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Panorama de los maestros, a propósito de su día

La deserción se ha convertido en el mayor problema de los docentes.

Redacción Vivir
14 de mayo de 2009 - 09:51 p. m.

La docencia es una vocación que en nuestro país, desafortunadamente, cada vez tiene menos seguidores. Los sacrificios, la dedicación y la baja remuneración de esta labor han hecho que el número de estudiantes que cursan licenciaturas o pregrados de Pedagogía sea cada vez menor. Sin embargo, quienes se dedican a la enseñanza lo hacen con la convicción de que su trabajo marcará una diferencia, pues todos los días se enfrentan a un aula de clase en donde la violencia intrafamiliar y la soledad son la constante. A ellos el país les rinde hoy un homenaje.

En el marco del Día del Maestro, la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo y el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes revelaron un estudio sobre la deserción escolar en el país. El informe, que fue presentado ayer, en una conferencia a la que asistió la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, advierte que aunque ha aumentado la cobertura 8,3 puntos en los últimos siete años, durante ese mismo período la tasa de deserción fue casi del 16%. Una problemática que se acentúa en la educación superior y que se debe principalmente a factores socieconómicos, académicos e institucionales.

Por ejemplo, en segundo semestre permanece el 80% de los alumnos que obtuvieron puntajes altos en el Icfes, 74% de los que obtuvieron un puntaje medio y 67% de los que tuvieron uno bajo. Al final de la carrera sólo siguen 63% de los que tuvieron un puntaje alto, 53% con puntaje medio y 42% con bajo. Además, la investigación concluyó que casi la mitad de quienes desertan aprobaron todas las materias.

Se trata de un escenario muy complejo al que sólo se le puede hacer frente reforzando las políticas educativas y con el apoyo de los docentes, que tienen en sus manos el reto de que sus alumnos se dejen seducir por el conocimiento.

El lenguaje en la vida diaria

Cuando Heliodoro Pedroza era un pelado más en algún salón de clases de la Costa Atlántica soñaba con ser arquitecto. Tenía talento para el dibujo y pensó que su vida se desarrollaría entre  ángulos, columnas y materiales. Sin embargo, por una serie de convicciones personales  decidió que lo suyo era la docencia y del colegio saltó a la U. del Atlántico para estudiar lenguas modernas.

Desde ese entonces han pasado más de 15 años y hoy en día Pedroza es un reconocido maestro de Baranoa, Atlántico, que se pasa los días enseñándoles a sus alumnos el valor de la comunicación como herramienta para construir una sociedad que se entienda a sí misma. En 2007 su labor fue reconocida con el Premio Compartir al Maestro como uno de los profesores ilustres del país.


En ese mismo año su método de enseñanza, que consiste en sacar a sus estudiantes del aula para mostrarles cómo el lenguaje es una herramienta fundamental en otros escenarios de la vida cotidiana (como la plaza del pueblo o el Concejo Municipal), fue galardonado por Fundalectura con el Premio a la Promoción de la Lectura.

Pedroza es maestro desde 1994, año en el que ingresó al colegio Julio Pantoja Maldonado, de Baranoa, donde hoy en día es profesor de castellano. Su empeño y dedicación le hicieron acreedor a una beca de la Universidad del Norte para adelantar estudios de maestría en educación.

El juego de la química

Desde hace 27 años Indalecio Villarraga se dedica a enseñar una de las materias que más prevención y jartera despierta entre los estudiantes: química. Sin embargo, después de meses de investigación y de cientos de pruebas de ensayo y error, encontró la fórmula perfecta para hacer de sus horas de clase el momento más divertido y feliz de sus alumnos.

Para Villarraga enseñar se convirtió en sinónimo de juego. Por eso en sus lecciones los estudiantes conocen los elementos de la tabla periódica, las propiedades de la materia y el análisis de diferentes sustancias a través de sencillos y útiles experimentos como fabricar jabón, cocinar arroz con pollo o inventarse un aparato que arroje objetos al aire.

La semana de evaluaciones es igual de entretenida, pues funciona como una especie de carrera de observaciones en la que sus alumnos deben superar pruebas donde ponen en práctica los conocimientos adquiridos. Como si fuera poco, Villarraga logró que en el colegio donde trabaja, el Inem Luis López de Mesa,  de Villavicencio, se dedique un día completo a la química. Más de tres mil niños y jóvenes gozan durante esa jornada escolar con las lecciones y los premios de este licenciado en biología y química de la Universidad Libre.

Para Villarraga ser maestro es una vocación. Además, asegura, se ha convertido en la oportunidad de ofrecerles a los niños un momento de alegría. “No me gustan los profesores cuchilla. Los pequeños vienen a veces con muchos problemas y lo que debemos es darles espacios de tranquilidad. Aprender no puede ser un sufrimiento”.

Gracias al amor que Villarraga les ha inculcado por la química a sus estudiantes, el colegio Luis López de Mesa ocupa en esta área el primer lugar del examen del Icfes en el Meta y los Llanos Orientales. Un logro que le mereció en 2008 el reconocimiento como maestro ilustre que otorga cada año la Fundación Compartir.

Por Redacción Vivir

 

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