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Premio por rescatar adictas

La Fundación Talita Cumi lleva diez años ayudando a mujeres que cayeron en la droga.

Mariana Suárez Rueda

19 de febrero de 2010 - 03:33 p. m.
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Durante diez años, Gethsy Álvarez fue adicta a las drogas. Aunque a veces se excusaba diciendo que sólo consumía en eventos sociales, rápidamente su adicción se salió de control y se apoderó de su vida. Después de superar esta dolorosa experiencia decidió crear un programa para ayudar a otras mujeres a abandonar el alcohol y las sustancias psicoactivas.

Su labor, a través de la Fundación Talita Cumi, acaba de ser reconocida por la Unión Europea y la Comunidad Andina, al premiar su programa de reeducación a mujeres con problemas de adicción como el mejor de la región. Esta semana Álvarez, junto con Isabel Cristina Carmona e Isabel Cristina Perea, la psicóloga y la pedagoga de la Fundación, estuvieron en Lima (Perú) presentando este proyecto, mediante el cual han asistido a 474 mujeres en los últimos diez años.

Reinsertadas de la guerrilla y de los grupos paramilitares, jóvenes involucradas con la mafia, abuelas, madres de familia, hijas de reconocidos empresarios y niñas que se fugaron de sus casas y terminaron deambulando como indigentes en las calles o forzadas a trabajar en casas de lenocinio, han pasado por la Fundación Talita Cumi. Al llegar tuvieron que atravesar por un difícil proceso de desintoxicación.

Perea y Carmona recuerdan que muchas de ellas sufrieron de convulsiones, depresión y náuseas durante este etapa, razón por la cual un psiquiatra se encarga de acompañarlas en esta fase del tratamiento. Posteriormente, y durante todo un año, estas mujeres participan en talleres grupales y sesiones individuales de psicoterapia. Uno de los ejercicios más simbólicos es pararse frente al espejo y confrontarse consigo mismas.

La gran mayoría de ellas lloran mientras ven su rostro pálido y delgado, y reconocen en sus ojos el dolor de lo que han vivido a causa de la adicción. Sin embargo, explica Carmona, “cuando pasa el tiempo y vuelven a mirarse y comprueban cómo su mejoría se ve reflejada en su imagen, se sienten felices, reconfortadas”.

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Durante este proceso de reeducación, en el que la familia desempeña un papel primordial, también aprenden a adquirir responsabilidades y a cada una le asignan funciones relacionadas con la limpieza de la casa, de la cocina y de los cuartos. A veces la convivencia es difícil, pues deben pasar prácticamente 12 meses juntas. No obstante, explica Perea, esta situación les ayuda a ser más tolerantes y a preocuparse por los demás. Algunas no resisten el proceso y huyen a las calles o regresan a sus casas.

La Fundación Talita Cumi funcionó durante años en una finca en las afueras de Bogotá, pero la situación económico obligó a Gethsy Álvarez a mudarse a la ciudad, junto con las 24 mujeres, entre los 14 y 60 años, quienes en este momento reciben tratamiento. Aunque el premio que recibieron de la Comunidad Andina y la Unión Europea les permitirá pagar algunas deudas, están buscando donaciones para poder regresar a la finca y continuar con el programa.

Por Mariana Suárez Rueda

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