¿Por qué pasar tiempo en familia?

El afán de las grandes ciudades no solo se ha llevado consigo rutinas diarias e importantes, como tomar unos minutos de descanso en medio de la jornada laboral y darle prioridad a la alimentación saludable, sino que está borrando por completo esos momentos en casa cuando los papás les leían cuentos a los niños, jugaban con ellos, escuchaban sus historias y sabían de primera mano cuáles eran sus sueños, intereses y miedos. 

Acciones sencillas que, más allá de exigir unos minutos de tiempo después de una larga jornada, permiten que la familia se conozca, la confianza entre los miembros del grupo se fortalezca y el ambiente familiar sea el más ameno y deseado. 

“Estudios respaldan que es vital para los niños tener la oportunidad de generar un tejido social, que sirva no solo para compartir experiencias sino para sentirse parte de un grupo en todas las etapas de la vida”, afirma Hernando Santamaría, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana. 

Para el docente, un escenario ideal es donde los niños puedan ser niños. Donde se les permita jugar, estudiar y participar en equipos. “Es fundamental hacerlos sentir queridos, dedicarles tiempo para acompañarlos en los procesos de crecimiento, disfrutar de actividades como ir al parque, que se ensucien, que salten; compartir lo que a ellos les gusta es calidad de tiempo”, agrega.

Lo anterior no requiere grandes planes y mucho menos un elevado presupuesto. Además del tiempo, lo único que necesitan los padres es saber aprovechar espacios, como compartir un rato en familia después de la cena donde se olviden del televisor y demás equipos electrónicos, y aprovechen el tiempo para fortalecer sus vínculos, o disfrutar los fines de semana al aire libre, bien sea saliendo de la ciudad o haciendo un recorrido en bicicleta. Incluso las tareas del colegio son el momento adecuado para unir a la familia, no solo porque les permite a los niños sentirse respaldados, sino que los padres pueden saber cuál es  el rendimiento de sus hijos.

Así que, pese a los múltiples ajetreos y obligaciones de la vida moderna, los adultos no pueden olvidar que lo realmente importante para los niños es la calidad del tiempo y no la cantidad. Tienen más valor la compañía, el cariño, el aprendizaje y el desarrollo que se da en familia que los regalos ocasionales o los esporádicos viajes que suceden. 

Dedicar tiempo de calidad a los niños no solo es bueno para ellos, es un tiempo de disfrute para todos que aporta grandes beneficios: mejora los vínculos afectivos y la autoestima, potencia el desarrollo global, fomenta el aprendizaje y favorece la comunicación entre los miembros de la familia.

El afán de las grandes ciudades no solo se ha llevado consigo rutinas diarias e importantes, como tomar unos minutos de descanso en medio de la jornada laboral y darle prioridad a la alimentación saludable, sino que está borrando por completo esos momentos en casa cuando los papás les leían cuentos a los niños, jugaban con ellos, escuchaban sus historias y sabían de primera mano cuáles eran sus sueños, intereses y miedos. 

Acciones sencillas que, más allá de exigir unos minutos de tiempo después de una larga jornada, permiten que la familia se conozca, la confianza entre los miembros del grupo se fortalezca y el ambiente familiar sea el más ameno y deseado. 

“Estudios respaldan que es vital para los niños tener la oportunidad de generar un tejido social, que sirva no solo para compartir experiencias sino para sentirse parte de un grupo en todas las etapas de la vida”, afirma Hernando Santamaría, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana. 

Para el docente, un escenario ideal es donde los niños puedan ser niños. Donde se les permita jugar, estudiar y participar en equipos. “Es fundamental hacerlos sentir queridos, dedicarles tiempo para acompañarlos en los procesos de crecimiento, disfrutar de actividades como ir al parque, que se ensucien, que salten; compartir lo que a ellos les gusta es calidad de tiempo”, agrega.

Lo anterior no requiere grandes planes y mucho menos un elevado presupuesto. Además del tiempo, lo único que necesitan los padres es saber aprovechar espacios, como compartir un rato en familia después de la cena donde se olviden del televisor y demás equipos electrónicos, y aprovechen el tiempo para fortalecer sus vínculos, o disfrutar los fines de semana al aire libre, bien sea saliendo de la ciudad o haciendo un recorrido en bicicleta. Incluso las tareas del colegio son el momento adecuado para unir a la familia, no solo porque les permite a los niños sentirse respaldados, sino que los padres pueden saber cuál es  el rendimiento de sus hijos.

Así que, pese a los múltiples ajetreos y obligaciones de la vida moderna, los adultos no pueden olvidar que lo realmente importante para los niños es la calidad del tiempo y no la cantidad. Tienen más valor la compañía, el cariño, el aprendizaje y el desarrollo que se da en familia que los regalos ocasionales o los esporádicos viajes que suceden. 

Dedicar tiempo de calidad a los niños no solo es bueno para ellos, es un tiempo de disfrute para todos que aporta grandes beneficios: mejora los vínculos afectivos y la autoestima, potencia el desarrollo global, fomenta el aprendizaje y favorece la comunicación entre los miembros de la familia.