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El Buckingham School, en Bogotá, está implementando una novedosa estrategia pedagógica para dotar a cada estudiante con un computador y capacitar a los docentes para que dicten clases interactivas.

Mariana Suárez Rueda
01 de noviembre de 2008 - 10:00 a. m.

Durante dos meses las tediosas clases de sociales, filosofía y español se convirtieron en divertidas jornadas de aprendizaje, en las que los estudiantes de segundo de primaria, sexto y noveno de bachillerato usaron su computador y navegaron por la web para consultar información que les ayudara a responder las evaluaciones, diseñaron gráficas por medio de entretenidos softwares y pasaron al tablero –que ya no era de tiza ni de acrílico sino una pantalla en la que se proyectaban las imágenes de un ordenador– y con un lápiz especial realizaron los ejercicios que puso el profesor.

El proyecto piloto del Buckingham School para convertirse en el primer colegio digital del país fue todo un éxito. El miedo que sintieron al comienzo sus directivas por la reacción de los padres, estudiantes y maestros frente a esta ambiciosa iniciativa, se disipó en la medida en que las clases se hicieron más dinámicas, los alumnos más inquietos e indisciplinados mejoraron notablemente su nivel académico y las calificaciones de los exámenes fueron cada vez más altas.

Los niños y adolescentes que participaron en este experimento no ocultaron su alegría cuando recibieron un computador portátil, que debían utilizar durante ocho semanas para las diferentes clases. En cualquier lugar de la institución tenían acceso a internet, pues el colegio se había convertido en una zona Wi Fi. Y aunque estaban bloqueadas páginas como Facebook o Messenger, los estudiantes podían consultar su correo electrónico y navegar por la web leyendo información para las clases, pero además visitando divertidos sitios para ver videos.

Durante los días que duró el piloto y como suele suceder a lo largo del año escolar, algunos estudiantes faltaron al colegio. Sin embargo, las directivas aprovecharon su ausencia para probar otro de los recursos tecnológicos. Se trataba de una conexión a internet mediante la cual los estudiantes asistían a la clase desde el computador de su casa e incluso participaban y hacían preguntas al profesor a través de un programa similar al Messenger.

Adicionalmente se habilitó una biblioteca virtual en la que se podían consultar todas las clases, que fueron grabadas con una cámara instalada en puntos estratégicos del salón. De esta forma, quienes no entendieron alguno de los temas explicados tuvieron la oportunidad de repasar la lección. Martha de Castro, directora del Buckingham, explicó que la idea de incluir nuevas tecnologías en el aula surgió de uno de los valores que promueven: la innovación. Además de que encontraron en esta iniciativa una herramienta novedosa que responde a las necesidades de los alumnos. “Los niños tienen un chip y por medio del computador captamos sus intereses, los motivamos y acercamos al aprendizaje”.

Tecnología vs. maestros

La capacitación de los docentes fue una de las etapas más importantes del proyecto piloto del colegio Buckingham, pues muchos sienten temor cuando deben enfrentarse a la tecnología y al hecho de comprobar que en este campo sus estudiantes les llevan la delantera. Sin embargo, José Luis Zuluaga, maestro de esta institución, confesó que sus colegas fueron muy receptivos y que ninguno tuvo dificultades para aprender a manejar los programas. De hecho, la directora del colegio fue enfática al afirmar que los computadores no van a reemplazar al maestro, ni siquiera a los libros o cuadernos. Simplemente serán una herramienta de aprendizaje, que permitirá mayor profundidad en los contenidos y dinamismo en las clases.


Por ejemplo, los estudiantes tomarán apuntes de algunas lecciones y luego complementarán la información con datos que encuentren en ciertas páginas de internet y posteriormente elaborarán mapas conceptuales en Word o Power Point. Además, los computadores no se utilizarán en todas las clases, pues según los profesores del Buckingham, con el tiempo se correría el riesgo de caer en la monotonía.

Lo cierto es que la introducción de estas nuevas tecnologías al aula de clase es una iniciativa que ha comenzado a cobrar fuerza en el país y cada vez es mayor el número de colegios que destinan salones para que los estudiantes aprendan a manejar programas de computador y naveguen en internet. Aunque no todos cuentan con el presupuesto para convertirse en instituciones educativas digitalizadas, según cifras del Ministerio de Educación, ya se han capacitado 75.000 de los 300 mil profesores que hay en  colegios oficiales y existe una cobertura del 80% de aulas digitales en estos planteles.

Sin embargo, Colombia todavía está muy lejos de lograr el mismo nivel que han alcanzado países como Chile y Argentina, en donde estos proyectos comenzaron hace mucho más tiempo. Uno de los principales problemas radica, según los mismos docentes, en que no basta con que sepan utilizar el computador y sus programas, sino que deben aprender a integrarlos dentro de la dinámica de la clase, pues su gran reto consiste en lograr que éstos tengan un significado dentro del proceso de enseñanza.

Entre tanto, las directivas del colegio Buckingham deben definir cuál va a ser el costo que asumirán los padres de familia para que sus hijos tengan su propio computador en el aula de clase. La inversión que se hizo en la compra de los tableros digitales y la instalación de la internet inalámbrica, además de la capacitación de los docentes, ya la asumió la institución. Y en enero los alumnos recibirán clases en aulas inteligentes.

Si el cronograma se cumple como está estipulado, a mitad de 2009, cuando comience el año académico, los alumnos del Buckingham estudiarán en un colegio digital. Pero, según sus directivas, el gran desafío consistirá en lograr que ni el profesor ni los cuadernos sean reemplazados.

La primera aula digital de América Latina

En 1990 Graciela Betancud fundó el colegio Tomás Edison de Guaymallén, en la provincia de Mendoza, Argentina. Por primera vez un centro educativo de Latinoamérica estaba digitalizado. Cada alumno tenía un computador y los maestros dictaban clase con tableros electrónicos.

Tres años después, el colegio logró que la Cepal lo patrocinara  como parte de su programa de alfabetización digital. Lo paradójico es que a pesar de contar con herramientas tecnológicas, el piso era de tierra y los techos de lata. Betancud contó, a la cadena Radio 10, que profesores, padres y alumnos venden comida para reunir dinero y actualizar los ordenadores.

“Tenemos 168 computadoras con acceso a internet wi-fi y nueve pizarras electrónicas. Las tizas son digitales y no hay cuadernos. Los pen drivers son los respaldos de los alumnos. No sé si esto mejora la calidad educativa, pero es acorde a los tiempos y prepara a los estudiantes para conseguir un buen trabajo”, concluyó Betancud.

Por Mariana Suárez Rueda

 

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