciones. Con otros, como el sacerdote Camilo Torres, se presentaron amistosos desacuerdos.
Las discusiones adelantadas por estos clérigos no fueron de buen recibo entre algunos grupos dentro y fuera de la Iglesia y el profesor Olaya, al inicio de la década del 80, se plantea su continuidad dentro de la misma y se retira del sacerdocio. No renuncia sin embargo a su activismo social; desde 1972 estaba vinculado a la Unión de Seglares Misioneros (USEMI), con la cual lidera un trabajo con comunidades indígenas en Colombia, y que continúa como laico hasta 1984. El trabajo que desarrolla con las comunidades tiene entre otros propósitos la documentación de lenguas indígenas y la producción de material pedagógico que les permita a las comunidades alfabetizarse, tener memoria y producción escrita de su propia lengua; es decir, empoderarse, recordar y afianzar su identidad. El profesor Olaya estudió en este período lenguas indígenas como el kogui y la lengua Ika; lenguas que enseñará años después a algunos estudiantes que buscaban recuperar su identidad indígena.
Cuando el maestro Olaya se vinculó al Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional, en 1986, llegó a complementar un equipo que contaba con intelectuales de la talla de Jouzas Zaranka y Carlos Patiño Rosselli. Ha sido exigente pidiendo a sus alumnos desarrollar al máximo sus competencias en la traducción y estudio de los clásicos, pero sin abandonar jamás su amabilidad y sencillez. Estos rasgos están en su obra; un ejemplo de ello es su texto Curso de griego clásico, publicado en 2015 después de un arduo trabajo editorial, dirigido a iniciar con rigor a los estudiosos del griego clásico en los misterios de esta lengua sin abandonar la claridad.
En la actualidad, el maestro sigue desarrollando infatigablemente su labor docente desde su casa. El profesor Olaya expresa haber disfrutado enormemente su paso por la Universidad Nacional ya que pudo dedicarse a la enseñanza de las lenguas que, a su juicio, son también el comienzo de la sabiduría, como alguna vez lo dijo el sabio Roger Bacon.
Por la vida que ha vivido y el tipo de persona que es su amigo, recientemente fallecido, el filósofo bogotano Alfonso Rincón González, decía con sobrada razón de Noel Olaya que más que un profesor era un Maestro. Concordamos. Gracias Maestro.
*Mg. Filosofía, Universidad Nacional de Colombia y Docente Departamento de Humanidades, Universidad El Bosque.
Por Ana Isabel Rico Torres*
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